Ha muerto José María de Mena. Tenía 95 años y era prácticamente un desconocido para las nuevas generaciones, incluso para las sevillanas y andaluzas. Podríamos decir, sin temor a error o exageración, que era un inmenso conocedor y divulgador de la historia de Sevilla, de su historia local —interesantísima disciplina sobre cuyo postergamiento indebido me alertó el historiador utrerano Julio Mayo—, y de su gran historia.
La relación de libros sobre Sevilla (menos pero también sobre Madrid y Barcelona) escritos por de Mena, cordobés por cierto, es casi interminable y puede comprobarse fácilmente. Probablemente, se le recuerde más por ellos que por sus otras vidas. Como ha recordado Antonio Burgos en su columna obituaria de ABC, hubo muchos José María de Mena.
Académico correspondiente de la Real Academia de Historia por Sevilla desde 1974; académico de la Academia de Ciencias Históricas de Toledo; también de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando; de la andaluza de Bellas Letras de Córdoba y de la Academia Hispanoamericana de Cádiz. Pero también fue, entre otras cosas, catedrático del Conservatorio de Música de Sevilla y redactor jefe de Radio Sevilla.
Ha sido precisamente el comentario del autor de Andalucía, ¿tercer mundo?, libro que harían bien en leer muchos jóvenes, sobre la personalidad de de Mena el que me ha recordado los tiempos de Radio 16, una emisora local, pequeña, pero vinculada al histórico Grupo 16, donde tenían cabida textos varios sobre Sevilla. Una de las principales fuentes donde bebíamos los que teníamos la obligación de construir aquellos pasajes alusivos a la historia sevillana adobados con música y sugestión, eran los libros de José María de Mena, sobre todo su Historia de Sevilla.
Por poner un ejemplo, dado que he conservado misteriosamente muchos de aquellos retales radiofónicos, véase este:
Desde Radio l6, queremos contarles cosas de Sevilla. Y quizá la primera cosa que hemos de contarles es que el suelo que pisamos todos los días, este suelo tan nuestro, no es tan antiguo como algunos pudieran pensar. Hasta hace bien poco de los tiempos geológicos el Atlántico penetraba por el valle del Guadalquivir. Esta enorme lengua de que llegaba hasta Sevilla que fue haciéndose poco a poco tierra, especialmente en la línea que va desde Rota a Sanlúcar de Barrameda en la actual provincia de Cádiz. ¿Qué quedó entonces? Pues quedó un inmenso lago interior que acariciaba Sevilla y quedaba encerrado por una barra de sedimentos entre Sanlúcar y Rota. Y este lago existió hasta no hace mucho. Los primeros viajeros cultos de la península ibérica lo llamaron lacus ligustinus. Progresivamente el lago se ha ido convirtiendo en tierra firme. dejándonos, eso sí, las marismas como húmedo recuerdo de su hegemonía.
Ni que decir tiene que muchos de los elementos del párrafo se deben a la información obtenida en los libros de José María de Mena. Por ello, y por todo, le debemos este artículo.
Muchos desdeñaron sus obras en vida, sobre todo, como ha recordado Francisco Robles en su reciente y sentida defensa, "los que se creen los dueños de la inteligencia y la cultura, cuando no son más que una cuadrilla de fabricantes de nuevos tópicos anclados en un progresismo reaccionario". Vamos a rememorarlo contando una de las historias más curiosas que narró en un libro que no versaba precisamente sobre Sevilla, sino sobre un grupo de reinos españoles perdidos y olvidados. Se llama el libro Los reinos olvidados de España.
De todos los reinos que trata de Mena en su insólito libro, editado y publicado por Plaza & Janés en 2012 —Todmir, Reiyo, Estella, Sobrarbe, Canarias y Os Guedes—, todos ellos pertenecientes a España pero "relegados al olvido y pasados por alto por nuestros libros de historia y por la prensa actual", el que más puede llamar nuestra atención, y no sólo a los lectores andaluces, es el de Reiyo o Bobastro porque, en su propias palabras, estando situado en los alrededores de Málaga, "Reiyo fue un reino cristiano en plena España musulmana." (I).
Un reino cristiano en el seno del Emirato de Abderramán III
El reino de Raya o Reiyo se encontraba en la sierra de Málaga. Su población vivía principalmente en Medina Raya (hoy Archidona) y tuvo corte real y plaza fuerte militar en Bobastro. "Un milagro histórico, dice Mena, ese reino cristiano en plena España musulmana".
Se suele dar por hecho el que la oposición política y religiosa de los cristianos en España se situaba exclusivamente en el Norte, pero no es históricamente correcto. Frente a los cristianos renegados o muladíes, se alzaban los mozárabes, que no habían querido renunciar a la fe católica. Eran estos mozárabes, dice Jaime Vicens Vives en su Aproximación a la historia de España, que era gente "en su mayor parte residente en las ciudades, estos derelictos (abandonados) de la antigua burguesía y del artesanado de la época romana se habían mantenido adictos a sus creencias" y no quisieron ser asimilados por el islamismo. Con el tiempo se convirtió en una disidencia cuya expresión política se concentró en la rebelión de Omar ben Hafsún, de estirpe goda, en las montañas de Ronda (899-917). (II).
Antonio Domínguez Ortiz en su obra España. Tres milenios de historia, dice que "aunque hubo épocas en las que dominó territorios extensos y firmó paces, no logró crear ni siquiera el embrión de un verdadero Estado. Al final de su azarosa existencia Omar volvió al cristianismo de sus antepasados o, por mejor decir, hizo público lo que mantenía en secreto, pues Abderramán III hizo desenterrar su cuerpo al tomar Bobastro para mostrar que no estaba circuncidado. Sus hijos, cristianos también, resistieron hasta el año 928 en que se entregaron a Abderramán III".
Para terminar nuestro capítulo de referencias históricas —por si alguien creyera que el reino olvidado de de Mena es una leyenda más—, nuestro José María Marco, en su Historia patriótica de España, se acuerda de Ben Hafsún: "Entre el 879 y el 927, durante cincuenta años, otra gran sublevación en el sur de la península pondrá en jaque el emirato de Córdoba. La protagonizó Omar ben Hafsún (¿? -918), descendiente de una familia noble hispanogoda convertida al islam en tiempos de la conquista. Se cuenta que el detonante de la rebelión fue un altercado tras el cual Hafsún sintió sus derechos atropellados por un pastor bereber. Con un gran sentido político, Hafsún logró agrupar a poblaciones muladíes y mozárabes desde la fortaleza inexpugnable de Bobastro, en Málaga. La rebelión se extendió por todo el este de Andalucía y se acercó peligrosamente a Córdoba".
¿Cómo interpreta José María de Mena este "reino español olvidado" apiñado en torno a Omar ben Hafsún? Consecuencia de la necesidad fiscal del Emirato que propició, con vistas en la recaudación, "una nueva clase media, y aun acomodada, en el siglo VIII y ya a comienzos del IX hay nietos y bisnietos de los godos vencidos que conservan aunque sea clandestinamente sus viejos apellidos godos y el viejo cristianismo hispanorromano", fue un acto de reconquista. En el seno de estas circunstancias y rodeado de ciudades romanas cristianizadas y ahora arabizadas, se crió el futuro caudillo Omar ben Hafsún.
Era descendiente de Adefonsus, conde de Arias, que mandó un ala del ejército del rey don Rodrigo. Tras el desastre de la batalla de Guadalete, buscó refugio en las montañas de Málaga, concretamente la serranía de Bobastro, donde se conservaba un antiguo asentamiento militar romano con fortaleza en pie. Su familia, aun cristiana, adoptó el islamismo para mejorar socialmente. Omar fue el exponente de la séptima generación y nació en el año 855.
La vida de Omar, explica de Mena, está recogida en la Crónica de Ibn al-Quttiya, principal fuente biográfica. El relato fue asumido por Reinhart P. Dozy en la Historia de los musulmanes de España, y más tarde en una obra fundamental para la biografía del héroe, El emirato malagueño de los Beni Hafsún de Fermín Requena, cronista de Antequera. Ben Hafsún aparece mencionado en todas las historias de España de relieve que se han escrito.
Lo cierto es que en el año 889 de nuestra era, el "reino" de Reiyo o de Bobastro, esto es, el territorio gobernado por ben Hafsún, era una realidad incuestionable, construida inteligentemente sobre las alianzas con los Abasidas, enemigos de los Omeyas, y la seducción sistemática sobre las ciudades humilladas por los musulmanes. Ben Hafsún podía suscitar miedo y odio entre los musulmanes, pero asimismo admiración.
Es relevante que en la Crónica de Ibn Idari, al tiempo que se le califica de "malvado", "maldito", "insolente", "apóstata" y "rebelde", entre otras cosas, se haga de él y de su gobierno, que predicaba ardorosamente contra la humillación y la esclavización arábiga, el retrato siguiente:
Sucedió que no se dirigía a nadie con estas palabras, que no asintiese a su propósito, dándole las gracias y se le sometió la gente de los castillos por aquel medio, y formaban su séquito los desvergonzados del vulgo y los malos á quienes tentaba con la conquista de territorios y presa de riquezas. A más de esto, era querido de sus compañeros, modesto con sus y era a pesar de su maldad é impiedad, severo de celo y observador de la ley, y por esto se le inclinaban los ánimos, y hubo mujer en sus días que iba con el dinero y alhajas de pueblo en pueblo sola y no se le acercaba nadie…. era bondadoso con las gentes y recompensaba al esforzado, y cuando los habia puesto en apuros, los perdonaba…
Su reino se asentaba en Bobastro, su capital, y fuera de este núcleo "el reino de Bobastro se extendía por toda Andalucía: Ronda, Elvira-Granada, Jaén, Morón, Comares, Lucena, Priego, Cañete y Jódar, hasta Murcia y hasta Algeciras por el oeste", relaciona de Mena. Hafsún, además, intervino en los levantamientos de Mérida, Cuenca, Toledo y Sevilla, logrando que se separaran de la obediencia al emir de Córdoba, como Niebla y Badajoz, y se convirtieran aliadas suyas ante la pasividad de emires cordobeses como Mohamed I, Al Mondir y Abdalah.
Nadie dudaba de su fe cristiana, a pesar de que su familia era muladí. Pero Omar no sólo no lo ocultó sino que desafió a la autoridad del Emirato al bautizarse de nuevo junto con toda su familia y muchos dignatarios de su corte. Fue una ceremonia solemne en la iglesia basílica del palacio fortaleza de Bobastro, y recibieron el bautismo o la renovación además de él, Omar, su esposa Columba, sus hijos Argentea (III)., luego santa, y Yafar, el señor de Priego y otros altos jefes de los ejércitos e instituciones del reino.
Una hazaña desbaratada por Abderramán III
José María de Mena consideraba aquella hazaña que duró casi cincuenta años hasta que fue desbaratada por Abderramán III no sin gran esfuerzo y tiempo, como una rebeldía religiosa y patriótica, una especie de "reconquista" paralela a la emprendida en el Norte desde el interior del emirato, luego califato, de Córdoba.
En su máximo esplendor, hacia el año 903, el reino cristiano de Ben Hafsún alcanzaba por el norte hasta los límites de Murcia y por el sur hasta Gibraltar. Tenía fortalezas en Jaén, Martos, Iznájar, la Axarquía, valle del Guafalbullón, Priego, Luque, Gibraleón, Archidona, Ronda y Gibraltar. Había organizado una administración y un sistema fiscal. Fue a partir de esa fecha cuando comenzaron los éxitos de Abderramán III, que usó todos los medios para conseguir su sometimiento.
Omar Ben Hafsún fue herido en una de las batallas finales y murió probablemente en septiembre del año 917, heredando el reino su hijo Yafar. Hay quien cree que ben Hafsún participó en campañas de la reconquista cristiana del Norte de España. Tres años más tarde, Abderramán decidió acabar con el reino de Bobastro, lo que no pudo lograr hasta el año 928.
La fortaleza y la basílica tallada en la piedra fueron casi totalmente destruidas. "Los sepulcros de Omar Ben Hafsún, su esposa y sus hijos Yafar y Suleiman, fueron abiertos, sacados los restos de los tres monarcas y llevados a Córdoba, donde en la puerta de la Azuda, los huesos, mezclados con estiércol, quedaron largo tiempo expuestos a la contemplación de los cordobeses y viajeros que entrasen en la villa por esa puerta", refiere de Mena.
¿Por qué hay tanto silencio sobre este reino cristiano en el corazón del Emirato de Córdoba?, se preguntaba de Mena. Y se respondía:
El propósito es claramente modificar la Historia de España, objeto de una total adulteración. También aquí, en parte, ha intervenido el considerar políticamente incorrecto que hubiera un héroe, un patriota, y un levantamiento que pudiera hacer sombra a la 'verdad oficial' de un único don Pelayo y una única Covadonga.
Dice de Mena que la reinvención de Ben Hafsún como berberisco, judío, pirenaico y bandolero tuvo cabida en la Historia de España de Modesto Lafuente y así aparece en el tomo II de su obra. Concluye Pio Moa en su resumen de la historia de España que ben Hafsún "probó a aliarse con Alfonso III de Oviedo, pero éste estaba muy lejos para ayudarle. En 917 murió Omar, bautizado Samuel, y sus hijos continuaron la lucha". Menéndez Pidal, nada menos, consideró a sus seguidores como "cristianos con sentimiento nacional, muchos de los cuales prefirieron dejarse degollar antes que recibir el perdón musulmán".
Podrá discutirse la interpretación, pero no puede negarse el interés de la divulgación que hizo José María de Mena, muerto el pasado 22 de septiembre en El Puerto de Santa María, sobre este "reino olvidado" de Bobastro, cuyas ruinas malagueñas aún pueden visitarse. Descanse en paz.
(I). También es sorprendente el reino de Os Guedes: Las islas de Guedes, situadas en la Micronesia, siguen siendo territorio español. "Estas islas legalmente pertenecen a España, pero debido a que su valor económico y estratégico es mínimo, el Gobierno español no las ocupa de forma permanente ni las ha reclamado como posesiones propias", apunta de Mena. Extraordinario, desde luego.
(II). En la Historia de los musulmanes en España, del holandés Reinhart P. Dozy puede encontrarse una extensa referencia a Omar ben Hafsún. Menéndez Pelayo le considera una de las figuras cristianas de España en su repaso a la heterodoxia nacional.
(III). "Bobastro está nimbado por el halo de una tradición relativa a Santa Argentea. Se cuenta que, desde muy niña, la hija de Samuel, nombre de Omar después de su bautismo, fue instruida por su madre la virtuosa Columba en los principios del cristianismo", se dice de ella en una referencia de la diócesis de Málaga.