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Cien años del nacimiento de Jenaro Gajardo, el 'dueño de la luna'

Cuando la misión Apolo 11 llegó a la Luna, ésta ya tenía dueño: Jenaro Gajardo Vera. Y aunque parezca una locura, oficialmente era así.

Cuando la misión Apolo 11 llegó a la Luna, ésta ya tenía dueño: Jenaro Gajardo Vera. Y aunque parezca una locura, oficialmente era así.
Imagen de La Luna. | Archivo

El 18 de noviembre de 1919 nacía en la pequeña localidad de Traiguén, Chile, Jenaro Gajardo Vera. Pasó su vida ejerciendo como abogado, aunque también fue poeta y pintor. Pero sobre todo es un personaje que forma parte ya de la cultura y la historia chilena.

Todo por una genial idea que se le ocurrió en 1954. Como suele suceder en muchos casos, tras una mala situación. Porque Jenaro Gajardo quería formar parte del Club Social de Talca, pero no le dejaron. Las reglas para entrar en el selecto club eran bien claras: debía demostrar poseer algún bien. Y Jenaro no poseía nada.

Hasta que un buen día, o una buena noche mejor dicho, contemplando la luna, cayó en la cuenta que aquello que tantos y tantos habían observado durante siglos, no era de nadie. Así que no tardó en tomar la decisión: iba a registrar la propiedad de la luna.

Como quiera que entonces no existía ninguna reglamentación sobre ello, no le resultó muy complicado. Hoy día existe el Derecho del espacio ultraterrestre, creado en 1959, que regula las actividades espaciales por parte de los Estados, organismos internacionales y entidades no gubernamentales. Y entre los principios más importantes, está la no-apropiación del espacio, artículo 2 del Tratado. Entre ellos, claro, la Luna, que forma parte del Patrimonio Común de la Humanidad, y por tanto nadie puede apropiarse de ella.

Pero como decíamos, en 1954 no existía tal legislación, por lo que a Jenaro Gajardo le bastó con algo de papeleo. Se presentó ante el notario de Talca para dejar constancia de que se declaraba poseedor del satélite natural terrestre, describiendo sus medidas y límites. Pagó la cantidad equivalente de un euro para registrarla, y, como obligaba la ley, realizó la publicación del registro en un Diario Oficial Chileno por si alguien quería reclamarla durante un plazo de 30 días. Nadie la reclamó, así que la luna pasó de manera oficial a manos de Jenaro el 25 de septiembre de 1954. Fue la suya una acción legal de notoriedad internacional. Fue un visionario adelantado a su época.

Un reconocimiento oficial

Lo cierto es que, como comentó el propio Jenaro Gajardo, tan solo se limitó a seguir todos los procedimientos legales. Y aunque le faltaron pasos que ratificaran su posesión para de manera fehaciente –con los consecuentes problemas que hubiera provocado en un futuro muy cercano en el que la carrera espacial sería clave para la historia-, no es menos cierto que quedó constancia oficial de que la luna era propiedad de Jenaro Gajardo.

Así lo confirma un papel firmado por una notaría de la ciudad de Talca, que hoy se conserva en el Archivo Judicial de Santiago, y que dice así:

"Jenaro Gajardo Vera, abogado, es dueño, desde antes del año 1857, uniendo su

jenaro-gajardo.png
Imagen de Jenaro Gajardo con el documento que le acredita como propietario de la luna.

posesión a la de sus antecesores, del astro, satélite único de la Tierra, de un diámetro de 3.475.00 kilómetros, denominada LUNA, y cuyos deslindes por ser esferoidal son: Norte, Sur, Oriente y Poniente, espacio sideral. Fija su domicilio en calle 1 oriente 1270 y su estado civil es soltero. Jenaro Gajardo Vera. Carné 1.487.45-K. Ñuñoa. Talca, 25 de septiembre de 1954".

Un personaje curioso

"Muchas veces me llamaron loco, pero nunca estúpido", afirma Jenaro Gajardo cuando cuenta su historia. Y la verdad es que anécdotas no le faltan al respecto.

Por ejemplo cuando, poco después de registrar la propiedad, se presentaron en casa dos personas miembros del Servicio de Impuestos Internos (SII). Claro, si la Luna era suya, debía pagar impuestos por ello. Jenaro les respondió que perfecto, que así debía ser y que no habría ningún problema. Eso sí, para hacerlo según la ley, exigió que el SII visitara la propiedad referenciada para efectuar su tasación y, a partir de ahí, fijar las contribuciones respectivas. Huelga decir que los inspectores no volvieron a aparecer.

El permiso de Nixon

Otra historia curiosa y de la que no aparece registro en ningún lugar pero sí mantuvo Jenaro durante toda su vida es la que se produjo en el momento en que Estados Unidos iba a afrontar su misión Apolo 11 de desembarco en la Luna.

Según afirma, el presidente estadounidense Richard Nixon se puso en contacto con él mediante la embajada norteamericana en Santiago de Chile y le hizo llegar una misiva en la que le solicitaba permiso para el descenso de los astronautas Aldrin, Collins y Armtrong en el satélite lunar.

Gajardo no puso impedimento alguno. Antes al contrario, respondió "En nombre de Jefferson, de Washington y del gran poeta Walt Withman, autorizo el descenso de Aldrin, Collins y Armstrong en el satélite lunar que me pertenece, y lo que más me interesa no es sólo un feliz descenso de los astronautas, de esos valientes, sino también un feliz regreso a su patria. Gracias, señor Presidente".

"En ese tiempo nunca pensé que un hombre llegaría a la Luna tan pronto, pensé que no llegaríamos antes del año 2000", afirmaba el chileno en una entrevista en la televisión argentina en 1969.

La historia en herencia

Poco antes de aquel año 2000, concretamente en 1998, Jenaro Gajardo Vera fallecía a la edad de 79 años. No sin antes redactar en su testimonio, sin ningún ánimo ni intención de lucrarse por su supuesta propiedad, que "Dejo a mi pueblo la Luna, llena de amor por sus penas".

En definitiva, la historia de Don Jenaro Gajardo se presenta como una historia real, en el sentido de que sí que existió un registro de propiedad de la luna y un reconocimiento oficial como tal en notaría, pero que, evidentemente, carece de fundamentos para poder considerar al poeta y pintor chileno como el verdadero propietario del astro.

Aunque, a tenor de su voluntad manifestada durante el registro de dicha propiedad, quizá no hubiera sido tan mala idea que así fuera. Porque, como él mismo afirmaría, su intención era la de efectuar un acto poético de protesta ante la violencia que se había vivido en el Siglo XX en la Tierra y la que estaba por venir, interponiendo en tal situación una selección de los posibles habitantes de la luna basándose en la búsqueda de un mundo sin violencia, envidia, odio ni vicios.

¿De quién es realmente la Luna?

A pesar del bonito sueño de Jenaro Gajardo aquella noche de verano de 1954 contemplando la luna, y de sus buenas intenciones siempre que se consideró su propietario, ningún gobierno ni persona física o jurídica puede reclamar la propiedad de la Luna, ni de cualquier otro cuerpo celeste. Así lo afirma el Tratado del Espacio Ultraterrestre que el 27 de enero de 1967 firmaron un centenar de países.

El acuerdo, y otros posteriores que se han ido añadiendo, incluye puntos importantes como que que la Luna sea una zona desmilitarizada; se establece la cooperación internacional para rescatar astronautas de cualquier nacionalidad; se supervisa la extracción de recursos; y obliga a las naciones a hacerse cargo de los eventuales daños que puedan provocar.

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