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El espíritu macarra de 'Ajoblanco' resucita en el Conde Duque

El centro cultural recoge una muestra sobre la publicación desde el 28 de mayo al 21 de septiembre, amén de unas 'jornadas ajoblanquistas'.

El Centro Cultural Conde Duque alberga, desde el 28 de mayo al 21 de septiembre, la exposición Ajoblanco: Ruptura, contestación y vitalismo (1974-1999), que incluye más de doscientas publicaciones originales, maquetas, fotografías en gran tamaño, portadas y videoproyecciones de la legendaria revista fundada por José Ribas. Además, alrededor de la muestra se celebrarán, entre el 28 de mayo y el 19 de junio, las Jornadas Ajoblanquistas para el debate, en las que participan, entre otros, el propio Ribas, el escritor Luis Racionero o el comisario de la exposición, Valentín Roma.

"Tengo que comunicaros una noticia: yo voy a hacer una revista independiente, fuera de la Comisión de Cultura de la universidad, y la vamos a colocar en los quioscos de toda España, ¿quién se apunta?". Así presentó por primera vez José Ribas, cuando aún estudiaba Derecho, la idea de Ajoblanco, revista novísima, "proyecto de acción y transformación colectiva", ventana abierta por la que se coló, en una España todavía grisácea y plomiza, la contracultura estadounidense, el ideario del mayo del 68 francés, el rock de Bob Dylan y Frank Zappa, la marihuana, las comunas, el naturismo o las energías limpias.

Ajoblanco se publicó durante dos etapas: la primera, entre 1974 y 1980, en la que primaron los conceptos de ruptura y liberación, en la que hubo un enfrentamiento con Coca Cola por utilizar su tipografía, y en la que un Consejo de Ministros la suspendió debido al dossier sobre las fallas de Valencia, con una portada presidida por el rostro de Karl Marx. El segundo período comenzó en 1987 y se prolongó hasta 1999. En esta época, la revista se 'profesionalizó', criticó al gobierno nacional del PSOE y al autonómico de CiU e intentó abrirse a América Latina.

La exposición muestra alguna de sus mejores editoriales, llamadas "Editos", textos apocalípticos, a veces premonitorios, siempre vehementes; manifiestos que se encontraban entre la octavilla y el panfleto, como el "Manifiesto de un visionario", de Pepe Ribas, donde dice: "ni quiero semáforos rojos, ni deseo ser arrastrado por las torceduras del maldito confort", el "Manifiesto ajoblanquista" o el "Manifiesto del enmohecimiento", del artista austríaco Friedensreich Hundertwasser; libros que alimentaron el espíritu de la revista, como El anarquismo en la sociedad de consumo, de Murray Bookchin, o La imaginación al poder. París Mayo 68, de Cohn-Bendit, Sartre y Marcuse; secciones como Cloaca o Infociudades, en la que sobresale un cartel que reza: "Musa freak del mes: puedes pasar a recoger tu premio por la redacción de Ajoblanco".

La muestra también dedica un espacio a cómo la revista informaba de eventos culturales, como teatro, música, carnaval y fiestas populares -destacar una fotografía de las fiestas del 2 de mayo de 1977, en el barrio de Malasaña, en la que aparece un grupo de jóvenes libertarios desnudos-; a los números que provocaron conflictos y tensiones con terceros, y a algunos de los representantes del mundo de la música y la literatura que conversaron con la revista, como Paco Ibáñez, Agustín García Calvo o Fernando Arrabal, quien posa desnudo con el pene erecto.

Además, la exposición cuenta con dos secciones más: una, dedicada a la "Geografía ajoblanquera" -la actividad de Ajoblanco se desarrolló, principalmente, en Barcelona y en Madrid; para ellos, "ir a las provincias" suponía rechazar jerarquías urbanas, económicas y sociales-; otra, centrada en la "Cultura libertaria", en la que se exponen textos e imágenes sobre comunas, anarquismo, ocupación de fábricas y Durruti, destacando una imagen de gran tamaño de un mitin de la CNT en Barcelona, el 2 de julio de 1977.

Finalmente, señalar que la muestra está regada con los números originales de la revista. Protagonizan sus portadas, entre otros, Francisco Umbral, las radios libres, enanos, duendes y gnomos, Pedro J. Ramírez, el fin del sueño cubano, la homosexualidad o Arturo Pérez Reverte. Lo de siempre: acérquense a la exposición, que es interesante, picante y gratuita.

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