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Pedro de Tena

California infernal, no dreamin’

California se está convirtiendo más en una California infernal para la libertad que exige verdad.

En un tiempo, no hace tanto, cuando llevábamos los pelos largos a lo beatle y los pantalones acampanados, nos emocionó la maravillosa canción "California dreamin’", de The Mamas & the Papas. Lo sigue haciendo desde 1965, hace 55 años. Muchos por entonces no entendíamos la letra porque nuestro inglés era primitivo y corto. Pero la música y las voces eran sublimes, dulces, enternecedoras. Luego supimos que su letra contenía un cántico al cálido ambiente de California, al deseo de visitarla para liberarse de las hojas marrones del frío y salvarse del invierno en Los Ángeles.

Pero lo cierto, en estos momentos, es que California se está convirtiendo más en una California infernal para la libertad que exige verdad. Como en la canción, en la que se alude a una iglesia y a un predicador como el frío, hoy los pulpiteros de infundios deformadores de la historia y los hechos no están en el Norte Marrón sino en California y otros Sures. La operación de derribo de estatuas y de exterminación de símbolos que se está orquestando en todo el mundo es un indicador de que la cuestión forma parte de la guerra declarada contra la civilización occidental y todo lo que incluye y significa.

Lo realmente diabólico es que las mentiras se presentan como verdades indiscutibles en este absurdo intelectual donde importan mucho más las consignas repetidas que los hechos confirmados. El caso de Fray Junípero Serra es bien llamativo. Yo no sé dónde puede encontrarse en cualquiera de las biografías que se han escrito del fraile nacido en Petra, a pocos kilómetros de Manacor, alguna noticia sobre su práctica de la esclavitud. Con motivo del tercer centenario de su nacimiento, en 1713, se escribió: "Serra, además, mantuvo por encima de todo una severa actitud frente a los responsables de la gobernación del territorio actuando en defensa de los indígenas en los territorios conquistados. Una actitud lógica, puesto que, para él, como verdadero creyente, todos los hombres eran hijos de Dios" (María Luisa Pernías Pallarés, revista Péndulo).

En la biografía que traza su amigo, el hermano Francisco Palou, se cuentan con esmero las relaciones, no siempre pacíficas, entre indios y españoles, pero precisa: "La mayor pena que daba al compasivo corazón de este Siervo de Dios, era el no tener qué dar a los pobres indios tan necesitados, procurando consolarlos con amorosas palabras, repartiéndoles por su propia mano la comida, aún aquella que para sí necesitaba". Y se reía perdonando, días antes de su muerte, a una vieja india que había instruido a su nieto para que matara con el arco a una de las pocas gallinas que había por allí.

En su dedicatoria a Petra, el presbítero Torrens, al poco tiempo de la erección de su monumento en su tierra natal, cuenta en su bosquejo histórico de fray Junípero que el tullido y pequeño fraile franciscano fundó diez pueblos en la California Septentrional:

Con el sudor de su frente y las lágrimas de sus ojos, bajó a la hoya californiana lleno de méritos y virtudes para alentar, aun desde ella, a sus amados Hermanos y discípulos en la evangelización y colonización de sus carísimos indios, ¡qué honor!

Aún más. Lorenzo Galmés, en su biografía del fundador de California, resume:

La defensa de los derechos humanos de los indios fue fruto de una asombrosa plenitud cristiana. Su preocupación por el bienestar, alimentación, promoción humana, y buen trato para con los indígenas, corría pareja con su preocupación por la necesaria evangelización.

La California soñada por The Mamas & The Papas se está convirtiendo en una California infernal, dirigida por nadie sabe bien quién, que deforma los hechos, derriba estatuas y destruye el pasado que interesa tergiversar. Ni una prueba se aporta sobre el afán esclavista de fray Junípero, ni de Isabel la Católica, ni de otros… pero da lo mismo. Peor para los hechos, Lenin dixit.

Por este camino, los agentes franceses de esta pandemia pedirán un día la destrucción del busto de Julio César de Arlés por haber conquistado las Galias y encadenado y ejecutado al jefe galo Vercingétorix. La estupidez y la mentira más internet son ya imparables.

Ponga el punto y aparte Leopoldo de Luis:

Allí, junto a la tumba
–en Carmel– de Junípero
yo os juré amor un día,
vírgenes solitarias
de California, surtas
en las playas doradas
junto al mar esplendente.

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