"Joe Sacco hace lo que hizo Goya en 1808 cuando viajó hasta Zaragoza: grabar los desastres, ser testigo insobornable de su tiempo". La magnitud de la comparación encoge en la silla al dibujante y periodista, que estos días visita España para presentar su nuevo cómic La Gran Guerra (Reservoir Books); un salto en una trayectoria de veinte años viajando, con lápiz y libreta, al meollo del conflicto. Ha cambiado de formato y también el período histórico, pero la pulsión primera permanece inmutable: "Retratar lo ocurrido en la guerra, lo sufrido por los más de 20.000 soldados que murieron en la batalla del Somme, en ese desastre en el que los soldados británicos siguieron echando hombres al horno incluso un año después", asegura. Las víctimas continúan siendo su obsesión.
Y Goya, también. El dibujante de origen maltés, confiesa que visitar el Museo del Prado y contemplar en persona la obra del pintor ha sido una de sus primeras tareas en nuestro país: le atraían especialmente Los fusilamientos del 3 de mayo y El duelo a garrotazos. Y es que no solo comparte con el artista el impulso de narrar a través de las imágenes: "Como él, Sacco trata de comprender qué significa lo atroz y no negar su existencia", resaltó el veterano periodista Gervasio Sánchez en la presentación del cómic en el Museo Reina Sofía. Acompañado por el dibujante Paco Roca, Sacco habló sobre periodismo, sobre cómics y sobre todo, sobre guerras, a las que no tiene intención de volver. Pero el autor de Palestina: en la franja de Gaza continuará atendiendo a lo mismo: "Dibujo cosas desagradables, eso no ha cambiado", espeta, "pero es que a mi lo que me importa es la realidad".
Esta vez, se trata de una realidad acontecida hace casi un siglo, lo que ha obligado al periodista a incurrir en un trabajo de historiador. "No es lo mismo hablar con un superviviente en el mismo lugar donde aconteció la tragedia" reconoce, recordando la experiencia vivida en Sarajevo plasmada en la desgarradora The Fixer. Por eso esta vez Sacco se excluye del relato y narra desde fuera, sin escatimar en la crudeza inherente a una de las batallas más sangrientas de la Gran Guerra. El relato congela ese primero de julio de 1916 en Somme, pero a través de una tercera persona. El resultado son más de 20 escenas panorámicas en las que la muerte se atraganta en blanco y negro; obligando a las páginas a desplegarse como un acordeón. Sin texto, sin citas, sin diálogos. El horror del pasado, inspirado por el Tapiz de Bayeux y los textos de Adam Hochschild.
Pero aunque ahora haya abandonado el terreno presente para sumergirse en la historia -confiesa que está trabajando en una obra sobre Mesopotamia- su reporterismo continúa concitando la atención. Aún está fresco el impacto de su anterior obra, Srebrenica (Acuerdo), que le llevó de vuelta a Bosnia 18 años después del genocidio balcánico y le puso de frente a los supervivientes para, como suele decir, "atender a las personas que viven detrás de los titulares". Y la única forma de hacerlo, o precisamente la que le ha hecho grande, es poniéndose las botas y viviendo con ellos. Las anécdotas de Gaza, Bosnia o Chechenia se suceden al repasar la trayectoria de Sacco; imposibilitando asentar la sensación de que La Gran Guerra sea un cuelgue de su eterno calzado y del barro que lo recubre.
Y aunque bastarían sus páginas como testimonio de la anchura de las fronteras del periodismo, Sacco no rehúye el debate. ¿Cómic periodístico? ¿Periodismo en ilustración? "Yo volví al periodismo a través del cómic", recuerda, porque en EEUU, su patria de adopción "el periodismo objetivo, que solo presenta los hechos, ese periodismo estaba quitando al lector el contexto". Allí precisamente encontró su campo de actuación, lápiz y libreta en mano. "Lo que yo cuento es honesto, no objetivo. Dibujar es un acto subjetivo, como también lo es la fotografía", repite esta vez. Una vez más. "No creo que el periodismo objetivo sea posible. Yo, simplemente, estoy dibujando mi interpretación de la realidad, lo que veo. Lo que busco es hacerlo con honestidad", remata. Y cerca del conflicto, pasado o presente: "Mi cerebro sigue fijado en ese tema".