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'Leonard Cohen, Everybody knows': una biografía sin babas

Estamos ante un libro sobre un genio que escribió, cantó, viajó, amó y, como decía el poeta, fornifolló más de lo que cualquiera puede imaginar.

Portada del libro.

Leído Leonard Cohen, Everybody knows (todo el mundo lo sabe), del escritor, editor e historiador de música Harvey Kubernik (Blume, 2014). La obra es un capricho, está muy bien escrita y contiene una nutrida colección de fotografías del brillante cantautor canadiense.

Kubernik relata con una prosa sencilla y directa la biografía, desde que naciera hasta la publicación de Old Ideas -su penúltimo disco de estudio, lanzado en 2012-, de un Leonard Cohen muchísimo más complejo de lo que la gente cree, un tipo que escribió, cantó, viajó, amó y, como decía el poeta, fornifolló más de lo que cualquiera puede imaginar.

El mayor hándicap que presentan este tipo de libros es el excesivo servilismo que profesan los autores hacia sus biografiados -por ejemplo, Javier Menéndez Flores, en De profundis. La historia autorizada de Extremoduro (Grijalbo, 2013)-. Kubernik admira y conoce a Cohen, lo ha entrevistado en varias ocasiones, sabe muy bien de lo que escribe, y lo hace sin rastro de babas, peloteos o píldoras doradas.

Con humildad, el escritor plantea un libro que "no es definitivo ni enciclopédico" y, a diferencia de otros biógrafos, que se postulan como sumos sacerdotes de su biografiado, Kubernik plantea un "libro social, con muchas voces", en el que participan, además del propio Cohen, los cantantes Nick Cave, Judy Collins o Suzanne Vega, los productores Bob Johnston y Phil Spector, amén de músicos, periodistas, cineastas o escritores relacionados con el compositor de "Suzanne", "Amen" o "I'm your man".

El libro demuestra que Leonard Cohen siempre fue -y sigue siendo- un artista de inmensas minorías. Nunca fue un superventas, conectó mejor con el público europeo que con el estadounidense, apaciguó a las fieras en el festival de la Isla de Wight en 1970, Columbia rechazó publicar el magnífico I'm your man. Hasta su "Hallelujah", un himno versionado por más de 500 artistas, tardó casi quince años en ser reconocido.

En definitiva, lean Leonard Cohen, Everybody knows (todo el mundo lo sabe), sobre todo, si admiran la obra del canadiense y, por favor, huyan de quienes dicen que Cohen es un tostón. Como afirma Nick Cave: "Su forma de escribir era apasionante. (…) Es uno de los escritores más divertidos que tenemos. No puedo pensar en una letra que no tenga una sonrisa oculta entre líneas. Hay dos cosas que están siempre: calidez y un ingenio mordaz".

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