Va a ser difícil borrar del imaginario colectivo la imagen deformada, encorvada, fiel reflejo de un alma corrupta y asesina creada por Shakespeare para el último rey de Inglaterra que murió en el campo de batalla, hace más de 500 años.
Pero la arqueología, la ciencia y la tecnología se han empeñado en arruinarnos el personaje de Ricardo III. Ya conocemos los detalles de los análisis de los restos óseos hallados hace ahora dos años enterrados, para sorpresa de todos, bajo un aparcamiento de Leicester, y que las pruebas de ADN confirmaron que eran del último soberano de los York. El descubrimiento se convirtió en uno de los hallazgos arqueológicos más importantes de la historia inglesa reciente y desde entonces no ha dejado de dar titulares.
Lo último ha sido la presentación de la reconstrucción en 3D de un modelo de plástico de su columna vertebral, presentada por el radiólogo forense de la Universidad de Leicester, Bruno Morgan. Esta prueba ha servido para saber que Ricardo III sólo sufría una escoliosis. Una deformidad, y ya es mucho decir, menor. El análisis completo está publicado en la revista médica Lancet. "Es una escoliosis idiopática del adolescente bastante típica". "La columna del monarca tenía un pronunciada curva hacia la derecha de entre 65 y 85 grados y un poco de torsión que produjo una forma en espiral. Hoy en día, a una persona con ese cuadro se le ofrecería cirugía para solucionarlo", han explicado los investigadores. Más detalles: "Su hombro derecho estaba más alto que el izquierdo, y su torso era relativamente corto en comparación con sus extremidades". Nada que ver con nuestro referente teatral o su encarnación ficticia más reciente, sólo en lo físico, el Tyrion Lannister de Juego de Tronos. Respecto a la semejanza moral, en la saga de R.R. Martin, lo tenemos fácil para encontrar muchos otros "ricardos".
El profesor del departamento de Arqueología y Antropología de la Universidad de Cambrige, y uno de los dos autores del estudio, para apuntalar el diagnóstico de la recreación 3D, ha intentado mejorar la imagen del difunto (la fama, tras haber asesinado a los legítimos herederos del trono, a sus dos sobrinos, va a ser imposible). Los estudiosos han recuperado las descripciones del siglo XV que hablaban de un Ricardo III "activo", "bien parecido", "inusualmente esbelto, casi femenino".
Shakespeare con su visión dramática, obra publicada en 1623, debió intuir que con esta facha tan refinada no funcionarían tan bien esos famosos versos de "¡Un caballo! ¡Un caballo! ¡Mi reino por un caballo!".
Ricardo III reinó sólo dos años, entre 1483 y 1485. Murió con 32 años luchando en la batalla de Bosworth Field contra Enrique VII, de la familia rival, los Lancaster. Con Ricardo III acabó la dinastía Plantagenet y marcó el comienzo de los Tudor.
Los restos de Ricardo III descansarán en paz, aunque sólo sea con menos tráfico pasándole por encima, en la Catedral de Leicester, según falló el pasado viernes la Alta Corte de Londres tras la disputa con otras ciudades de Gran Bretaña. Y es que la sepultura del "matarreyes" inglés será sin duda un gran reclamo turístico.