El 31 de octubre, víspera de la fiesta católica de Todos los Santos, Argelia cierra el gaseoducto GME, que transporta gas natural desde los yacimientos de Hassi R’Mel, en el sur del país árabe, hasta Tarifa y Córdoba a través de Marruecos. La razón es la ruptura de relaciones diplomáticas entre Rabat y Argel, debido, según el anuncio del ministro de Asuntos Exteriores argelino realizado en agosto, de comportamientos hostiles, incluida la provocación de incendios forestales. Argelia priva así a su rival, con el que libró en 1963 y 1964 la ‘guerra de las arenas’, de un recurso económico.
Lo curioso y desconocido en España es que el gasoducto, inaugurado hace 25 años, tiene dos nombres: GME y GPDF, sigla ésta que corresponde al ingeniero catalán Pedro Duran Farell (1921-1999).
España, potencia nuclear
Sin energía, no hay industrialización ni bienestar social. Como España es deficitaria en fuentes energéticas, sólo le quedan dos alternativas: o gastar divisas en comprarlas o desarrollar las propias. Por eso, el régimen franquista, que fue el que realizó la transición de un país agrícola a otro industrial, fomentó el consumo del carbón nacional, construyó una enormidad de centrales hidroeléctricas y apostó muy pronto por la energía nuclear.
En 1948, se constituyó la Junta de Investigaciones Atómicas, que en 1951 cambió su nombre a Junta de Energía Nuclear. Este organismo convirtió a España en el cuarto país europeo con más alta cualificación nuclear, detrás de la URSS, Reino Unido y Francia. Entre 1968 y 1970 se inauguraron tres reactores nucleares: José Cabrera (Guadalajara), Vandellós I (Tarragona) y Santa María de Garoña (Burgos). Era tal la capacidad tecnológica alcanzada que un sector del régimen franquista elaboró el Proyecto Islero, para dotar a España de armamento nuclear.
Después de la crisis petrolífera de 1973, el Plan Energético Nacional (1975) pretendió reducir la dependencia del crudo con la construcción de más centrales nucleares, hasta sumar 38 reactores, con una producción anual de 23.800 megawatios.
En la Transición, la izquierda empleó las centrales nucleares, al igual que el ingreso de la OTAN, en elementos de agitación política y hasta subversión terrorista. La banda ETA absorbió al movimiento antinuclear y cometió numerosos atentados contra los trabajadores de la central de Lemóniz (Vizcaya) y los policías encargados de la vigilancia.
Los Gobiernos socialistas, tan afines a los franceses, grandes productores de energía gracias a sus docenas de reactores nucleares, ordenaron entre 1983 y 1994 primero la moratoria en la construcción de reactores y luego su suspensión. Como otras muchas medidas socialistas, el PP no la revocó.
El INI se apodera de plantas y de contratos
Una vez que Felipe González renunció la expansión de la energía nuclear el problema del suministro energético para la industria y la población españolas volvió a plantearse en un momento de crecimiento económico por la incorporación al Mercado Común Europeo. Fue en este momento cuando apareció el ingeniero Pere Duran Farell, uno de esos capitanes de empresa y no meros ejecutivos, tan escasos en España, como el marqués de Comillas, Víctor Chávarri, la familia Oriol o José María Aguirre Gonzalo.
Duran, ingeniero de caminos, canales y puertos, empezó a trabajar en el sector de la energía. Se incorporó a Hidroeléctrica de Cataluña, participada por los bancos Urquijo e Hispano Americano y la empresa Catalana de Gas y Electricidad, fundada en 1843. Fue el responsable técnico de los embalses construidos en la cuenca de los ríos Noguera Pallaresa (Lérida) y Ter (Gerona). Y fue pasando de la ingeniería a la gestión empresarial.
En 1960, se le nombró presidente de Catalana de Gas y Electricidad (SCGiE) y Duran se lanzó a un cambio radical. La empresa abandonó el negocio de la generación eléctrica y se expandió fuera de Cataluña mediante la compra de la Compañía Española de Gas. El ingeniero de Caldes de Montbui conoció el gas natural, ya empleado en Francia y otros países europeos como fuente de energía, pero apenas usado en España, pues el INI (Instituto Nacional de Industria), motor de la industrialización de España, había optado por el gas butano. También viajó al desierto del Sáhara para conocer los yacimientos de gas natural de Argelia y Libia.
Catalana de Gas fundó en 1965 Gas Natural S. A., con Duran como presidente. Éste firmó una asociación con la petrolera Exxon y construyó una planta regasificadora en Barcelona. En cuanto estuvo acabada, empezaron a llegar buques metaneros con gas natural licuado de origen libio y argelino. Duran contó con el apoyo de otro ingeniero, Gregorio López Bravo, uno de los ministros-estrella de Franco.
En 1972 Gas Natural suscribió con la empresa pública argelina Sonatrach un contrato de suministro para quince años, que convirtió a la empresa española en el tercer cliente de Argelia, después de la estadounidense El Paso y la francesa Gaz de France.
Tanto el régimen nacionalista de Gadafi como el régimen socialista de Argelia no tuvieron escrúpulos en hacer negocios con una empresa de la España franquista y católica… y cumplieron sus compromisos sin vacilar.
En cuanto se comprobó el éxito del gas natural, el INI constituyó en 1972 la empresa pública Enagás para la distribución de esta fuente energética en España, que comenzó la construcción de una red de gasoductos. También obligó a Gas Natural a ceder infraestructuras y a subrogarle en los contratos con Sonatrach y la National Oil Corporation libia. La empresa catalana quedó limitada a la comercialización.
Gas para sustituir a los átomos
Pero la moratoria nuclear del PSOE le permitió a Duran la revancha. Hacía falta una nueva fuente energética y él ofreció el gas natural. Gracias a sus relaciones con Felipe González (similares a las que el socialista tenía con el financiero vasco José Ángel Sánchez Asiaín, presidente del Banco de Bilbao) y Jordi Pujol, obtuvo respaldo político para sus planes de expansión. En 1985, su empresa se fusionó con Repsol Butano.
Dos operaciones políticas lanzaron la nueva empresa. En 1992, Catalana de Gas absorbió Gas Madrid, para crear la nueva Gas Natural SDG. Y en 1994, en una operación criticada por el bajo precio, el Instituto Nacional de Hidrocarburos (público) vendió el 91% de Enagás a Gas Natural y Duran fue nombrado presidente de Enagás. Esta empresa, aliada con Sonatrach y otras empresas, comenzó la construcción del gasoducto GME, que entró en funcionamiento en 1996.
Entre 1992 y 1996, Duran negoció con los líderes argelinos (sumidos en una guerra civil) y libios el suministro de gas natural por años. Desde entonces, ésta es una de las principales fuentes energéticas de España.
Después de fallecer Duran en 1999, la empresa prosiguió su crecimiento. En 2002, Enagás salió a bolsa. Entre 2008 y 2009, Gas Natural absorbió la eléctrica gallega Unión Fenosa. Una oferta de compra hostil de Endesa en 2005, respaldada por otro gobierno socialista había fracasado.
¿Qué pensaría el ingeniero Duran de los políticos y ‘salvamundos’ que quieren erradicar el gas natural porque contamina y reemplazarlo por generadores eólicos y placas solares?