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Pedro Fernández Barbadillo

Los invencibles contra los inagotables

Los Aliados tardaron casi cuatro años en obtener la victoria sobre el Eje a costa de millones de vidas. ¿Por qué pudieron resistir tanto los alemanes?

Los Aliados tardaron casi cuatro años en obtener la victoria sobre el Eje a costa de millones de vidas. ¿Por qué pudieron resistir tanto los alemanes?
Caricatura de Arthur Szyk | Archivo

Un diplomático español dijo una vez que a la comunidad internacional le cuesta mucho encajar la aparición de nuevos Estados y puso el ejemplo de Alemania, nacida en 1871: su aceptación costó dos pavorosas guerras europeas que se convirtieron en mundiales.

La segunda fue mucho más sangrienta que la primera. Porque implicó a más naciones, sobre todo en Asia; porque los medios de destrucción, como la aviación, habían aumentado; y porque se convirtió en una guerra ideológica y racial.

Continuación de la Gran Guerra

Los participantes fueron los mismos de la Gran Guerra, con ligeros cambios en cada bando. Italia, Japón y Rumanía (el cuarto país que más tropas movilizó dentro del Eje) pasaron de combatir a Alemania a ser aliados suyos. Algunos neutrales de la anterior, como Irán, Noruega, Dinamarca y Holanda, fueron invadidos en ésta. Unos pocos combatientes, como Portugal y Turquía, en cambio optaron por la neutralidad. Y casi toda Hispanoamérica, que fue neutral en 1914-1918, participó en la SGM.

Las mayores diferencias entre los dos conflictos fueron la magnitud del segundo, con genocidios y matanzas (los turcos ya exterminaron a más de un millón y medio de armenios a partir de 1915), y el objetivo de los vencedores. La primera se había librado por parte de las potencias anglosajonas con la finalidad de "acabar con todas las guerras". La segunda, por el contrario, quería evitar que Alemania desencadenase una tercera guerra al precio de aniquilarla.

Por eso, los Estados que quisieran participar en la organización del mundo de posguerra debían unirse al bando de las Naciones Unidas (expresión acuñada por el presidente Roosevelt en 1942) suscribiendo la Declaración de 1942 y declarando la guerra a las potencias del Eje. Razón por la cual a partir de febrero de 1945 varias naciones hasta entonces neutrales presentaron sendas declaraciones de guerra que, por lo demás, eran ridículas: Venezuela, Uruguay, Argentina, Paraguay, Chile, Turquía, Siria, Egipto. Curiosamente, Egipto, país soberano, no declaró la guerra a Alemania cuando había tropas del Afrika Korps en su territorio, sino dos años y medio después. La condición anti-germana estaba tan arraigada en la ONU que las dos Alemania sólo ingresaron en 1973.

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El sentimiento popular posterior a la guerra en 1945 no era el de una paz perpetua como el de 1918, sino el de la inminencia de un nuevo conflicto. Si acababan de enfrentarse el nacionalsocialismo contra el comunismo y la democracia, la nueva guerra podría librarse entre los vencedores: comunistas y demócratas.

El Eje, alianza sin ventajas

Si nos fijarnos en el desarrollo de la SGM, llama la atención lo poco que aprendieron los alemanes de su derrota veinte años antes. Gracias al Pacto germano-soviético, el III Reich se libró de la guerra en dos frentes por dos años, porque Stalin, de acuerdo con su interpretación del marxismo-leninismo, quería azuzar la guerra entre capitalistas. Pero en todo lo demás, los alemanes nacionalsocialistas tuvieron una dirección y una preparación tan defectuosa como el káiser y su Gobierno, aunque ocultada por sus victorias en la primera parte de la SGM, sus tácticas y su armamento.

La diplomacia alemana fue tan nefasta como en el II Reich. El ministro Ribbentrop había asegurado a Hitler que Londres y París no defenderían a Polonia de un ataque alemán y se encontraron el 3 de septiembre de 1939 con sendos ultimatos. Alemania no construyó una verdadera alianza militar y política como hicieron el Imperio británico, la URSS y EEUU. Los dos principales aliados de Alemania, Italia y Japón, actuaban por su cuenta.

Mussolini no avisó a Hitler de su ataque a Grecia, que durante el resto de la guerra obligó a mantener tropas en ese país y Yugoslavia. Peor se comportaron los japoneses. No declararon la guerra a la URSS, atacaron a EEUU sin avisar y en ningún momento coordinaron sus planes militares con Berlín y Roma (por ejemplo, no ocuparon Madagascar, que habría dificultado el tráfico naval británico entre el Atlántico y el Índico), a pesar de lo cual Hitler y Mussolini declararon la guerra a EEUU días después del ataque a Pearl Harbor. El Pacto Tripartito, pensado para evitar la implicación de EEUU, había concluido con su entrada en la guerra.

En cambio el 22 de diciembre de 1941, los británicos y los estadounidenses empezaron a concertar sus ejércitos, marinas e industrias.

Fallos de Alemania

Quien dirigía la política en Alemania era Hitler y solo él. No reunía a su consejo de ministros desde febrero de 1938 y prohibió a sus ministros reunirse entre ellos. A la Cancillería o al Berghof convocaba a sus favoritos, como Joachim von Ribbentrop, Wilhelm Keitel, Joseph Goebbels y Albert Speer, y a sus hombres de confianza, como Heinrich Himmler y Martin Bormann. En consecuencia, en el Estado surgieron reinos de taifas y administraciones paralelas, como se comprobó en el desarrollo del armamento y la decadencia de la Luftwaffe.

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De acuerdo con los planes alemanes, la guerra estalló demasiado pronto. Hitler la había previsto para dos o tres años más tarde y la Wehrmacht no se encontraba aún preparada. (Lo mismo le ocurrió a Stalin, que estaba preparando una guerra ofensiva para pasados dos años.) Los submarinos de la Kriegsmarine en septiembre de 1939 eran pocos para poner en dificultades a las Armadas británica y francesa, y encima tan viejos que eran más bien sumergibles. El primer vuelo de un avión a reacción, el Heinkel He-178, se realizó el 27 de septiembre de 1939, pero su fabricación se aplazó, porque el mando militar consideró que costaba mucho y que ganarían la guerra con las armas convencionales. El Me-262 empezó a volar en misiones de combate en el verano de 1944, demasiado tarde.

El principal talón de Aquiles de la máquina militar alemana eran las materias primas, sobre todo el petróleo. El III Reich sólo dispuso de los pozos de petróleo rumanos… y del suministro soviético durante un año y medio. Fue una de las razones de la invasión de la URSS y también de la estrategia japonesa. A los Aliados les sobraban, sobre todo desde que EEUU puso sus recursos al servicio de la causa.

Goebbels habló de recurrir a la ‘movilización total’ en febrero de 1943, cuando Stalin ya la estaba aplicando desde hacía más de un año, y sólo se pasó de las palabras a los hechos cuando Hitler le dio poderes para aplicarla ¡unos días después del atentado de julio de 1944!

El racismo explícito de los nazis y sus propósitos descarados de construirse un imperio colonial en Europa del Este a costa de los eslavos, a los que consideraban seres inferiores (Untermenschen), les enajenaron cualquier apoyo de los ucranianos y de los rusos anti-comunistas. Letonia fue, en proporción a su población, el país que más reclutas proporcionó a las Waffen-SS, por encima de Alemania. ¿Con cuántas tropas y auxiliares voluntarios habrían podido contar los alemanes de haberse presentado como libertadores y no como esclavizadores?

El Eje, cuya propaganda afirmaba que defendía a Europa del imperialismo británico y de un "complot judío", no pudo presentar a los pueblos europeos, fueran aliados, neutrales u ocupados, un proyecto sugestivo de paz y prosperidad similar a la Carta del Atlántico de EEUU y Gran Bretaña.

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La fecha exacta

Antony Beevor subraya que Berlín perdió la SGM en mayo de 1940, cuando Winston Churchill accedió al cargo de primer ministro y rehusó negociar con Hitler. Lo seguro es que el vencedor dejó de serlo a principios de diciembre de 1941.

Cuando Hitler se enteró del bombardeo japonés en Hawái, estaba angustiado por el contraataque del Ejército Rojo en todo el frente, que comenzó dos días antes. Entonces reaccionó con un pensamiento mágico: "Ahora sí hemos ganado la guerra. Tenemos un aliado que jamás ha sido vencido en tres mil años y otro aliado que siempre está en el bando victorioso".

Los Aliados tardarían casi cuatro años en obtener la victoria sobre el Eje, a costa de millones de vidas, pero el péndulo había comenzado su giro. ¿Por qué pudieron resistir tanto los alemanes? Mussolini admiraba la disciplina de los alemanes, que había permitido a 80 millones de ellos acercarse a la victoria en la Primera Guerra Mundial y obligar a medio mundo a unirse para derrotarles.

Francisco Franco dijo ¡en junio de 1939! que la nueva guerra entre Alemania y los Aliados sería un combate entre "los invencibles" y "los inagotables", y que al final la ganarían éstos. Acertó, y quizás esa convicción suya explica su comportamiento en la entrevista de Hendaya con Hitler.

En su último discurso pronunciado en Sportpalast de Berlín, el 30 de septiembre de 1942, cuando se libraba la batalla de Stalingrado, el Führer vaticinó: "Esta guerra no conocerá vencedores ni vencidos; de ella saldrán únicamente muertos o supervivientes". Los alemanes que recordasen sus palabras en mayo de 1945, con un país ocupado por ejércitos extranjeros y sepultado bajo escombros, pensarían que al menos ese pronóstico de Hitler se cumplió.

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