Eva Leitman Bohrer nació en 1944, en plena invasión de Budapest; hasta ese momento la última ciudad húngara en caer ante el nazismo y "el peor momento para dar a luz para una madre". Allí, un jovencísimo diplomático de Zaragoza, recién casado y destinado apenas 2 años antes, observaba con estupor las atrocidades perpetradas contra los judíos.
"Para que te hagas una idea, había días en los que las aguas del Danubio bajaban teñidas de rojo, por las ejecuciones". Es su hijo, Juan Carlos Sanz Briz quien hoy explica el "horror" que presenció su padre y, junto a sus hermanos, quien mantiene viva su historia; nuestra historia. Porque también es de España.
Cuenta cómo, puntualmente, informaba a Franco de forma detallada sobre los asesinatos, las deportaciones masivas e, incluso, es quien le hace llegar uno de los primeros planos que se tuvieron del campo de exterminio en Auschwitz . Sin embargo, "al no obtener respuesta", explica Juan Carlos, "decidió actuar por su cuenta acogiéndose a una Ley de Primo de Rivera, ya obsoleta" que reconocía el derecho a un pasaporte español a los judíos sefardíes con lazos con España. Valiéndose de esto, consiguió que "un contacto en el Ministerio del Interior Húngaro le diera luz verde para expedir sólo 300 documentos de protección a judíos con una condición: "Que fueran sefardíes".
El problema, tal y como recuerda, es que sólo había 25; la mayoría eran askhenazis. Sin embargo, "llegó a expedir 2.200 documentos que salvaron la vida de 5.200 judíos" con un pequeño truco: "Saltarse el número 300, por si tenía una inspección".
Uno de esos documentos llevaba el nombre de la madre de Eva Leitman Bohrer. Hoy nos lo cuenta desde Madrid en primera persona porque a sus 9 de meses de vida pudo refugiarse junto a parte de su familia "en una casa de acogida, gracias al Ángel de Budapest".
Esta fue la otra gran obra de Sanz Briz: Con su propio dinero, tal y como sospechan sus hijos, acogió en su casa a 30 personas. Cuando ya no cabían más, alojó a los siguientes en la embajada. En total, acabó alquilando 8 edificios a los que dotó de protección con otra artimaña: "Colocó una bandera española y un cartel que rezaba ´Anejo a la embajada de España´. De esa manera, recuerda Juan Carlos, los nazis no podían irrumpir para llevarse a los judíos a los campos de exterminio". Eso en teoría. "En más de una ocasión, le tocó ir a las marchas de la muerte o a trenes con destino Auschwitz a presentarse como embajador de España y protector de esas personas detenidas".
"Esto se empezó a conocer por el boca a boca", recuerda María Victoria. Ella es la viuda de Jaime Vándor. Por aquella época él tenía 9 años y también consiguió salvarse del holocausto "gracias a una de estas casas protegidas por Ángel Sanz Briz". Vándor falleció hace poco pero su testimonio fue clave en el año 1966 para que el Ángel de Budapest recibiera el reconocimiento de Justo entre las Naciones, otorgado por Israel.
A pesar de todo, él nunca hablaba en casa de esta parte de su vida. Algo que tenía en común con Jaime Vándor y con la madre de Eva. Todos les recuerdan como personas "con ganas de vivir y que no querían que sus hijos cargaran con una mochila difícil de llevar". Sin embargo, Eva recuerda con cariño cómo desde su llegada a España, lo primero que hace su madre es "buscar a la familia Sanz Briz. Cuando lo consigue, el diplomático ya había fallecido pero sí pudo agradecer su vida a su viuda"
De hecho, lamenta que sólo pudo reconstruir su historia a raíz de unos documentos que encontró tras el fallecimiento de su padre y que el próximo mes ven la luz en forma de libro bajo el título Los papeles secretos de Pape.
Ahora, se buscan más historias como la suya para añadir a la #ListaSanzBriz; una iniciativa del Centro Sefarad-Israel en colaboración con el Archivo General de la Administración, con la que se pretende encontrar más voces que mantengan vivo el legado del Ángel de Budapest.