Cuando Unamuno nos propone acudir al "sepulcro de don Quijote", quiere que busquemos, en él, valores permanentes (el patriotismo, la honradez, el esfuerzo), no unos restos óseos, que sólo pueden servir para sacarle dinero a algunos turistas.
La auténtica herencia de Cervantes está en El Quijote, no en esas presuntas reliquias. Lo que de verdad importa, con total seguridad, es otra cosa: que los españoles –de cualquier región, de cualquier edad– sigan leyendo El Quijote. Y que los niños de toda España puedan educarse, sin problemas, en la lengua de Cervantes.
Un 23 de abril, en la COPE, Jordi Pujol declaró que a él no le interesaba Cervantes, porque él no formaba parte de esa cultura. No nos extraña.
Con su sabia llaneza, sentenciaba Sancho: "Con este perro, a otro hueso".