Acaba de editarse en España (y en el mundo entero) el libro de recuerdos de Sofía Loren, la bellísima y gran actriz italiana. Ya había publicado – que yo sepa – un par de ellos: Sofía: vivir y amar, escrito por Aaron Edward Hotchner, y Recetas y recuerdos. El actual – en el que no figura ningún colaborador – nace con clara vocación de best-seller, está escrito con sencillez, incluye curiosas fotografías y se publica antes de Navidad; además, respira una filosofía optimista: la humilde joven napolitana consigue éxito y fortuna gracias a su esfuerzo. Su físico, desde luego, tampoco la ha perjudicado pero no es suficiente: otras actrices poseían una belleza comparable y no han llegado donde ella.
Recuerda la Loren algunos episodios dramáticos de su biografía: el abandono del padre; la persecución por bigamia, cuando Carlo Ponti no había conseguido el divorcio; varios abortos; una estancia en la cárcel, por delito fiscal. Todo lo demás es favorable, casi como el lento ascenso de una muy trabajadora Cenicienta. Ahora mismo, viuda, con ochenta años, conserva una belleza fuera de lo común y vive la felicidad de sus nietos, "el gran milagro de mi vida", a los que dedica estas memorias.
El amante del cine leerá este libro buscando, sobre todo, anécdotas de artistas famosos; algunas hay, aunque echamos en falta más, sobre grandes personajes a los que Sofía ha tratado: Fellini, Totó, Magnani, Eduardo de Filippo... Nos cuenta su aventura sentimental con Cary Grant, en España, cuando rodaban juntos Orgullo y pasión (su anécdota taurina, junto a Luis Miguel Dominguín, resulta tan falsa que lanza una sombra de dudas sobre el libro).
Adoraba a Vittorio de Sica, con el que rodó trece films, en veinte años: una vez, no tuvo empacho, para motivar el llanto de una actriz infantil, de decirle que sus padres habían tenido un accidente. Audrey Hepburn le invitó a comer, en su elegantísima casa suiza, "una hoja de lechuga con una viruta de queso fresco, rematada por un pellizco de compota de frambuesa".
El camerino de Frank Sinatra estaba lleno de discos de música clásica (Bach, Beethoven, Verdi, Scarlatti) y de jazz, de Ella Fitzgerald: "Según él, la cantante más grande de todos los tiempos". Su queridísimo Marcello Mastroianni, con el que trabajó cuarenta años, tenía este credo: "Creo en los amigos, en el paisaje, en la buena cocina y en el trabajo". (Sofía comparte estas mismas creencias).
Richard Burton le confiesa su fracaso con Liz Taylor: "Es un desastre total y no puedo hacer nada por ella sin destruirme a mí mismo". Se lleva muy bien Sofía con Peter O’Toole y con Peter Sellers; en cambio, pero a Marlon Brando, que llega tarde al primer día del rodaje de La condesa de Hong Kong, irrita a Chaplin, decide comer sólo helado y engorda demasiado, "hasta tal punto que corrió el peligro de perder su papel". Considera a Alec Guinness el más completo de todos los actores que ha conocido..
Al lado de todo eso, en el libro vemos el retrato de la Italia de la posguerra: el país pobre de Ladrón de bicicletas pero también una "Roma alegre y luminosa, donde la gente volvía a viajar, a ir a la playa, a bañarse, a amarse y a divertirse". En ese ambiente, Sofía Loren se autorretrata como una joven napolitana que lucha por abrirse camino, por mejorar, por aprender, por lograr construir una familia...
Su filosofía es la que definió su querido Vittorio De Sica: "el amor a la vida, la paciencia y la esperanza infinitas". Ése es el verdadero "oro de Nápoles" (el título de una de sus más populares películas). Puede simbolizarse en esas berenjenas a la parmesana, cuyo sabor le ha acompañado toda la vida: sigue ahora cocinándolas, en vísperas de Navidad, para sus queridísimos nietos.
Sophia Loren: Ayer, hoy y mañana. Mis memorias, Barcelona, ed. Lumen, noviembre de 2014, 375 págs, 20’90 euros. ISBN: 978-84-264-0168-7.