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'La balada del Bar Torino', "amarcord" en Mestalla

Rafa Lahuerta Yúfera, que creó una grada de animación del Valencia, ha elegido el camino sentimental de los recuerdos.

Los libros: 'La balada del Bar Torino'

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Rafa Lahuerta Yúfera, que creó una grada de animación del Valencia, ha elegido el camino sentimental de los recuerdos.

Proliferan los libros sobre fútbol, en España. Es lógico: se escribe de lo que se habla, de lo que – para bien y para mal - ocupa nuestras vidas. ¿A qué intelectual le dará ya vergüenza decir que es aficionado al fútbol? Más bien, al revés... Dentro de eso, caben muchas cosas: historia, anécdotas, ficción...

Rafa Lahuerta Yúfera, que creó una grada de animación del Valencia, ha elegido el camino sentimental de los recuerdos: "Amarcord", me acuerdo... Es verdad. La biografía de muchos de nosotros va unida a partidos de fútbol: los juegos infantiles, la familia, los amigos, los noviazgos, las ilusiones rotas, los momentos de gloria y las "noches tristes", la pérdida de los seres queridos, el triunfo y el fracaso... La vida, simplemente. Lo que nos da y lo que nos quita. Es lo que aprendió Albert Camus, en los campos de fútbol.

No nos da Rafa Lahuerta la historia completa del Valencia; sólo, lo que él ha visto, desde los años setenta. Pero también ha guardado testimonios anteriores: la República, la inmediata posguerra. Este relato tiene héroes: Asensi, Puchades, Wilkes, el discutido Buqué, Fernando... Y, sobre todos, Mario Kempes, con los brazos abiertos, triunfalmente, en la cubierta del libro.

También aparecen aquí personajes que son auténticos esbozos de novela: Max Aub que se inventa, en el exilio mexicano, al forofo Vicente Farnals. El actor de reparto Manuel Hernández Ballesteros, que acepta hacer el papel de un padre desaparecido. El viejo que se indigna cuando los espectadores se levantan, en los córners, y pondera: "Açó, ni Gorostiza".

El último labrador que hubo, en los límites de la gran ciudad. Los viajes para ver una final, en Madrid o en Heysel. El niño que sueña: "Si Kempes marca un gol, mi hermano enfermo se podrá salvar"... Todos los párrafos de un capítulo comienzan con la misma palabra: "Recuerdo..." Así, una y otra vez. El tono general es sentimental, de "Balada", como la de Cable Hogue. Y todo viene del paraíso perdido: "Mestalla me salvó la infancia"... Es lo que más me gusta del libro.

También me divierten algunas anécdotas: el que cantó el gol de su equipo pero, al verse rodeado por hinchas rivales, matizó, con prudencia: "¡Goool!... pero injusto". O el presidente Paco Roig, cuando se disfrazó de capitán moro y sentenció: "Abans (antes) moros que catalans..." Las tracas que estallaron – también yo las escuché – en la Galleria Vittorio Emmanuele de Milán... Es decir, la vital desmesura, la pasión.

Al hilo del fútbol, incluye el libro intentos de comprender y explicar la mentalidad valenciana: la pirotecnia, lo fallero (que no es algo peyorativo), Blasco Ibáñez, las contradicciones... Se cuelan aquí algunos tópicos progres: escribir para ser leído envilece; la censura del anticatalanismo; los tópicos sobre "la Villa y Corte"...

Todo desemboca en una proclamación de vitalismo mediterráneo: "Creo que la vida, la buena vida, es cooperación, ayuda, sentarse en una terraza y ver a las chicas pasar, leer buenos libros, consumir lo necesario, ir al cine, pasear, comerse una buena paella, dormir tranquilo..." No se me ocurren objeciones.

El "amarcord" de Rafa Lahuerta, escrito con buena prosa, no sucede en Rímini sino en Mestalla y nos hace revivir muchos sueños de fútbol.

Rafa Lahuerta Yúfera: La balada del Bar Torino, Valencia, eds. Drassana, noviembre 2014, 17’95 euros. ISBN: 978-84-942860-1-8.

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