"Si algún día no estuvieras del todo, niño, cómo sería eso, cómo sería el mundo, todo él cuarto de juegos abandonado, planeta infantil vacío, el universo reducido a la ausencia de un niño", escribe Francisco Umbral sobre su difunto hijo en Mortal y rosa (1975), considerada por muchos una de las mejores novelas del siglo XX. Como contradiciendo a la muerte que le arrebató a su infante, el hijo de Umbral y de María España Suárez habita en la eternidad de la Literatura –con mayúscula- y, este jueves, la propia España, como viuda de y como presidenta de la Fundación Francisco Umbral; el alcalde de Majadahonda, Narciso de Foxá, y los periodistas Antonio Lucas –heredero literario- y Raúl del Pozo –heredero de tronera- han participado en un encuentro del ciclo "Una ciudad, un libro", organizado por el consistorio del municipio madrileño, para conversar sobre esta obra.
Arrancó el acto con la presentación Antonio Lucas señalando que Mortal y rosa "es el libro más contundente de la obra de Umbral", al tratar el tema de la "crueldad de la muerte de un niño pequeño". El columnista y poeta ha afirmado que estamos ante "un libro de escritor feroz, inflamable, contagioso", y ha destacado la capacidad de Umbral de indagar en el idioma. Por su parte, María España ha leído por primera vez en público fragmentos de la novela, y ha recordado que, el pasado martes, se habría producido la celebración del nacimiento de su hijo.
Raúl del Pozo ha dicho que Mortal y rosa es un libro "camusiano", y se ha referido a la familia, que "es el origen de la neurosis, según Lacan, pero también de las grandes obras literarias, desde los griegos". El periodista conquense ha explicado que hay autores que "han vivido de una sola obra", y ha citado a Jorge Manrique y sus Coplas a la muerte de su padre. El columnista considera que Umbral podría haber hecho lo mismo con Mortal y rosa, unas "coplas a la muerte de su hijo" que le recuerda mucho a Hamlet, de Shakespeare.
Del Pozo ha aseverado que esta obra "no puede leerse sin sollozar" y que Umbral alcanza "la apoteosis" contando la vida de su niño muerto: "El gran personaje no es él, sino el hijo". "Convirtió lo autobiográfico en un poema épico", añadió.
Finalmente, Antonio Lucas definió el dolor que habita en Mortal y rosa como de "rebelión", como "una avanzada de cementerio" y ha matizado que el libro, aunque provoca sollozo, no provoca compasión: "Sería una ordinariez, una vulgaridad, comparecer al hombre que escribe esto". El encuentro ha terminado con un coloquio entre los ponentes y los asistentes al evento.