Mario Vargas Llosa asistió en 1999 en Salzburgo a una representación de La condenación de Fausto de Héctor Berlioz (1848). El espectáculo estaba producido por la Fura dels Baus, con los coros del Orfeón Donostiarra y la dirección de Jaume Plensa. Le pareció sublime. En la versión, el Diablo aparecía en una lechería y las lecheras de latón adquirían el carácter demoníaco de las "cruces invertidas". O sea, daba por hecho el significado de tales símbolos.
Meditaba nuestro Nobel que "el Diablo, lo sabemos, puede aquerenciarse en los lugares más inusitados: ¿pero, ¿quién se lo hubiera imaginado en una lechería?". Y añadamos ahora sin pausa: ¿Y quién se lo hubiera imaginado en la noche navideña de Granada y Zaragoza poblando con cruces invertidas los adornos tradicionales y la iluminación por orden de sus alcaldes? O sea, deducimos, que alguien fabrica, por orden de alguien, cruces luminosas invertidas para la decoración de las calles españolas en las largas noches comerciales de la Pascua de Navidad, festividad cristiana, se quiera o no o guste más o menos.
Naturalmente, la decisión del alcalde socialista de Granada, Francisco Cuenca, que llegó al cargo tras la dimisión del naranja Luis Salvador y después de una brecha sin explicación en el centro derecha, ha descolocado a muchos y ha suscitado la crítica de católicos y no católicos que, sobre todo, no entienden a qué viene esto de las cruces invertidas. Pero que el alcalde de Zaragoza, del PP, Jorge Azçón, haya hecho lo mismo, al menos en la calle Tomás Bretón de la capital del crecido ahora Ebro, produce perplejidad.
Siendo benévolos, puede estarse ante un intento de renovación de los símbolos, pero desde campanas a estrellas sin colas de cometa (por cristianas), de renos a caballos, cualquier imagen hubiera valido. Tal vez hubiera sido una manera de distinguirse de las señales navideñas tradicionales, pero elegir precisamente una cruz invertida no avala esta interpretación ni cualquier otra versión útil para una Navidad laica pero respetuosa. La cruz es la cruz, al derecho y al revés.
Ciertamente, la cruz invertida —la Iglesia con más 2000 años tiene explicaciones para todo—, puede hacer correcta referencia a la leyenda de un San Pedro apóstol que, cuando iba a ser ejecutado en los alrededores del Circo Máximo de Roma en tiempos de Nerón, pidió a sus verdugos ser crucificado cabeza abajo en señal de humildad, por no creerse digno de morir cabeza arriba como el Maestro.
De hecho, pueden verse fotos de Papas, Juan Pablo II, por ejemplo, a los que decora el ropaje pontifical una cruz invertida, referencia clara a su condición de sucesor de San Pedro. No se olvide, sin embargo, que el apóstol Felipe fue igualmente crucificado cabeza abajo. Y asimismo lo fue Judas, el primo de Jesús.
Incluso se quieren ver cruces invertidas en la Semana Santa, por ejemplo, en la de Sevilla. No obstante, lo que ocurre es que los "Cristos" tienen asida la Cruz de modo que parece que está invertida, teniendo la base hacia adelante y los brazos hacia detrás. Uno de estas imágenes es el Cristo del Silencio, a cuya cruz invertida alude Juan Bonilla en su Nadie conoce a nadie.
Pero, aunque no guarde relación oficial con simbología satánica oficial alguna o eclesiásticamente reconocida, popularmente, el significado popular tradicional de la cruz invertida es otro y se vincula, como en la primera explicación de Vargas Llosa, con el diablo. Y así se interpreta por los compradores de bisutería que consagra ese tipo de cruz al revés en las tiendas repartidas por numerosas ciudades.
En las tribus urbanas de nuestros días, hay modas como la "siniestro-dark" en la que predomina el negro riguroso, barba en perilla y las cruces invertidas que insinúan algo diabólico, una suerte de ilación con el personaje demoníaco.
El esoterista y masón René Guénon ya advirtió que la secta "carmeliana" fundada por el "profeta" decimonónico francés Pierre-Michel-(Élie) Eugène Vintras , usaba una cruz invertida sospechosa. Y añade: "Es verdad que este signo se interpretaba como indicando que el reino del "Cristo doloroso" debía hacer sitio en adelante al del "Cristo glorioso"; así pues, es muy posible que Vintras mismo no haya sido más que un satanista perfectamente inconsciente, a pesar de todos los fenómenos que se cumplían alrededor de él y que dependen claramente de la "mística diabólica".
La muy influyente y discutida en su día, la teósofa y ocultista Madame Blavatsky se refirió a una de las obras de su conocido Eliphas Lévi, autor de una Historia de la Magia, en la que decía textualmente: "En esta misa, celebrada ante la imagen del demonio teniendo bajo sus pies una cruz invertida, el hechicero-sacerdote consagraba dos hostias, negra y grande la una, blanca y pequeña la otra. Esta se dio al niño, al cual conducían vestido de blanco como para el bautismo, y a quien mataron en las mismas gradas del altar inmediatamente después de su comunión".
Que las cruces invertidas eran señal de algo inquietante se sabía desde Emilio Zola que en su novela El Paraíso de las damas describió la angustia de uno de sus personajes, Denise, cuando el retumbar de un trueno, los ronquidos de un mozo dormido tras géneros de luto, a cristalera de luz crepuscular y las siluetas de las largas varas de medir "dibujaban cruces invertidas".
Contó Lorenzo Fernández Bueno en su libro La España maldita que "en un castillo cercano a Sigüenza, junto a un pequeño pueblo llamado Riba de Santiuste, los habitantes decían que veían a una extraña dama de blanco paseando por las almenas…". Y en su interior, "se hallaba una mesa redonda que alguien había utilizado para colocar velas de colores, negras y rojas, y algún que otro recipiente, junto a una pared cubierta de dibujos de demonios, de los que salían bocadillos con nombres en su interior, cruces invertidas, más frases en latín…". O sea, cruces invertidas y demonio tienen relación popular.
En Marmellar del Montbell, en el Bajo Penedés, hay una iglesia donde apareció violada y asesinada una joven en la fiesta de San Juan de 1993. "Además de asesinada y quemada se encontraron indicios de que la joven pudo haber sido violada por sus asesinos. En la iglesia se encontraron todo tipo de pinturas de corte satánico que todavía hoy pueden observarse con claridad: cruces invertidas, los típicos 666, alguna estrella de seis puntas… y otros símbolos y objetos propios de la parafernalia clásica en este tipo de rituales".
En el libro Leyendas urbanas en España, de Antoni Orti, se habla de que en la Edad Media había un deus inversus y se hace alusión al libro de René Laban sobre el satanismo y la música rock (I). De hecho, se cita a Nina Hagen, cantante, muy admirada por la democristiana Ángela Merckel, que saltaba al escenario con cruces invertidas. Es más, una de sus frases desafiantes fue: "Los caminos son infinitos, el único que no es válido es la religión católica".
Sigue diciendo Laban en su libro: "Antony La Vey, fundador en los Estados Unidos de la primera Iglesia Satánica reconocida oficialmente (sic.) declaraba en noviembre de 1968: ‘La Masa, adicta al Maligno, invierte el Pater Noster, lo mezcla con obscenidades y pisotea la Crux Christi o la cuelga boca abajo’. Los miembros del grupo Black Sabbath suelen aparecer en escena con cruces invertidas…".
Uno de sus imitadores, el joven de 22 años, "James Guihrie que, junto con su esposa Lina, fundó en Cincinnati la Iglesia Satánica de Cincinnati en la que tienen lugar misas negras, se adoran cruces invertidas y se recitan oraciones al revés", abunda Laban.
Uno de los personajes de la obra teatral Exiliados, de James Joyce, Richard, afirma que la señal de la cruz invertida ahuyenta al demonio. "La isla está llena de voces. También de la suya. Porque si no, no podría verle, decía. Y la voz de ella. Y la voz de él. Pero, se lo aseguro, todo son los demonios. Hice la señal de la cruz invertida y eso los silenció", cuenta.
Cómo no, Stephen King, en su Apocalipsis, contempla la señal de la cruz trazada inversamente como causante de una muerte ajena. "Haga la señal de la cruz invertida y podrá causarme una embolia cerebral. Haga caer un rayo del portalámparas del techo y pártame en dos. Oh... ¡qué gracioso!", escribe.
Jordi Sierra i Fabra en su Historia del rock escribió que "frente al rock sureño se habló bastante del rock degeneration, término poco afortunado. ¿Degeneración? Aparecieron bandas como los New York Dolls primero, y después Blue Öyster Cult, que hacían shows tremendistas, de tipo satánico, cruces invertidas y parafernalia al estilo de lo que ya había puesto de moda Alice Cooper años antes".
En la estética juvenil "gótica", de la que resulta imposible olvidar a las hijas del ex presidente Rodríguez Zapatero en su visita a la Casa Blanca, se hacía necesaria la presencia de velas negras, cruces invertidas, ataúdes y todo lo que hiciera razonable pensar que estaban imbricadas con oscuras actividades espirituales.
En su Guía del Madrid Mágico, Clara Tahoces alude a lo que sucedió en la noche de difuntos de 1995. Y escribe: "La prensa lo bautizó como un rito ‘satánico’ en los jardines del Palacio Real... donde se encontraron varias cruces invertidas pintadas de rojo, además de una estrella de cinco puntas también invertida, junto a los famosos ‘tres seises’. Pero ella no lo veía así, aunque añadía que "se encontraron velas blancas con crespones de luto, cirios negros, sangre de gallo, cinco platos, óleos y un pequeño tapete…". Cultos sincréticos, apuntó, si bien la relación de cruces invertidas con el satanismo era ya una creencia general.
En la serie de Álex de la Iglesia, Treinta monedas, se pone de manifiesto cómo las cruces invertidas, los ángeles caídos, los demonios y los anticristos, los hechizos y la magia tienen que ver con ese típico mundo infranatural del director —en este caso con un cura boxeador culpable del fracaso de un exorcismo de por medio—, ya puesto en escena en películas como El día de la Bestia o Las Brujas de Zugarramurdi.
Iris Murdoch, Santiago Mata y Ann Rice, la adelantada del vampirismo, no tienen duda alguna de la relación estrecha y directa que hay entre la cruz invertida y lo diabólico. Nerea Riesco, en su Ars Magica, afirma que "esos cuatro eran sicarios del demonio en busca de venganza. Seguro que la marca en forma de cruz en la mano de Juana es una cruz invertida. Ellos se sirven de ese tipo de alegorías. Se persignan al revés, comulgan con hostias negras…".
Hay más testimonios, pero de ellos resulta indudable que, en la percepción popular, religiosa o no, la cruz invertida manifiesta una clara congruencia con el satanismo típico tal y como ha llegado a sus oídos. Para dejarlo aquí, en su Diccionario demonológico, (otros traducen Infernal), publicado en 1818, Jacques Auguste Simon Collin de Plancy describe un bautismo diabólico donde se hacía la señal de la cruz con la mano izquierda y al revés.
Para unos responsables políticos supuestamente sensatos, elegir como forma de iluminación navideña cruces invertidas sólo puede tener tres explicaciones convincentes porque alegar ignorancia acerca de lo que tales objetos representan no tiene credibilidad alguna tal y como lo hemos mostrado en las líneas anteriores (II).
O se trata de una identificación con la cruz de San Pedro ( o san Felipe o san Judas), algo que no parece ser lo característico ni del tiempo litúrgico ni de ciudades como Granada y Zaragoza que tienen otros santos patronos.
O se trata de una compra a la desesperada, consecuencia de problemas de precios, plazos, saldos y mercancía disponibles, lo que conduciría a preguntar por qué este diseño tiene cabida entre los fabricantes de luminarias navideñas y quién lo ideó o encargó (otra investigación pendiente).
O sencillamente, se trata de una bravata irrespetuosa para con la religiosidad popular tradicional que, como era de esperar, ha reaccionado. De hecho, nadie puede dudar de que, en la sensibilidad social desde hace mucho, las cruces invertidas evidencian faltas de consideración, cuando no ataques abiertos a los símbolos y creencias tradicionales del cristianismo. El tiempo de agachar la cabeza y consentir cualquier falta de respeto parece estar llegando a su fin. Deo gratias.
(I) Música rock y satanismo, René Laban, Ediciones Arco Iris, México, 1989
(II) Suponer que los alcaldes de estas ciudades están en conocimiento de la obra Monas Hieroglyphica (1564), de John Dee, que incluye una cruz invertida en las relaciones cósmicas descritas, parece mucho suponer. Como parece excesivo suponer que hayan leído La cruz invertida, de Marco de Aguinis, Premio Planeta 1970, novela, por cierto, en la que el diablo está bien presente.