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José García Domínguez

Miscelánea de negreros catalanes

Los historiadores actuales estiman que los catalanes raptaron en África a unos 150.000 hombres y mujeres.

Prueba de la ancestral predisposición emprendedora del carácter catalán para cuanto tenga que ver con el recto desempeño de actividades mercantiles, Barcelona fue pionera, y ya a mediados del siglo XIV, en la creación de una de las primeras compañías de seguros y reaseguros del mundo especializada en cubrir el riesgo para los propietarios derivado de eventuales fugas de esclavos. Así, la Guarda d’Esclaus de la Generalitat, que tal fue el nombre elegido para aquella germinal startup local, se comprometía por escrito a indemnizar a los propietarios de negros con un tanto alzado si en el plazo de medio año sus guardias, a la sazón repartidos por todo el territorio catalán, no hubieran sido capaces de devolverlo a su legítimo titular. Unos antecedentes, esos medievales, que acaso ayuden a explicar el rendido entusiasmo por el comercio internacional de carne humana que se apoderó de una facción, la más dinámica, de la burguesía doméstica en el periodo que va de 1789, año en el que oficialmente se legaliza el comercio de esclavos, a 1920. Sí, sí, ¡1920!

Un intervalo en el que los genuinos padres fundadores del empresariado catalán, aquellos mismos que iban a reinvertir el grueso de sus ganancias en la construcción de los magníficos edificios del Ensanche entonces alumbrado por el ingeniero Cerdá, compraron en las costas de África para su posterior reventa en las colonias americanas, traslado en las sórdidas bodegas de sus barcos negreros mediante, a más de 30.000 seres humanos, en su mayor parte oriundos de Nigeria y Ghana. Los historiadores actuales estiman que los catalanes raptaron en África a unos 150.000 hombres y mujeres en total. No es de extrañar, dado el volumen del negocio, que la Liga Nacional Antiabolicionista fuese una iniciativa catalana y siempre dirigida por catalanes. Catalanes ilustres como Facundo Bacardí i Massó, el creador de la famosa factoría de ron; Miquel Biada i Bunyol, uno de los principales socios capitalistas de la primera línea de ferrocarril en España, la Barcelona-Mataró; Joan Güell i Ferrer, fundador de la Maquinista Terrestre y Marítima, entre otras empresas célebres; o Josep Xifré i Casas, primer presidente de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad, hoy más conocida por Caixabank. Porque no estamos hablando de los Conguitos, sino de la muy negra y vergonzante historia del capitalismo catalán.

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