Hay veces en que algunos colegas de la izquierda filopodemita producen ternura por su, quiero verlo así, ingenua candidez si es que dicen la verdad. Dijo una de ellos hace unos días en el izquierdista el diario.es que “Sánchez e Iglesias deben respetar la independencia judicial, la libertad de prensa y los derechos humanos o los fascistas se frotarán las manos". Una perla de disyunción y una perla indocumentada, si es de buena voluntad, o una falsa si procede de la mentira.
Daré por bueno que lo que se dice expresa la convicción que pudiera albergar una cierta parte de la izquierda podemita que, por ignorancia o simplismo, cree que la independencia judicial, la libertad de prensa y los derechos humanos, deben ser respetados como algo bueno en sí mismos, se froten las manos los fascistas (I) o no, segunda parte de la disyuntiva que tiene comentario final aparte.
Como son conocidos (por lo visto no demasiado) los ataques actuales –y pasados—, de este tipo de izquierdas a la independencia judicial y a la libertad de prensa en cuanto llega al poder, me centraré en esta ocasión en mostrar cómo tampoco los llamados derechos humanos vigentes forman parte de la sociedad que pretenden imponer a todo el mundo. Eso sí, los utilizan como banderín de enganche, como la libertad y la justicia igual para todos, para engañar a los incautos. Pero no es su doctrina. No lo es desde Marx. De Lenin y Stalin (II) ni hablamos. Como de Mao, Castro y demás dictadores. Veámoslo en su origen.
Recuerda Isaiah Berlin en su Karl Marx que el pensador alemán trató de destrozar al libertario Pierre-Joseph Proudhon (III) que sí defendía los derechos humanos y la justicia. Pero el ataque de Marx a los derechos humanos es más duro y definitivo en otras partes de su obra. Por ejemplo, en su 18 Brumario de Luis Bonaparte, vino a sentenciar que la defensa de los “eternos derechos humanos” oscurece la lucha de clases y refiere este oscurecimiento a ese capítulo de la historia francesa.
Uno de los textos más claros de Marx respecto a los derechos humanos (IV) está en los escritos sobre La cuestión judía. En ellos se dice: “Ninguno de los llamados derechos humanos va, por tanto, más allá del hombre egoísta, del hombre como miembro de la sociedad burguesa, es decir, del individuo replegado en sí mismo, en su interés privado y en su arbitrariedad privada, y disociado de la comunidad". Esto es, defender los derechos humanos es propio de la burguesía porque tales derechos son los derechos del hombre burgués, o sea, del hombre individual.
Por ello, “la emancipación política es la reducción del hombre, de una parte, a miembro de la sociedad burguesa, al individuo egoísta independiente, y, de otra parte, al ciudadano del Estado, a la persona moral. Sólo cuando el hombre individual real recobra en sí al ciudadano abstracto y se convierte, como hombre individual, en ser genérico, en su trabajo individual y en sus relaciones individuales; sólo cuando el hombre ha reconocido y organizado sus forces propres como fuerzas sociales y cuando, por tanto, no desglosa ya de sí la fuerza social bajo la forma de fuerza política, sólo entonces se lleva a cabo la emancipación humana".
Como ya escribí hace años, esto significa que sólo se es ciudadano si se es ciudadano de un Estado socialista o, si se quiere, cuando menos, precomunista. La “ciudadanía” socialista exige que lo individual deba subordinarse a lo colectivo y la persona, cada hombre, y sus libertades y derechos “humanos”, al Estado. Todo este proceso de transición debe ser dirigido, claro está, por el partido inspirado en el marxismo, único poseedor –creía firmemente Marx—, de la “ciencia” necesaria para la interpretación y la transformación de la Historia.
Uno de los estudiosos españoles de Marx en su relación con los derechos humanos, Manuel Atienza, lo subraya así en su libro Marx y los derechos humanos: “Concluyendo: lp. No vio en ellos cuestiones de principio, sino de oportunidad".
De ello se deduce que la democracia liberal, la que fundamenta esencialmente nuestra Constitución de 1978 que recoge expresamente su obediencia a los “derechos humanos” (artículo 10, 2), no es la auténtica democracia y que, a lo sumo, podría servir al partido-guía del populo-proletariado como instrumento de consecución de una sociedad supuestamente sin clases donde las libertades y derechos humanos resultarían superfluas, muy especialmente en la etapa de la “dictadura del proletariado".
Esto es, los derechos humanos y la democracia no son más que instrumentos para todo partido que tenga en sus raíces originales el marxismo, pero nada que tenga que ver con principios teóricos, ya sean filosóficos, políticos o éticos. Es decir, mientras convenga se blandirán de forma oportunista tales derechos humanos contra el régimen que se quiere destruir y en cuanto triunfe una política socialista, tales derechos serán aniquilados. Esta es la verdad histórica y real.
El socialista Gregorio Peces Barba, en su comentario a tal libro, dice: “El tema de los derechos humanos es uno de los que sirven de elemento de distinción entre lo que podríamos llamar el socialismo democrático o el Socialismo liberal, como diría Rosselli, y el marxismo leninismo”, pero ello obliga a hacer una interpretación de Marx que no casa con sus doctrinas. Por ello, tanto Bernstein como Kautsky, los padres de la socialdemocracia europea, tuvieron que abandonar el marxismo en sus tesis fundamentales, algo que aun no ha hecho el PSOE en España.
Cuando hablamos de derechos humanos no nos referimos a unos supuestos derechos humanos “naturales” que se encuentran alojados en la propia esencial abstracta y general de los hombres y, por ello y después, de cada hombre. Los derechos humanos lo son en tanto que derechos declarados en la forma actual, al estilo de una nueva “religión civil” de treinta “mandamientos” erigida como base de una nueva república universal que aún está compuesta de naciones pero que camina en contra de tales elementos. Todo eso puede discutirse como puede debatirse sobre los pilares de la democracia llamada liberal.
Pero no estamos en este momento en esa tarea, sino en la de mostrar que todo marxista o filomarxista que se precie no puede defender los derechos humanos porque son contrarios doctrinalmente a todo socialismo derivado. Cuando se repasan los derechos humanos de la ONU, se encuentran los fundamentos de las actuales democracias liberales occidentales que son las que ganaron la segunda guerra mundial. El bloque comunista, coherentemente, no los admitió. Veamos unos ejemplos de elementos incompatibles con aquellas dictaduras fundadas en el marxismo
- Nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado.
- Toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por un tribunal independiente e imparcial, para la determinación de sus derechos y obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia penal.
- Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques.
- Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado.
- Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país.
- La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado.
- Toda persona tiene derecho a la propiedad, individual y colectivamente.
- Nadie será privado arbitrariamente de su propiedad.
- Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión
- Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.
- Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos.
Tal concepción de los derechos humanos pueden ser objeto de crítica, incluso desde posiciones de las nuevas derechas, como hace Alain de Benoist, por su individualismo implícito. Tal enumeración y precisión de esos derechos puede ser igualmente objeto de discusión. Lo que no puede dudarse es de que si un, o una, podemita, herederos del marxismo leninismo en sus versiones actuales, dice defender los derechos humanos o nos quiere manipular como a muñecos o es que no tiene ni idea de lo que está diciendo.
Si lo dice alguien próximo a Bildu, herederos marxo-separatistas confesos de la “democracia del tiro en la nuca” que no respeta el derecho a la vida de ningún adversario y segregadores de la población en función de su “raza” u “origen”, ya sería de traca. Ver a un tipo como Otegui, u otros, me acuerdo ahora de Igor Solana, el asesino del fiscal Luis Portero en Málaga hace veinte años, defendiendo los derechos humanos sería propio de una charlotada intelectual. Sufrir como sufrimos a Josu Ternera en la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento vasco fue moralmente degradante.
El catedrático Agapito Maestre alude a dos pensadores para apuntalar lo que se defiende en este artículo. Para Claude Lefort, los derechos humanos son el soporte declarado de toda democracia real y resultan incompatibles con cualquier totalitarismo, sea nacionalista o marxista. Para Cornelio Castoriadis, los derechos humanos son parte esencial del imaginario de las democracias tal y como las conocemos. Pero ni los nacionalismos autoritarios ni el marxismo leninismo en cualquiera de sus versiones los defienden.
Volvamos ahora a los que la colega filopodemita defendía. Su expresión “Sánchez e Iglesias deben respetar la independencia judicial, la libertad de prensa y los derechos humanos o los fascistas se frotarán las manos” es la manifestación de un profundo desconocimiento del pensamiento marxista. No los defenderán, coherentemente, porque no creen en ellos.
Si sólo preocupa que los imaginarios “fascistas” se froten las manos si no se defienden la independencia judicial, la libertad de prensa o los derechos humanos, parece decirse que la defensa de tales derechos humanos beneficia el ascenso de ese presunto “fascismo”, lo cual es un sinsentido porque el fascismo, el de verdad e histórico, no el estúpido de la propaganda izquierdista, fue y es totalitario y no respeta tampoco los derechos humanos. O sea.
(I) Nadie sabe quiénes son estos fascistas, si son algún grupo minúsculo y desconocido seguidor de Mussolini o si lo somos todos aquellos que no estamos de acuerdo con esta izquierda, como ya es habitual.
(II) Lenin sólo mencionó una vez los derechos humanos en 1904 para azuzar a los obreros rusos contra el Zar y la URSS de Stalin no firmó la Declaración Universal de 1948. Los países que no la firmaron fueron Arabia Saudí, Bielorrusia, Checoslovaquia, Polonia, Sudáfrica, Ucrania, Unión Soviética y Yugoslavia. Y se ausentaron dos, Honduras y Yemen.
(III) Lo hizo en La miseria de la filosofía, respuesta a Sistema de las contradicciones económicas o Filosofía de la miseria, de P.J. Proudhon
(IV) Marx se refiere a la declaración de los derechos del hombre surgidos de la Revolución francesa, que derivaron con el tiempo en la Declaración Universal de los Derechos Humanos aprobada por la Asamblea General de la ONU en 1948
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