Ser opositor en Cuba, se paga muy caro. Guillermo Fariñas lo sabe bien. Lo ha sufrido en sus propias carnes. Desde hace décadas, es una de las cabezas más visibles de la disidencia cubana. Le ha costado encarcelamientos, torturas y cerca de 500 detenciones (de facto secuestros, por parte de la dictadura).
Pero -quién lo diría- Coco, como le gusta que le llamen los amigos, no siempre estuvo del lado opuesto al régimen comunista. Nació en el seno de una familia castrista, sus padres pertenecieron al Movimiento 26 de julio y él fue educado en los valores de la revolución. Cuando era niño adoraba a Fidel Castro, ha reconocido durante la entrevista para LD. Se sabía sus discursos de memoria, y precisamente eso -con el tiempo- le hizo comprobar la calaña de la que estaba hecho el personaje en cuestión.
La decepción de Fidel
"Yo era fanático de Fidel Castro, desde los 9 años", asegura, "me empecé a aprender los discursos de memoria. Me los sabía con puntos y comas". La devoción era tal que llegó a formar parte de su equipo de seguridad, hubiera dado su vida por él. Así fue hasta que se dio cuenta de que era un mentiroso y no predicaba con el ejemplo.
Ocurrió cuando "llevaba 7 meses como francotirador de protección". Le seguía de cerca, así que fue testigo de un lío de faldas que abrió la caja de pandora. Era uno de tantos pero -esta vez- con la señora equivocada, en opinión Coco. Era la mujer de otro y no de cualquiera, si no la de su supuesto mejor amigo.
Aquel día, el Comandante estaba en la piscina con una atractiva trigueña, desconocida para Fariñas hasta ese momento. Pero uno de sus compañeros le descubrió su identidad. Se trataba de Lupe Véliz, la esposa del capitán Antonio Núñez Jiménez. Fidel lo mandaba "lo mismo para el Himalaya que para el Orinoco, o que al Polo Norte. Así lo tenía lejos y mantenía relaciones con ella".
Para Coco fue un mazazo. "Él había dicho 17 veces que era su mejor amigo, en sus discursos. Me los sabía de memoria. Entonces dije: no puedo seguir exponiendo mi vida por una persona que tiene estos valores morales". En ese caso, la decepción "no fue con el sistema, sino con él", advierte. Pero todo se andará.
Tambov le abrió los ojos
En ese momento, pasa a tropas especiales de las FARC. "Me mandan a Angola. Hago varias penetraciones de las que tengo dos heridas, una en la pierna y una en la columna. Y, a los 11 meses, me envían para una academia militar en la ciudad de Tambov", resume Fariñas. "Eso me mandó Dios. Es la ciudad más anticomunista de Rusia", exclama.
Durante su relato, no puede evitar hacer una mención especial a "los famosos lobos de Tambov, los guerrilleros que estuvieron hasta 1939 luchando contra los comunistas dentro de la Unión Soviética". Ellos le convirtieron en anticomunista, asegura. Pero deshacerse del traje que le había acompañado desde su nacimiento no sería fácil. "Había firmado por 25 años de servicio en las fuerzas armadas" y "si no cumplía, me fusilaban".
Pero durante su vida, aunque ha sido dura, la suerte (o Dios, porque él es creyente) no le ha abandonado. "Un accidente con un gas neuroparalizante", que casi le cuesta la vida, le ocasionó una enfermedad "incompatible" con el ejército. Le dieron la baja y empezó sus estudios universitarios en Cuba.
La decepción de Fidel, le movió los cimientos de sus creencias comunistas y su amor por la revolución. Su estancia en Tambov, le abrió los ojos y la mente. Allí tuvo acceso a "literatura samizdat, literatura rusa clandestina". Leyó libros como Rebelión en la granja o 1984. Y ahí empezó su despertar. Un proceso que ha relatado con todo lujo de detalles para LD, y que pueden ver el video de la entrevista.