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Fray Josepho

A don Ricardo Senabre, in memoriam

Y hay críticos, también, de otro calibre. Hoy quiero levantar mi cubalibre por el mejor de todos: por Senabre.

Pido perdón a los lectores por no ocupar mi espacio satírico de hoy con unos versillos jocosos sobre la actualidad o las majaderías del político de turno, pero es que me he enterado, con casi un mes de retraso, de que se ha muerto Ricardo Senabre.

Ricardo Senabre fue catedrático de Teoría de la Literarura en la universidad de Salamanca, además de crítico literario. Para mí, el mejor crítico. Sus reseñas, primero en ABC y luego en El Cultural, no tenían desperdicio. Si un libro lo recomendaba Senabre, podía uno gastarse la pasta con la tranquilidad de que no le iba a defraudar.

No tuve la fortuna de ser su alumno, pero amigos míos que sí lo fueron me hablaban maravillas de él. Lo pude comprobar un día que asistí a una ponencia suya en un simposio de literatura. Dio una clase tan brillante sobre Juan Ramón Jiménez, que hizo desaparecer la injusta tirria que le tenía yo hasta entonces al poeta de Moguer. Sobre la tarima, o en el estrado, era un portento. Y sus libros no desmerecían un ápice ese magisterio. Ha sido, en fin, uno de los grandes, heredero de esa magnífica tradición filológica española del siglo XX, que arranca en Menéndez Pidal y pasa por Rafael Lapesa, Dámaso Alonso, Emilio Alarcos o Lázaro Carreter, entre otros.

Quiero transmitir a su familia mi pesar por su muerte, y dejar aquí un soneto que le escribí hace unos años. Un soneto con aliteraciones en las rimas, como a él le gustaban.

Descanse en paz, maestro.

Hay críticos de ganga y de pesebre,
de chúpate la breva y trinca el sobre,
que en esta edad del cobro (o la del cobre)
no duermen más que el sueño de la liebre.

Hay críticos de tisis y de fiebre,
de solapada pesquis y alma pobre,
que intentan que en sus fárragos zozobre
lo que el lector sagaz quizá celebre.

Hay críticos que maman de la ubre,
con el afán mezquino e insalubre
de que cualquier rival se descalabre.

Y hay críticos, también, de otro calibre.
Hoy quiero levantar mi cubalibre
por el mejor de todos: por Senabre.

En Cultura

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