Vuelve Juan Marsé con 'El Aguijón de la abeja muerta'
Un relato magistralmente escrito y conmovedor.
En Barcelona, a fines de los ochenta, Bruno, que acaba de cumplir 15 años y vive con su madre, ve reaparecer a su padre, una reliquia lamentable de "hippy"; contempla a una vieja vecina, la señora Pauli, que huyó de Polonia, tirar a la calle aviones de papel que dicen, por excepción, buenas noticias; conoce a un par de rapaces, Jan y Oskar, los hermanos Rabinad...
En su última novela, bellamente editada, con hermosos dibujos de María Hergueta, Juan Marsé nos ofrece, en menos de cien páginas, un relato magistralmente escrito y conmovedor. No se sale de su barrio, que es su mundo y es su fuerza (la dureza de la posguerra, los tebeos, las viejas películas, los juegos infantiles) pero profundiza en él. Detrás de la simple anécdota está el peso del tiempo: la memoria, las ilusiones perdidas (como el título de Balzac), lo que pudo haber sido y no fue (como una letra de tango). Detrás de lo que vemos está la ilusión, el sueño que se hace realidad, dentro de nosotros.
En este barrio de Marsé, el tiempo lo roe todo pero la memoria todo lo salva, a todo le puede dar nueva vida. La vieja película en blanco y negro se colorea con el juego, tan cervantino, entre lo real y lo soñado. El neorrealismo muestra la compasión por los débiles, por los que sufren. Por muy apegado que esté Bruno a lo real, acaba mintiendo por piedad: como Lazarillo con el hidalgo; como un Sancho que pregonara la realidad de Dulcinea...
Una referencia cinematográfica nos da la clave: "Hace muchos años, en el cine Windsor, vi una película en la que un hombre, un borrachín, le pregunta a un amigo: ¿A tí nunca te ha picado una abeja muerta?". Si no me equivoco, se trata del gran Walter Brennan, en "Tener y no tener". Y la señora Pauli resuelve el enigma: "La abeja muerta que pica es la memoria, el puñetero aguijón de nuestra memoria".
Con la edad, algunos artistas pierden pulso. No todos. Baste con recordar los borrones impresionistas de "La Piedad" de Tiziano, en la Accademia de Venezia; la sutil delicadeza de "La lechera de Burdeos", de Goya (si los eruditos no nos impiden creer que es de Goya), en el Prado. Con más de ochenta años a sus espaldas, Marsé ha escrito una obra que es menor sólo por el número de páginas, no por la calidad literaria; un relato que transmite auténtica emoción. Hace sentir al lector que él, como la señora Pauli, tampoco puede escapar de su balcón, que da a la calle, antes de...
Juan Marsé: Noticias felices en aviones de papel, Barcelona, ed. Lumen, noviembre 2014, 91 págs., 22’90 euros. ISBN: 978-84-264-0169-4.
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