Absténganse de leer Manu, de Manuel Jabois, aquellos que pretendan encontrar una guía pautada y rosa sobre la paternidad -o no, si quieren llevarse una grata sorpresa-. Entrevistado en un bar cercano a la sede de Unidad Editorial, el periodista gallego nos cuenta que esa sobriedad se consigue "con falta de tacto, tratando que no asome la sensiblería" y no dejándose llevar "por ningún tipo de clichés".
La columna vertebral del libro es la gestación del propio Manu, hijo del autor y de Ana, su pareja, pero de ella brotan tramas secundarias, como en los capítulos de Padre de familia o de Los Simpson, que se subordinan o coordinan, dependiendo de cada una, a lo largo de toda la obra. La historia comienza en una habitación de hospital, con una enfermera histérica que pretende echar del lugar a Jabois, barbudo y durmiente. Cuenta el autor que el nacimiento de Manu fue un "bálsamo", entre otras cosas, porque su abuelo estaba "dos plantas más arriba", "incapaz de reaccionar al coma" en que lo había dejado un ictus.
Tras esta especie de prólogo no declarado, Jabois echa la vista atrás para contar cómo se enamoró de su pareja y cómo deciden tener un hijo, descripción incluida del ‘Así se hizo’: "Caí llevándome las manos a la cabeza como había visto tantas veces hacer a los jugadores del Barça, a los que en lugar de un empujón parecen haberles dado una noticia terrible, y continué chillando un buen rato mientras mi chica me observaba alucinada sin saber si estaba asistiendo al famoso orgasmo porcino o moría deshilachado delante de ella".
Manu, como buena parte de las películas de Woody Allen, es un relato personal y sentimental –sobre esto último, sin excesos- con grandes dosis de humor. A lo largo del texto, Jabois nos cuenta cómo llegó a Madrid –"parece que soy el primer gallego que viene a Madrid a trabajar", dice a LD-, cómo David Gistau lo introdujo en El Mundo, cómo le soltó a su pareja que le estaba saliendo bigote o lo que le sucedió en Huesca, cuando le dieron el premio de periodismo José María Porquet. La publicación también le sirve, según nos dice, como un refugio "para todos esos artículos que se han ido quedando en el tintero y que antes les daba salida en el periódico" -en su columna diaria del Diario de Pontevedra, Jabois escribía textos más personales y costumbristas; en sus "Apuntes sucios" de El Mundo, se ciñe más a la estricta actualidad-.
Jabois, que se siente más periodista que escritor, afirma que tanto Manu como Grupo salvaje –su anterior librito sobre el Real Madrid- "son libros muy rápidos" y que, en base a esa rapidez, por eso los escribió. "Fueron escritos en dos o tres semanas. Además, hay que escribirlos rápido, para luego no repasarlos. Si no, no sacas la mitad de las cosas que van dentro", afirma.
¿Qué método de escritura emplea Jabois? El periodista explica que "lo ideal es llegar al folio sabiendo lo que vas a escribir" pero, si no se da el caso, "y pasan los minutos, las horas, y no te sale absolutamente nada", él empieza a escribir "de cualquier cosa absurda, de algo que esté viendo, de algo que recuerde, y cuando calientas los dedos, el cerebro, y te pones a pensar, siempre aparece una idea que pueda aproximarse".
Finaliza Manu con moralina y demasiado pronto –el libro cuenta con 124 páginas de relato, como tal- aunque, si tiramos de refranero, la publicación encaja perfectamente en el de "lo bueno, breve", y lo que sigue. Jabois, dice, trata de darle una "consideración épica" a "cada cosa" y a "cada acto sencillo". Para aquellos que quieran comprobar si lo ha conseguido o no, adquieran la obra y devórenla.
Ficha editorial
Manu
Manuel Jabois
Pepitas de Calabaza ed.
Logroño, mayo 2013
Primera edición
ISBN 978-84-15862-04-8
128 págs., 12x17 cms.