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La triste historia de Avellaneda

Las claves de la falsa segunda parte del Quijote, que cumple 400 años.

Quijote de Avellaneda (1614)

En septiembre de 1614, nueve años después de la publicación de la Primera Parte del Quijote y un año antes de que apareciera la Segunda Parte (la auténtica, la escrita por Cervantes) apareció un volumen titulado así: "Segundo tomo del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, que contiene su tercera salida y es la quinta parte de sus aventuras, compuesta por el Licenciado Alonso Fernández de Avellaneda, natural de la villa de Tordesillas". Afirma estar publicada, en Tarragona, por el librero Felipe Robert.

Según parece, ninguno de esos datos es cierto: no existió ese librero, en Tarragona, ni se sabe quién fue Avellaneda. De todos modos, parece un caso más de los que, a lo largo de la historia, han intentado aprovecharse de la popularidad de un gran libro para escribir y publicar una continuación.

En esta obra, don Quijote toma el nombre de El caballero desamorado, porque ha renunciado al amor de Dulcinea: para Cervantes y para sus fervorosos lectores, un pecado imperdonable. También vive una serie de aventuras de tono grotesco y acaba recluido en una casa de locos.

¿Quién era el que se oculta bajo el seudónimo de Avellaneda? No lo sabemos. Se han propuesto muchas identificaciones: Salas Barbadillo, Castillo Solórzano, fray Luis de Aliaga... incluso, Lope de Vega o Quevedo. Últimamente, el gran erudito Martín de Riquer propuso que se trataría de Jerónimo de Pasamonte, un soldado aragonés de vida paralela a la de Cervantes, que él satiriza en la Primera Parte de su gran novela como Ginés de Pasamonte.

¿Por qué se escribió esta obra? No se sabe pero parece claro que Avellaneda sentía, a la vez, admiración y odio por Cervantes, al que insulta en su Prólogo: le llama envidioso, murmurador, colérico, le echa en cara su vejez y su herida de Lepanto. Y se siente ofendido por creer que Cervantes le ha aludido en la Primera Parte.

Cervantes hace varias referencias a la obra de Avellaneda. En la Segunda Parte del Quijote, varios personajes desmienten la versión que da el apócrifo. Y, en el Prólogo a esta Parte, alude a Avellaneda: "No osa parecer a campo abierto y al cielo claro, encubriendo su nombre, fingiendo su patria como si hubiera hecho alguna traición de lesa majestad..." Además, en la Dedicatoria al Conde de Lemos de sus Ocho comedias y ocho entremeses, nunca representados, dice que el hidalgo está "quejoso" porque en Tarragona le han "asendereado y malparado".

Quizá Cervantes sí sabía quién era su anónimo imitador y se vengó no haciendo público su nombre, para no contribuir a su fama...

Algún valor literario tiene la obra de Avellaneda pero no entiende la trascendencia moral de don Quijote, reducido a una figura puramente cómica. Además, lo anula la ruindad moral de su autor, que ha quedado como prototipo de la triste envidia literaria...

Paradójicamente, su mayor mérito radica en haber contribuido a que Cervantes acelerara la terminación de la Segunda Parte del Quijote: la más genial, de la que se ha dicho con razón que supera los límites habituales de la literatura.

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