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Flandes y los tercios españoles: la infantería que dominó el mundo

En La guerra de Flandes y el Camino Español, varios historiadores profundizan en la hazaña de los tercios y su siglo y medio de imbatibilidad.

En La guerra de Flandes y el Camino Español, varios historiadores profundizan en la hazaña de los tercios y su siglo y medio de imbatibilidad.
Un tercio español durante la batalla de Rocroi. | Wikipedia

"Existe una comparación clara y muy llamativa", explica al otro lado del teléfono el historiador Luis Eugenio Togores, "que pone de manifiesto la grandeza de la infantería española durante la guerra de de los Ochenta Años, en general, y de los tercios en particular". Se suele decir que la gran infantería revolucionaria que dominó el mundo fue la Guardia Imperial diseñada y utilizada por Napoleón a principios del XIX. Se hace menos hincapié, sin embargo, en que varios siglos antes fueron los tercios españoles quienes se pasearon por los campos de batalla europeos y, todavía de manera más importante, quienes acabaron con la hegemonía y preponderancia de la caballería como arma fundamental de cualquier ejército. "La Guardia Imperial francesa de Napoleón combatió únicamente durante 15 años, antes de caer derrotada. Además, era una infantería elitista, seleccionada por el propio Napoleón, y utilizada en contadas ocasiones, ya que por lo general era reservada para momentos cruciales de las batallas", observa Togores. "Los tercios, por su parte, se mantuvieron prácticamente invencibles durante 150 años, combatiendo siempre en los frentes más arriesgados, y alimentándose de un reclutamiento sin censura. Quiero decir que cualquier español era enviado a los tercios, sin distinción de clase o aptitudes". Datos como esos no hacen otra cosa que subrayar la enorme paradoja por la cual, sobre todo dentro de España, la gente tiende a subestimar los grandes episodios históricos del país.

Para Togores las causas de ese desconocimiento de la historia son más sencillas de lo que cabría esperar. "Sobre la Guardia Imperial de Napoleón existen miles de libros. Se han hecho películas… Sobre los Tercios las publicaciones no llegan a cientos". "No se trata, por tanto, de una cuestión de importancia de las victorias, o de conquistas, o de la magnitud de las gestas… Tiene todo más que ver con la propaganda francesa e inglesa, que siempre han promovido mucho mejor que los españoles sus victorias, y han obviado también sus derrotas". Rocroi, según él, es el claro ejemplo. "Ya en la propia época los franceses vendieron su victoria en Rocroi como algo trascendental, mientras que en España no tuvo tanta repercusión. No fue el final de los tercios, como se ha vendido tradicionalmente, ni mucho menos. Aunque sí que fue el momento en el que los españoles dejaron de ser vistos como imbatibles".

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Para rellenar esas lagunas varios historiadores acaban de publicar La guerra de Flandes y el Camino Español, un documental de cincuenta minutos que profundiza en las peculiaridades de una de las infanterías más temidas de la historia, y en la enorme gesta logística que supuso el Camino Español, que conectó durante décadas el norte de Italia con Bruselas, y que posibilitó que el "nervio del ejército español", como eran conocidos los tercios, pudiera seguir nutriendo al frente en Flandes. "Es una iniciativa que llevamos haciendo desde hace algunos años en el CEU, ya que nos dimos cuenta de que las nuevas generaciones no leen. Ya hemos sacado una serie de 13 capítulos sobre la Guerra Civil que se llama Mitos al descubierto, y otros documentales sobre la Primera Guerra Carlista, por un lado, y el final de la España visigoda por otro", explica el propio Togores.

Pavía y el cambio de paradigma

El objetivo de La guerra de Flandes y el Camino Español es "hacer que la persona que lo vea conozca tantos datos sobre el tema como otra que se haya leído cinco libros". De esa manera, el documental comienza contextualizando una época que abarca desde el reinado de Carlos I hasta el de Felipe IV, y pasa después a explicar la historia de los tercios, su conformación, las innovaciones en la lucha que aportaron y los grandes acontecimientos bélicos en los que estuvieron envueltos. Por último, analiza el ya mencionado Camino Español.

"El inicio de los tercios podría fijarse en la reforma impulsada por el Gran Capitán en el frente italiano", comenta Togores. "Diseñó un ejército distinto, más moderno que todos los ejércitos medievales y que se sustentaba, básicamente, en una nueva manera de utilizar las picas, que iba orientada a permitir que el arma fundamental del batallón fuera el arcabuz". De esa manera, los piqueros se encargaban de mantener la distancia con el enemigo, y de conseguir tiempo para que los arcabuceros pudieran recargar y disparar, haciendo que las armas de fuego cobraran un protagonismo inédito hasta la fecha. "Y la consolidación de esta manera de pelear llegó en la batalla de Pavía, en 1525".

"En esa batalla los españoles masacraron a la caballería francesa. Fue todo un hito, porque los caballeros franceses eran nobles adiestrados durante décadas, que montaban caballos enormes reforzados con corazas… Eran prácticamente invencibles". La utilización del arcabuz, sin embargo, permitía derribarlos a cien metros de distancia. "No fue una cuestión de innovación técnica. Se trató más de una nueva manera de utilizar las armas que ya se tenían. El problema de los arcabuces en aquella época era que se necesitaba mucho tiempo para recargarlos. Solían utilizarse de una manera muy caótica, pero en Pavía, por primera vez, los españoles juntaron a todos los arcabuceros en un batallón protegido por piqueros… Digamos que fueron los primeros en ver la potencialidad que tenían las armas de fuego".

Ese avance, además, supuso otra victoria desde el punto de vista económico. "Porque para ser caballero entonces, por ejemplo, todo dependía de muchísimos factores. Debías tener mucho dinero, poseer el caballo, el equipo… Hacía falta un entrenamiento enorme… Para manejar un arcabuz sin embargo valía con un mes de entrenamiento, y era mucho más fácil proveer a los soldados de arcabuces que de caballos".

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Viendo la enorme eficacia de esa nueva manera de batallar, no pasó demasiado tiempo hasta que el resto de ejércitos europeos adoptasen las tácticas españolas. Pero, pese a eso, los tercios permanecieron invencibles durante quince décadas. "La razón es simple, aunque pueda parecer anecdótica", comenta Togores. Según él, la clave del éxito residía en que los españoles tenían complejo de superioridad. "Todos los soldados españoles eran excelentes manejando la espada y el puñal. Mejores que el resto. Dominaban la táctica de alternancia entre pica, arcabuz y mosquete a la perfección y, sobre todo, jamás retrocedían". En el nuevo formato de batallas, muchas veces, la diferencia entre el vencedor y el vencido residía en la capacidad para aguantar. "Imagínate un campo de batalla en el que dos ejércitos de piqueros empiezan a pegarse tiros. Lo normal es que comiencen a incrementarse los muertos rápidamente. Y cuando eso pasa, tarde o temprano uno de los dos ejércitos acaba sucumbiendo al pánico y disolviéndose. Lo que tenían los tercios era que jamás retrocedían. Avanzaban constantemente. Cubrían las bajas con una rapidez pasmosa. Y batallaban en completo silencio. Las órdenes se daban a través del tambor y los soldados las acataban sin cuestionarlas. Ni siquiera los heridos decían nada… Eso generaba en el enemigo una sensación que ya te puedes imaginar".

El Camino Español o la gran proeza logística del siglo XVI

"Decía el cardenal Richelieu que el gran enemigo de España no eran los ejércitos enemigos, sino la larga distancia que existía entre el corazón de su monarquía y los frentes de guerra", explica Togores. A partir de la segunda mitad del siglo XVI, España se vio obligada a enviar a las tropas hacia Flandes por tierra, ya que el trayecto en barco atravesando el canal de la Mancha era notablemente más peligroso. "Era una cuestión vital, además. Porque aunque los soldados españoles eran alrededor del veinte por ciento del total del ejército del Imperio, constituían su corazón". De esa manera se estudiaron nuevas vías y se acabó instaurando una ruta nueva, que partía del norte de Italia y que llegaba hasta Bruselas.

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"Para entender la magnitud de esa gesta, a día de hoy, sería como movilizar a un ejército desde España hasta Corea del Norte por tierra. Con la enorme cantidad de fronteras que había que atravesar, la búsqueda de sitios donde parar cada día, alojamiento, comida y recursos para los dos meses que se tardaba en ir, y los otros dos meses que se tardaba en volver. Y todo eso, muchas veces, con el enemigo francés intentando cerrar el paso antes de que las tropas llegasen a los Países Bajos".

El último cuarto del documental muestra de una manera muy visual cada una de las vicisitudes a las que tuvieron que enfrentarse, tanto los altos cargos como los soldados rasos, a la hora de recorrer ese camino una y otra vez durante décadas de manera exitosa. Así lo indica Togores antes de dar por terminada la conversación, y no se despide sin reconocer el gran mérito de los grupos de reconstrucción histórica que trabajan en cada uno de los proyectos documentales que está llevando a cabo el CEU. "Son personas que viven para eso y que reconstruyen con una exactitud mayúscula todos los detalles de la época en cuestión, para dotar a las cintas de un realismo que ayuda muchísimo a la comprensión de la historia", concluye.

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