Origen de la semana de siete días
La semana tiene siete días desde tiempos de Mesopotamia, pero ¿Por qué se estableció así? ¿Cuál es el origen? ¿Y los nombres?
El hecho de que la semana tenga siete días no es un número al azar y es que siete es el número de los días de la semana pero también de las notas musicales, de los colores del arcoíris y de los chakras. Nada es casualidad. El 7 es un número privilegiado y, además, el predilecto de muchas personas, entre los motivos está el hecho de que no se puede dividir en números enteros.
Pero, yendo al tema que ocupa. ¿Qué es una semana? ¿Por qué tienen siete días? Se conoce como semana, del latín tardío septimāna, y este del latín septem, ‘siete’, al ciclo compuesto por siete jornadas seguidas; es decir al período de siete días naturales con carácter de consecutivos, que de acuerdo a la norma ISO 8601 adoptada por la mayoría de los países del mundo, comienza el lunes y finaliza el domingo.
Además, hay que saber que igual que la división del día en 24 horas, el ciclo de siete días proviene de la astronomía babilónica. En ese momento, a cada hora del día se le asignaba un planeta clásico, en un ciclo que empezaba por el más lejano: Saturno, Júpiter, Marte, Sol, Venus, Mercurio y Luna. En español los nombres derivan de este ciclo, excepto el sexto y séptimo que lo hacen de la tradición cristiana, lo que resulta en los actuales nombres de los días de la semana: Lunes, Martes, Miércoles, Jueves, Viernes, Sábado y Domingo. No obstante, hay que saber que hay países que consideran el domingo el primer día de la semana, de acuerdo con la semana litúrgica cristiana, o que la hacen comenzar en Sábado, en algunos países musulmanes.
Pero no hay que olvidar que esta duda no se responde con algo siempre sino que tiene numerosas teorías. Otra es que la semana de siete días sigue la tradición calendárica ininterrumpida más antigua de la historia. De hecho, se cree que el siete ya era místico cuando Dios tardó seis días en crear el mundo y al séptimo descansó, por lo que, la explicación comúnmente más aceptada del predominio del 7 en el contexto religioso es que los antiguos veían siete planetas en el cielo: el Sol, la Luna, Venus, Mercurio, Marte, Júpiter y Saturno. Otras creencias, aseguran que se asemejan a los siete pecados capitales.
Por su parte, la psicología añade que son seis los días que forman un período óptimo de tiempo en el que se puede trabajar sin descansar. Además, hay que destacar que siete puede ser el número más apropiado para la memoria, es decir, el número de cosas que la persona promedio puede mantener en su mente simultáneamente es siete.
No obstante, el origen de la semana de siete días es un fenómeno cultural y astronómico que ha evolucionado a lo largo de la historia de la humanidad. Aunque hoy en día se considera normal la división de la semana en siete días, este sistema tiene raíces que se remontan a miles de años atrás. De hecho, se cree que el origen de un período de siete días se basa en la observación de las fases de la luna. El motivo es que, entre una y otra, hay un período de siete días que se pueden agrupar en cuatro, o sea veintiocho días, hasta retornar a la fase inicial.
En la Mesopotamia antigua, el ciclo comenzaba con la Luna Nueva y terminaba con la Luna Menguante, que era sucedida, a su vez por la Luna Nueva del ciclo siguiente. Los veintiocho días son el origen del mes. No obstante, combinar los meses lunares de 28 días con el ciclo anual del sol es uno de los problemas más antiguos de la cronología y, en su momento, dio origen incluso a conflictos políticos.
Los babilonios, por su parte, utilizaban un calendario lunar que dividía el mes en cuatro semanas de siete días cada una. Esto se debe en parte a la influencia de la astronomía, ya que el número siete tenía un significado especial en la observación de los cuerpos celestes. Los siete planetas conocidos en la antigüedad (Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno, la Luna y el Sol) estaban vinculados a los siete días de la semana, cada uno llevando el nombre de un dios correspondiente en la mitología babilónica.
Pero fue la semana mesopotámica, atestiguada desde los tiempos de los sumerios, la que tuvo una amplia difusión en Medio Oriente y fue adoptada por la cultura hebrea en un momento no precisado relacionado con el día de descanso, shabbath, que era el último del cada ciclo. Los demás días, al parecer, no tenían un nombre fijo, sino un numero ordinal, excepto el viernes que, desde al menos el siglo I, se llamó "de la preparación" (del sábado) o paraskeve en griego. Hay que recordar que el día en el calendario judío comienza con la puesta de sol. Más tarde, este período semanal fue relacionado con la Creación del Mundo. La mención más antigua del Shabbat es un fragmento de cerámica hallado en Mesad Hashavyahu (Israel) que data de aproximadamente el 630 antes de esta era.
Al mismo tiempo, la semana de "los caldeos" como se decía, fue conocida por los eruditos griegos, sobre todo a partir de la época de Alejandro, junto con la noción de las horas planetarias. Según esta idea, los siete planetas, o sea los siete cuerpos celestes que no eran "estrellas fijas": la Luna, el Sol, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno, gobernaban las horas del día y, por extensión, el mismo día en un orden que iba desde el más lejano, Saturno, al más cercano, la Luna. Este orden era llamado "el orden caldeo", así: Saturno, Júpiter, Marte, Sol, Venus, Mercurio y Luna.
Posteriormente, la influencia de los babilonios se extendió a través de la conquista de imperios como el asirio y el persa, y eventualmente llegó a Grecia y Roma. Por ello, los romanos adoptaron un sistema de calendario de siete días y nombraron los días de la semana en honor a los dioses planetarios babilonios. Así, el día del Sol (Sunday) se relacionó con el dios Sol, el día de la Luna (Monday) con la Luna, el día de Marte (Tuesday) con Marte, el día de Mercurio (Wednesday) con Mercurio, el día de Júpiter (Thursday) con Júpiter, el día de Venus (Friday) con Venus y el día de Saturno (Saturday) con Saturno.
Años después, la difusión del cristianismo también desempeñó un papel importante en la consolidación de la semana de siete días. El motivo principal es que los primeros cristianos adoptaron la semana de siete días como parte de su práctica religiosa, y la consideración del domingo como el día de descanso en conmemoración de la resurrección de Jesús contribuyó a su establecimiento en la cultura occidental.
Con el tiempo, la semana de siete días se arraigó en la sociedad occidental y se extendió por todo el mundo, a medida que las influencias culturales y religiosas se mezclaron. Aunque el origen de la semana de siete días puede rastrearse hasta las antiguas civilizaciones, su adopción generalizada y su importancia en la organización del tiempo son un testimonio de cómo las creencias religiosas, la astronomía y la cultura se entrelazan para dar forma a la vida cotidiana.
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