Pocos conocen en España a Yuri Alexandrovich Bezmenov (1939-1993), un ex agente secreto soviético que desertó a Canadá en 1970. Ahora sus ideas sobre la "batalla cultural" contra Occidente que diseñó la vieja cúpula soviética pueden ser más conocidas gracias a un videojuego. Su nombre es Call of Duty: Black Ops Cold War. Será en el próximo mes de noviembre cuando se ponga a la venta y tiene por finalidad explícita exponer hechos reales de modo que el conocimiento verdadero de la historia evite tener que repetirla, lema general del nuevo producto mediático.
En su tráiler oficial, se ofrece un breve resumen de una famosa entrevista concedida en 1984 por Bezmenov al periodista W. Eduard Griffin sobre la subversión ideológica y el marxismo cultural, que fue calificada de carnaza de la extrema derecha norteamericana de forma inmediata. En ella, desgranó los elementos de la estrategia comunista que tenía por finalidad acabar con la hegemonía de los valores occidentales en el planeta (I).
Experto del KGB en propaganda durante la Guerra Fría, Bezmenov se dedicó a dictar numerosas conferencias sobre la estrategia cultural de la subversión comunista —así la llamaba él—, instigada desde el Kremlin para dinamitar los pilares básicos de las sociedades occidentales. De hecho, consideraba que el 85 por ciento de los recursos del KGB iban destinados a esta labor, no al espionaje militar e industrial como se creía.
La trama concreta del videojuego tiene que ver con Perseus, alias de un famoso agente secreto soviético nunca descubierto por la maquinaria de inteligencia de los Estados Unidos (que fue citado expresamente por Yuri Bezmenov) que tenía por misión, en los años finales de la Guerra Fría, que el equilibrio de poder mundial se inclinase a favor de la URSS, misión a la que se opone en la pantalla del juego el agente de la CIA Russell Adler.
Podría considerarse, y así lo será desde la izquierda comunista española, que este videojuego sobre la Guerra Fría y el ex agente soviético Bezmenov son piezas de un entramado ideológico propiciado desde la extrema derecha para desacreditar culturalmente todo lo que significa el comunismo en el mundo occidental. El problema es que el testimonio de Bezmenov es consistente, coherente y tenido en cuenta no sólo por los republicanos de Donald Trump, como se quiere hacer creer, sino asimismo por los demócratas hoy aglutinados en torno al ex vicepresidente de Barack Obama, Joe Biden, que aspira a ser el próximo inquilino de la Casa Blanca.
Precisamente, y para que sirva de ilustración poco refutable, el 21 de mayo de 2019, hace sólo poco más de un año, el Dr. Michael Carpenter Director Senior del Penn Biden Centro para la Diplomacia y el Compromiso global de la Universidad de Pennsylvania, expuso su informe sobre el socavamiento de la democracia y la influencia política "maligna" del Kremlin. Carpenter, que fue subsecretario adjunto de Defensa del gobierno norteamericano y alto funcionario del Pentágono responsable de coordinar las políticas de defensa, especialmente las destinadas a Rusia, citó expresamente a Yuri Bezmenov en su intervención en Pennsylvania, precisamente el estado en el que nació Joseph Robinette Biden Jr. (Scranton, 1942), actual candidato a la Casa Blanca por los demócratas.
El director senior del centro Biden escribió textualmente: "Como dijo el desertor de la KGB Yuri Bezmenov, las operaciones de influencia en última instancia buscan cambiar la percepción de la realidad de cada estadounidense". Y añadió: "O como el estratega del Kremlin Vladislav Surkov (II) se jactó recientemente ante una audiencia occidental: Rusia [busca interferir] en vuestro cerebro, para cambiar vuestra conciencia".
En sus notas a pie de página, se refirió además al breve libro de Bezmenov (cuyo nombre en Canadá era Thomas Schuman), Love letter to America, editado por W.I.N. Almanac Panorama, Los Ángeles, 1984, donde está condensada toda su visión de la estrategia que seguía entonces el comunismo soviético para debilitar la democracia liberal y el papel de Estados Unidos.
Dicho de otro modo, más claro, es evidente que las reflexiones de Bezmenov sobre la batalla cultural emprendida por la Unión Soviética contra Occidente no han sido nunca consideradas como las ideas de un traidor, o un loco, o un conspiranoico, ni siquiera por los demócratas. De hecho, su pensamiento coincide con el de otros desertores famosos del KGB y con la disidencia política e intelectual dentro de la URSS.
Ya que la figura de Yuri Bezmenov va a cobrar un nuevo interés gracias al videojuego que van a poner en circulación Treyarch y Raven Software y será publicado en noviembre por Activision, parece oportuno que tratemos de dar a conocer cuál fue la descripción de la estrategia de la batalla cultural emprendida por el comunismo kremliniano y sus etapas.
Aunque lo explica en las entrevistas y conferencias a las que ya hemos aludido, preferimos extraer sus ideas fundamentales que están contenidas en Love letter to America, libro que puede obtenerse digitalmente en inglés pulsando el enlace facilitado. Las fases de la estrategia de socavamiento de la democracia están desmenuzadas desde la página 17 hasta casi el final.
Cuatro fases: Desmoralización, desestabilización, crisis y "normalización"
Así llama a las fases temporales donde se desarrollan las "medidas activas" de la estrategia global contra el Occidente democrático que forman la Europa común, Estados Unidos y las democracias iberoamericanas. Es un plan a largo plazo que puede durar una generación o, si se quiere, entre 20 y 30 años.
Según Yuri Bezmenov, era la apuesta principal del KGB al final de la Guerra Fría y cuyos ingredientes muchos siguen viendo en lo que sigue ocurriendo en tales áreas inspirados ahora, no sólo por Rusia, sino asimismo por China y las dictaduras filobolivarianas.
En su "preludio", Bezmenov se refiere al famoso texto sobre la guerra de Sun Tzú que hacía valer contra el enemigo batallas culturales que ridiculizaran los valores del oponente, que acusaran de corrupción a sus dirigentes, recurriendo a toda clase de individuos por bajos y despreciables que fuesen, ahondando las desuniones y disputas entre sus ciudadanos, enfrentando a los jóvenes contra los viejos (a los sexos añadiríamos hoy), prometiendo todo sin cumplir nada y recompensando holgadamente a los cómplices.
Relaciona estas viejas tácticas con las expuestas en un documento titulado "Reglas de la Revolución" (III), un documento secreto de la Internacional Comunista para jóvenes revolucionarios que anima a corromper a los jóvenes con el sexo y la superficialidad, con la división social extrema en grupos hostiles enfrentados por asuntos fútiles, debilitar la fe en los gobiernos, pero, eso sí, todo en nombre de la democracia en la que no creen y a la que destruyen en cuanto pueden.
Se trata de conseguir que una sociedad abierta, democrática y libre se transforme en una sociedad cerrada. Se quiere lograr que una sociedad donde se puede trabajar o no, tener propiedad privada o no, amar a su país o no, criticar libremente su funcionamiento o no sin ser declarado "enemigo del pueblo" mute en una sociedad donde nada de eso sea posible eliminando la libre iniciativa individual y el libre mercado.
Por ejemplo, adviértase la demagogia sobre la igualdad. Se sienta que nacemos libres e iguales y se pone el foco en esa igualdad. De hecho, no somos iguales como todos apreciamos y entre las personas hay diferencias notables, unas de nacimiento, otras surgidas de las decisiones adoptadas y otras por otras causas. Por ello, las democracias no pretenden hacer iguales a la fuerza a sus ciudadanos sino dotarles de la igualdad de oportunidades útil para que los originariamente desiguales converjan desplegando sus valores y diferencias.
En el esquema de Bezmenov, que él mismo considera simplista y poco científico, aunque observable en la práctica real del KGB, la "igualación" exigida por las izquierdas comunistas es un arma poderosa que fuerza a los Estados a intervenir ante las continuas exigencias de igualitarismo, sensato o no, que genera descontento, infelicidad, violencia, descenso de la productividad, radicalismo y finalmente, aparición y prestigio de soluciones totalitarias como el comunismo.
El objetivo principal de la batalla cultural: la desmoralización del contrario
Es esta la primera fase que podemos identificar en España con lo que en España llamamos "batalla cultural" en la que se trata de que los hechos sean deformados y de que la realidad sucumba bajo un aluvión de "calificativos" que la desfiguren y enmascaren. Lo primero a tener en cuenta es que este proceso de desmoralización es un desarrollo a largo plazo cuya inteligibilidad es perdida de vista por la generación afectada.
Las llamadas "medidas activas" de esta fase –en España una de ellas es la "memoria histórica" que pronto va a sufrir un reforzamiento—, tratan de que se cambie la percepción de la realidad de tal modo que sea imposible llegar a conclusiones sensatas que beneficien a la nación de la que uno es parte e incluso a los propios intereses. Se trata de imponer, dice el ex agente, una "realidad al revés".
En esta dinámica desorientadora, por ejemplo, la Transición no fue un éxito sin precedentes de una gran nación como España capaz de pasar de una dictadura a una democracia representativa sin violencia y con reconciliación. La Transición, su Constitución y sus protagonistas no fueron otra cosa que los elementos de la ocultación de un genocidio consumado por un rey ilegítimo (que fuera votado con la Constitución de 1978 no tiene importancia).
Los 40 mejores años de la vida de la inmensa mayoría de los ciudadanos (sin guerra, sin insoportables desigualdades, sin indefensión legal y sin violencia interior en general, salvo la etarra) deben pasar a ser los peores de la Historia reciente y dar paso a un nuevo "paraíso republicano" limitando los pecados al franquismo y blanqueando el comportamiento de la izquierda en la II República y los años anteriores. Así, por ejemplo, sólo se menciona el golpe de estado de Franco contra le República, pero no el de la izquierda, PSOE incluido, en 1934.
Una de las maneras de conseguir tal efecto es la imposición del "doble rasero" valorativo de las conductas dependiendo de quien las perpetre, malas si las hacen los otros, pero buenas o silenciadas si las practican los "nuestros", todo ello legitimado por clubes, asociaciones, foros, prensa creada ad hoc o financiada, canales de difusión de rumores, etc., llegando a donde sea, incluso al asesinato de las personas que obstaculizan seriamente el proceso y que no pueden ser neutralizadas de otras maneras.
Un notable ejemplo puede examinarse en el tratamiento del feminismo en la Rusia democrática soberana de Putin. Mientras los comunistas occidentales enarbolan las banderas del feminismo en todas sus vertientes, sobre todo las más radicales, el gran asesor de Putin, Vladislav Surkov, escribió con motivo del día de San Valentín de 2018 que "en Occidente, la democracia matriarcal está sustituyendo a la liberal. El feminismo está saliendo de las sectas radicales y llegando a las grandes masas". Por suerte, añade, en el caso de Rusia, la sociedad apenas está afectada por el feminismo.
Puede creerse que la descripción de Yuri Bezmenov es una exageración pero hace poco pudimos investigar con detenimiento la que probablemente haya sido la agente secreta soviética más condecorada de todos los tiempos, la española África de las Heras. Si se comparan sus normas de comportamiento con las expuestas por Bezmenov y otros desertores, verán cómo no hay grandes diferencias. Incluso, como ella, el propio ex agente ruso fue obligado a renunciar a un matrimonio deseado para casarse con quien el KGB consideró adecuado.
Esta etapa de "desmoralización", según el ex agente soviético, necesita de unos 15 ó 20 años. ¿Por qué? Porque "este es el número mínimo de años necesarios para `educar’ a una generación de estudiantes del país objetivo seleccionado y exponerlos a la ideología de la subversión". En ausencia de ideas nacionales cohesivas y consistentes, la tarea de la desmoralización es todavía más sencilla.
No hay más que echar una pequeña ojeada a la enseñanza en España, su dispersión autonómica, la ausencia de una visión compartida, por crítica que sea, del pasado histórico y la insistencia de la izquierda española en el dominio absoluto de la educación en todos los niveles sin ceder a reforma alguna, para comprender que algo de este análisis debe estar bien orientado.
En la educación española, bien custodiada por una inspección represiva cuando es menester, no se trata de hacer crecer libremente a las nuevas generaciones mediante el conocimiento de todas las versiones racionalmente justificadas sino de imponer mediante libros de texto y leyes ad hoc los "relatos" deseados por quienes pretenden la desmoralización de los ciudadanos y su alejamiento de las propias experiencias, no sólo de la sustitución de sus creencias por otras nuevas.
En un resumen de sus ideas expresadas en la entrevista ya citada con Griffin, Bezmenov concreta su pensamiento en este punto y expresa que en Estados Unidos "la mayoría de las personas que se graduaron en los años sesenta ahora ocupan los puestos de poder en el gobierno, el servicio civil, los negocios, los medios de comunicación y el sistema educativo. Estás atrapado con ellos. No puedes deshacerte de ellos. Están contaminados; están programados para pensar y reaccionar a ciertos estímulos en un cierto patrón. No puede cambiar de opinión, incluso si los expone a información auténtica, incluso si demuestra que el blanco es blanco y el negro es negro, aún no puede cambiar la percepción básica y la lógica de su comportamiento. En otras palabras, en estas personas el proceso de desmoralización es completo e irreversible".
Es más, para el ex agente soviético que ahora, 27 años después de su muerte, será catapultado de nuevo al primer plano de la actualidad política gracias a un videojuego, en Estados Unidos la desmoralización ha triunfado: "La exposición a información verdadera ya no importa. Una persona desmoralizada no puede evaluar la información verdadera. Los hechos no le dicen nada. Incluso si lo baño con información, con pruebas auténticas, con documentos, con imágenes; incluso si lo llevo por la fuerza a la Unión Soviética y le muestro un campo de concentración, se negará a creerlo…".
"Incluso si comienzas ahora mismo, aquí, en este momento, comienzas a educar a nueva generación de estadounidenses, todavía te tomará entre quince y veinte años cambiar el rumbo. La marea de percepción ideológica de la realidad vuelve a la normalidad y al patriotismo", pero no de manera inmediata.
A esta fase decisiva, la de desmoralización, en la que parece que España está inmersa, si se acepta el esquema de Bezmenov, sigue la de Desestabilización, que dura de dos a cinco años y se centra ya en la economía, los sistemas de defensa y uso de las armas y los patrones de consumo.
"La siguiente etapa, por supuesto, es la de la crisis. Puede llevar sólo seis semanas llevar a un país al borde de la crisis. Puedes verlo en Centroamérica ahora. Y, después de una crisis, con un cambio violento de poder, estructura y economía, tiene lugar el llamado período de normalización", que puede durar indefinidamente y que "es una expresión cínica tomada de la propaganda soviética. Cuando los tanques soviéticos se trasladaron a Checoslovaquia en el 68, el camarada Brezhnev dijo: "Ahora la situación en la fraternal Checoslovaquia está normalizada".
Nos parezca lo que nos parezca el esquema interpretativo de la intención del propósito comunista internacional que explicaba Bezmezov, que algunos llaman hoy postmarxismo (IV), hay que agradecer al nuevo videojuego Call of Duty: Black Ops Cold War, que nos recuerde la figura de este ex agente y que permita abrir un debate sobre qué es lo que hay de consistente en sus apreciaciones y qué, si lo hay, de exceso en ellas.
¿Imaginan lo que podría significar en España un videojuego que tratase de la Guerra de la Independencia – e las que hay hasta comics—, o de la Guerra Civil, por ejemplo, centrado en la búsqueda de los asesinos de Calvo Sotelo, Andréu Nin, Lorca, Hinojosa, y de otros asesinos? Ya sabemos que la batalla cultural interesa a muy pocos. Por eso intuimos que nunca se harán.
(I) Una visión sobre el comunismo y sus sectas en Estados Unidos la ofrece Antonio Escohotado en su conferencia de Montevideo de 2019. Por cierto, explica el origen del nombre de Pennsylvania, que es muy sugerente.
(II) Fue asesor principal de Putin y considerado primer ideólogo del nuevo Kremlin desde 1999 a 2011. Defiende la nación rusa y la democracia, ilusoria pero soberana, rusa por encima de todo y ha escrito: "Políticos extranjeros atribuyen a Rusia la interferencia en elecciones y referéndums en todo el mundo. De hecho, el asunto es aún más grave: Rusia interfiere en sus cerebros y no saben qué hacer con su propia conciencia alterada." Se le considera inspirador del nuevo modelo comunista putiniano exportable al mundo.
(III) El documento fue incautado en Düsseldorf por los aliados después de la II Guerra Mundial. Aunque no fuese auténtico, Bezmenov dice que coincide casi exactamente con las reglas del KGB y las instrucciones existentes en la agencia de noticias 'Novosti' donde trabajó.
(IV) Nicolás Márquez y Agustín Laje, El libro negro de la nueva izquierda, Ideología de género o subversión cultural, 2016