Sevilla, la ciudad que mandaba en el mundo
"Elcano & Magallanes en ruta" repasa los enclaves cruciales de la primera vuelta al mundo de la ciudad hispalense.
Una vez Sevilla fue la capital del mundo. Hace 500 años, la capital hispalense era una bulliciosa gran metrópoli transitada por comerciantes, marineros, funcionarios, artesanos y cualquiera que quisiera prosperar en la vida. El comercio con las Indias había abierto una inmensa puerta por la que cruzaban riquezas del Nuevo Mundo recién descubiertas. Se multiplicaban las oportunidades de negocio y las transacciones más importantes de Europa se acordaban a la orilla del Guadalquivir. Desbancó a Amberes como centro financiero del viejo continente y su Casa de la Contratación acumuló tanto poder que hizo de la ciudad andaluza la capital de un incomparable imperio - entre el siglo XVI y el XVIII llegó a recibir 270 mil kilos de plata y 40 mil kilos de oro-.
Hasta este bullicioso enclave llegó en 1517 un marinero portugués en busca de permisos y financiación para el proyecto que tenía entre manos: la expedición de la Especiería, como se llamó originalmente, una nueva ruta marítima por Occidente que uniría Sevilla con las asiáticas Islas Molucas, también conocidas como las Islas de las Especias. Se llamaba Fernão de Magalhaes (1480- 1521) y ni en sus mejores sueños auguró la hazaña que estaba a punto de gestar: la Primera Circunnavegación de la Tierra. Anteriormente había negociado en Portugal pero se topó con el rechazo del rey Manuel I. La Corona española sí sufragó su sueño, como queda avalado en las Capitulaciones de Valladolid de 1518. El marinero se puso al servicio de Carlos I, castellanizando su nombre por el de Fernando de Magallanes. Puede afirmarse, sin atisbo de duda, la españolidad oficial de esta gesta marítima que se echó a la mar en Sevilla.
Este glorioso pasado de Sevilla se pone de relieve en la "Elcano & Magallanes en ruta", un paseo cultural por quince de los espacios por los que discurrió el día a día de esos navegantes durante los dos años que duraron los preparativos del viaje – un itinerario que se completa con otros 15 espacios en San Lúcar de Barrameda, la localidad gaditana de la que zarparon finalmente al mar-. Les proponemos que nos acompañen a recorrer esta ruta por la Sevilla del siglo XVI.
Sevilla era geográficamente estratégica. Su puerto permitía la partida y llegada de navíos hacia ultramar gracias al cauce del Guadalquivir y estaba suficientemente resguardada para prevenir ataques. La ciudad que conocieron Magallanes y Elcano se abría paso a través de la Puerta de Jerez (Punto número 1), una de las principales vías de acceso al recinto amurallado de la ciudad. Hoy en día, el único vestigio de ese tiempo es la Capilla Santa María de Jesús, fundada en 1506 por Maese Rodrigo.
Los primeros pasos de Magallanes
Magallanes no estuvo solo en Sevilla. Conocía de antemano a su compatriota Diego Barbosa, Teniente de Alcaide del Alcázar de Sevilla, que le alojó en una de las mansiones nobiliarias más importantes de la calle de la Borceguinería, nombrada así por acoger el gremio de este oficio hasta el siglo XVIII. Hoy en día es la Calle Mateos Gago (Punto número 4), repleta de bares con terrazas y ornamentada por la Iglesia de Santa Cruz y las bonitas fachadas de las casas proyectadas por el arquitecto Aníbal González a principios del siglo XX.
La relación de Magallanes y Barbosa se estrechó bastante, de hecho, pasaron a ser yerno y suegro respectivamente. El marinero se casó con Beatriz Barbosa en 1518, y tuvo dos hijos: Rodrigo, que falleció de niño, y Carlos, que murió al nacer. Su amistad le allanaría el camino para negociar directamente con Carlos I, que se instaló en el Real Alcázar (Punto número 3) el 20 de octubre de 1517. En en este conjunto palaciego, monarca y marinero acordaron la expedición de la Especiería.
Avituallamiento
Adosada a la espalda del Real Alcázar, se ubicaba por entonces la Casa de la Contratación de Indias (Punto número 2), que se creó en 1503 -y estuvo activa 214 años - para regular las relaciones comerciales y navieras con los territorios españoles del otro lado del Atlántico. Tras obtener el visto bueno del Rey, Magallanes negoció durante dos años con los funcionarios de esta institución y su proyecto pasó por innumerables inspecciones. Ellos debían abastecer a los barcos que se disponían a zarpar para América.
Las naos fueron provistas de ballestas, flechas, picas, 200 botes de sardinas, 430 cabezas de ajo, 10.000 kilos de galletas de mar muy secas, lentejas, harina, arroz, cebollas, pescado curado, quesos, toneles de agua, más de 250 barriles de vino de Jerez y siete vacas vivas. No faltaron objetos para hacer trueques con los indígenas y, como único entretenimiento para los marineros, subieron a bordo tambores.
¿Saben cuáles fueron los únicos objetos que consta se cargaron en las naos "para entretenimiento de gente"?
— Primera Vuelta al Mundo (@Ruta_Elcano) July 29, 2019
¡Tambores!
Imaginen 5 naos navegando juntas al ritmo de los tambores. Es imagen fue cierta. pic.twitter.com/apY2wK4CN1
Una vez hecho el inventario de lo necesario para la travesía, la maquinaría se puso en marcha en la actual Calle Temprano, donde estaban ubicadas las Atarazanas (Punto número 8), los astilleros más antiguos que se conservan en España. Era necesario poner a punto las cinco pequeñas naves - de unos 25 metros de eslora y 8 de manga- que habían sido compradas en Cádiz. Eran La Trinidad, San Antonio, Victoria, Santiago y la Concepción, donde iba Juan Sebastián Elcano como maestre. Necesitaban algo más que un repaso de chapa y pintura. De hecho, hubo que reforzar la plantilla para satisfacer la demanda de mano de obra necesaria. Este lugar sirvió de escenario en Juego de Tronos para recrear las criptas de la Fortaleza Roja.
La Torre de la plata y la Torre del oro
Desde la torre de la Plata (Punto número 9), que sube de la Catedral hacia el río, y la Torre del Oro (punto número 10), los oficiales reales controlaron el embarque y desembarque de personas y cargamentos de las naves de Magallanes y Elcano. Hoy en día, en el interior de este mítico enclave sevillano hay un espacio que recuerda la gesta con una réplica de la nao Victoria y retratos de los dos marinos.
Las pequeñas embarcaciones se dispusieron en el Puerto de las Mulas (Punto número 15), lugar actualmente conocido como la Plaza de Cuba, situado enfrente de la Torre del Oro. Al inicio de la calle dedicada a Juan Sebastián Elcano, una esfera armilar conmemorativa recuerda la expedición. Aquel 10 de agosto de 1519 en el que se dijo adiós a esos 265 hombres - Concepción 45 tripulantes - Trinidad 55 tripulantes - San Antonio 60 tripulantes - Victoria 42 tripulantes - Santiago 32 tripulantes- el Paseo de Marqués del Contadero (Punto número 11) debía ser una fiesta. La salida de las expediciones congregaba a cientos de curiosos en esta enorme explanada que se extendía entre las murallas y la orilla izquierda del Guadalquivir.
Encomendados a la Virgen
Algunos de esos hombres, -más de la mitad españoles, pero también portugueses, italianos, griegos, flamencos, alemanes, franceses y otras nacionalidades- cruzaron el Puente de Triana (Punto número 12), el único que en la época única las dos orillas del río, cruzaron por el Castillo de San Jorge (Punto número 13), hoy mercado local, para llegar hasta la Iglesia de Santa Ana (Punto número 14), el templo cristiano más antiguo de Sevilla, a donde muchos hombres de mar se encomendaban antes de partir. En la actualidad, un azulejo conmemora la gesta del primer viaje alrededor del mundo con una recreación de la nao Victoria en cuyas velas lleva escrito un lema junto a la Cruz de Santiago: "Esta es la figura de nuestra bienaventura".
La Catedral de Sevilla (Punto número 6) también registró la visita de los expedicionarios. Los marinos sentían auténtica devoción por la Virgen de la Antigua y, según cuentan las crónicas, los hombres de Magallanes se encomendaron a esta imagen antes de partir en 1519. Ante ella se postraron, igualmente, los 18 supervivientes de la nao Victoria "en camisa y descalzos, con un cirio en la mano". En este lugar sagrado se puede leer una inscripción de bronce: "La expedición que dio la primera vuelta al mundo con la nao Victoria partió y finalizó en dicha capilla".
Precisamente en las gradas de la Catedral (Punto número 5), donde hoy se apostan gitanas ofreciendo romero a los turistas, se puso fin al viaje. Según documenta el historiador Juan Gil, en esos escalones fue subastada en 1523 la nao Victoria, la única que sobrevivió a la aventura, adquirida por el genovés Esteban Centurión. No se conoce su paradero más allá de 1525.
El Archivo de Indias custodia el legado
Otra de las huellas indelebles de este periodo es el Archivo de Indias (Punto número 7). En la actualidad, custodia más de 40.000 documentos relacionados con la Conquista de América. El próximo 12 de septiembre, esta institución albergará una de las exposiciones más esperadas de la conmemoración del V Centenario, la muestra "El viaje más largo", que permitirá ver, por ejemplo, la carta que Elcano escribió a Carlos V desde Sanlúcar de Barrameda el 6 de septiembre de 1522: "Mas sabrá su Alta Majestad lo que en más avemos de estimar y temer es que hemos descubierto e redondeado toda la redondeza del mundo, yendo por el occidente e veniendo por el oriente".
Durante toda la ruta, los visitantes pueden consultar en cada parada un código QR para ampliar información.
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