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Versiones de "El Paraíso de las Damas"

De Mouret a Moray, el caballero de Zola

El Paraíso de las Damas va más allá de sus páginas: durante cien años, ha habido diferentes Mourets, incluso con acento británico.

El Paraíso de las Damas va más allá de sus páginas: durante cien años, ha habido diferentes Mourets, incluso con acento británico.
Gérard Philipe, como Mouret en Pot-Bouille

"Si quieres enfrentarte conmigo, perderás, porque no estás en contra de un hombre sino del progreso". Ni una sola de las adaptaciones cinematográficas ni televisivas han resistido la tentación de incluir esta poderosa sentencia en las versiones que aún hoy El Paraíso de las Damas de Émile Zola continúa trayendo a la pantalla. Y no es para menos. En este pasaje, Octave Mouret, el arrollador y carismático empresario fundador de los grandes almacenes, se enfrenta al tendero, pero sobre todo clava los ojos en viejo régimen del momento. El futuro era él y salvo la resignación, nada podía hacer el minorismo de entonces para combatirlo.

Pero el personaje no nace en 1883, sino que se trata de un viejo conocido en las páginas del autor francés. Octave Mouret está presente en toda la saga de los Rougon-Macquart de Zola, especialmente en Pot-bouille, anterior a El Paraíso de las Damas. Es en esa novela donde Mouret comienza a dejar asomar su instinto para las ventas, el comercio en general... y las damas en particular. Esta versión del joven caballero tuvo su personaje de celuloide, interpretado por Gérard Philipe en la adaptación de Duvivier de Pot-Bouille; más centrado en las faldas que en los negocios.

El primer Mouret, mudo.

Pero en lo puramente cinematográfico, la primera vez que la legendaria frase se pronunció en pantalla, fue sin voz. Lo hizo Pierre de Guingand, el primer Mouret que salía de las líneas de Zolá, con la adaptación Au bonheur des dames (1929) una cinta muda que hizo célebre al actor y retrató en blanco y negro el París a caballo entre el XIX y el XX. Exquisito en formas, con sempiterno bigote e irradiando seguridad, el director Julien Duvivier reconstruyó la figura del joven y ambicioso viudo de mirada visionaria para los negocios. El film, profuso en imágenes asfixiantes del frenesí consumidor que comenzaba, dejó para la posteridad un final menos abrupto que su original, con un Mouret desfallecido abrigado por esa mirada magnética de la Denise de Dita Parlo. Y sus palabras: "Has servido al progreso, y el progreso es el único responsable".

El segundo Mouret, de Cayatte

Una década después de que el público francés descubriera la historia de Denise y Mouret, el relato volvió a la gran pantalla de mano de André Cayatte, pero pasó prácticamente inadvertido. Los años y las revisitas rescataron del olvido en este film homónimo a la novela folletinesca, hallando todo lo que quiso Zola, y un par de tazas más. Y es que, en plena Segunda Guerra Mundial, el director consiguió que su Au bonheur des dames no narrara solo los orígenes del gran comercio y una historia de amor acaramelada inserta en el 1800, sino que deslizó en ella mucho del período bélico. Cayette diseminó aquí y allá sutiles toques contra el nazismo, vigoroso en la época de estreno de la película, y también grandes dosis de orgullo patrio para atacar la ocupación alemana de la que su patria era presa en el momento. Así, el Mouret de 1943 añade a su elegancia y ambición, raudales de chovinismo que pasaron el filtro de la productora de la película, Continental, también bajo control alemán. Esta vez, el Octave interpretado por Albert Préjean pronuncia su sentencia ante el carismático Baudu que encarnó Michel Simon, en una de sus interpretaciones más aplaudidas.

Mouret renace en el Moray de "The Paradise"

Décadas después, Mouret regresó al primer plano convertido en Moray, y lejos del ambiente parisino magistralmente descrito por Zola. Esta vez, el arrollador empresario derrochaba seguridad en el ambiente victoriano de la década de 1870, y se desenvuelve en una ciudad que bien podría ser Newcastle, donde funda su imperio. Bajo el título de The Paradise (Galerías Paradise en España), la BBC adaptó Au bonheur des dames con el habitual mimo que acostumbra a dispensar a sus producciones de época: grandes escenarios, suntuosidad en decorados, vestuario y actuaciones. La historia amorosa de Denise y Moray se fragua en los almacenes que dan título a la serie, y que son el fiel reflejo de esa "catedral del comercio moderno resistente y airosa, construida para todo un pueblo de compradores" que describió en el original de 1883. Pero este Moray, de idéntica ambición y clarividencia, es si cabe más sibilino, poderoso y arrollador que los de Duvivier o Cayatte.

Mr. Selfridge, el Mouret eduardiano.

El inesperado éxito de la primera entrega de The Paradise, y el interés despertado por la época actuó de anzuelo en la televisión británica. Concretamente en la cadena ITV que también se sumergió en las aguas del primigenio comercio de masas con su propia producción. Y aunque lo hizo sin adaptar a Zola, es imposible no detectar en el empresario que protagoniza Mr. Selfridge de la homónima serie, mucho del Mouret (incluso del Mouray) alumbrado doscientos años atrás. Y es que, aunque este empresario de Chicago desembarcase en el Londres eduardiano, lo esencial de El Paraíso de las Damas imbuye la génesis de la historia: la creación de un imperio, el auge del comercio, la resistencia del ave pequeña a permitir que los grandes almacenes crezcan en Oxford Street. Y parece que el público ha preferido esta versión britanizada de Mouret, que ha obligado a cancelar The Paradise. ¿Ganó el progreso?

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