
El revisionismo histórico que ha azotado a las estatuas de medio mundo continúa asentado en el seno de la Iglesia de Inglaterra. Hace unos días, The Telegraph publicó que el arzobispo de Canterbury, líder espiritual de la Comunión anglicana, había anunciado que las esculturas de la Catedral de Canterbury y la Abadía de Westminster iban a ser "examinadas cuidadosamente" para corroborar su idoneidad. Ahora, a raíz de esa noticia, numerosas quejas se han dirigido hacia la estatua de Constantino, colocada en el exterior de la catedral de York, debido a que el antiguo Emperador romano "promovió la esclavitud".
La actitud del clérigo viene motivada por las numerosas protestas antirracistas surgidas del movimiento Black Lives Matter, que en algunos casos ha terminado provocando actos vandálicos a los monumentos de otros personajes como Colón, Cervantes o fray Junípero Serra. En todo caso, el arzobispo ha querido aclarar que, pese a que inevitablemente "algunas [figuras] tendrán que bajar", todas las demás se pondrán "en contexto".
La escultura de Constantino lleva situada en el mismo lugar desde hace veinte años y fue erigida para conmemorar al emperador que puso fin a la persecución de los cristianos. Sus críticos actuales pasan por alto el sistema económico esclavista que imperaba en la mayoría de civilizaciones de aquella época. En cualquier caso, ahora, juzgando al pasado con los ojos del presente, la Iglesia de Inglaterra ha organizado una comisión especial que se encargará de elaborar una guía nacional para que las diversas iglesias del país puedan adecuar sus monumentos a las preocupaciones del momento.