El historiador Antony Beevor (1946) ha conseguido que la historia militar interese a todo tipo de lectores, incluidas muchas mujeres. Su éxito consiste en aportar testimonios de los soldados y civiles que sufren la guerra junto con los datos militares, los diarios de las unidades implicadas en las batallas y las actas de los estados mayores.
Su libro sobre la guerra civil española, del año 1989, recibió numerosas críticas en España, aunque contiene una frase resonante:
Se suele decir que la historia la escriben siempre los vencedores, pero en el caso de la guerra civil española quienes más lo han hecho han sido los simpatizantes de los perdedores.
En Berlín 1945. La caída desveló las miles de violaciones perpetradas por los miembros del Ejército Rojo sobre mujeres alemanas y también prisioneras del III Reich; estos delitos apenas se trataban en la historiografía sobre la Segunda Guerra Mundial y en ocasiones, caso de los historiadores soviéticos y pro-comunistas, se negaban sin más, al igual que el exterminio de 22.000 oficiales polacos en Katyn. En Ardenas 1944. La última apuesta de Hitler, documentó el pillaje contra los civiles franceses y belgas realizado por tropas aliadas (muchísimo menor que el cometido por los alemanes) y la incompetencia del mariscal Montgomery, dos asuntos, sobre todo el último, que vuelve a tratar en su último libro, La batalla por los puentes. Arnhem 1944 (Crítica), que ha presentado en España.
La operación Market Garden (del 17 al 25 de septiembre de 1944), planeada por Montgomery, en la que unidades paracaidistas tomarían varios puentes holandeses sobre el Rin y serían reforzadas por fuerzas blindadas y motorizadas que atravesarían las líneas alemanas, era irrealizable. Aparte de constituir una derrota, supuso el hundimiento de la potencia militar británica y hasta de la relación de igualdad y amistad que había habido entre Inglaterra y Estados Unidos. La fraternidad entre el conservador Churchill y el progresista Roosevelt es otro de los mitos de esa guerra.
PREGUNTA. De su libro se deduce que la causa última del fracaso de Market Garden fue la división del mando entre los generales Eisenhower y Montgomery, como le pasó a Hitler cuando dividió el mando de las fuerzas alemanas en Francia entre los mariscales Rommel y Rundstedt.
RESPUESTA. Tiene usted razón en cuanto a Normandía, pero no sobre Arnhem. No hubo división del mando entre Eisenhower y Montgomery. El método del Ejército de EEUU era aprobar una misión y luego dejar que la persona designada la llevase a cabo. Eisenhower le dijo a Montgomery que podía emplear las fuerzas aerotransportadas aliadas, pero que debía planificar cualquier operación con ellas. Entonces la culpa del fracaso corresponde totalmente de Montgomery.
Él se negó a hablar con el teniente general Brereton (estadounidense y jefe del I Ejército Aerotransportado Aliado), porque quería imponer su plan sin cambios, pero éste no se podía cumplir. Las circunstancias habían cambiado desde el planeamiento, basado en un plan anterior: las distancias eran mayores de lo supuesto y los días eran más cortos y, por tanto, los aviones no podían hacer dos vuelos diarios. Además, la USAAF se negó a hacer aterrizar los planeadores junto a los puentes debido a la defensa antiaérea alemana y trasladó el punto de aterrizaje a 20 kilómetros. Cuando el teniente general Browning (militar británico colaborador de Montgomery) supo esto, tendría que haberle dicho a Montgomery: "Lo siento, mariscal, pero tenemos que replantear la operación"; pero Browning estaba ansioso por mandar un cuerpo de ejército antes del fin de la guerra y calló.
P. En Arnhem intervino una brigada de paracaidistas polacos, que sufrió muchas bajas. La guerra se inició para salvar Polonia de Alemania y al final las democracias la entregaron a la URSS.
R. La desgracia de Polonia es una desgracia geográfica: estar entre Alemania y Rusia. Además, Stalin le tenía un odio especial a los polacos debido a que humillaron al Ejército Rojo en Varsovia de 1920. Él nunca la olvidó. Durante las purgas de 1936 a 1939, Stalin eliminó a más polacos dentro de la URSS que a ningún otro grupo nacional; y éste es un dato que yo desconocía hasta hace poco. Hasta los comunistas polacos desaparecieron en las cárceles de la NKVD. Y en 1939, los polacos fueron invadidos primero por los alemanes y luego por los soviéticos. Los polacos, por supuesto, no luchaban sólo por su supervivencia personal, sino por la de su identidad nacional. Polonia había desaparecido de los mapas varias veces, pero esta vez los polacos estaban desesperados. Y esto explica la conducta de los polacos en Arnhem, que distaba mucho de la de los británicos y los norteamericanos. Para los polacos era una inmolación, si lo quiere decir, como un sacrificio ardiente, como habían hecho antes en Montecassino. Las traiciones británicas a los polacos no sucedieron en Yalta; allí Churchill trató de defenderles, mientras que quien les traicionó fue Roosevelt. A Sosabowski (el general que mandaba la Primera Brigada Polaca de Paracaidistas) le trataron muy mal los generales británicos porque había predicho el desastre del plan de Arnhem, resultó que tenía razón. La mayor traición por parte de los británicos la cometió el Gobierno socialista de Londres en 1946 cuando se negó a que los militares polacos participaran en el Desfile de la Victoria, porque no quería ofender a Stalin.
P. ¿Alemania podía haber ganado la guerra?
R. Sólo en un momento: en mayo de 1940. Y es por esto por lo que debemos estar eternamente agradecidos a Churchill. Fue un momento clave; parecía que Inglaterra estaba derrotada, porque nuestro ejército estaba atrapado en Dunkerque y nadie esperaba que se pudiese rescatar. Entonces Lord Halifax era muy influyente, sobre todo dentro del Partido Conservador; los conservadores no confiaban en Churchill, que había cambiado de partido anteriormente varias veces. La mayoría de los conservadores pensaba que Churchill era un oportunista y prefería a Halifax. Éste pensaba que Inglaterra estaba derrotada y que la única posibilidad de sobrevivir como nación y como imperio consistía en preguntarles a los italianos qué tratado de paz Hitler estaría dispuesto a ofrecerles. Churchill sabía instintivamente que solo hacer esa pregunta supondría que Inglaterra perdería la determinación de resistir. Y, como digo, fue el primer punto de inflexión de la guerra.
El punto de inflexión geopolítico ocurrió en diciembre de 1941. Desde ese momento, Hitler no podía haber ganado la guerra nunca. Por varios motivos, Hitler decidió declarar la guerra la EEUU; y en el mismo mes Stalin y el Ejército Rojo impidieron la captura de Moscú, lo que no hubiese supuesto la derrota de la URSS, pero sí que fue un momento importante para apuntalar la creencia soviética de que podían resistir a Hitler. Y el punto de inflexión psicológico fue, desde luego, la batalla de Stalingrado.
P. ¿Dispuso Hitler de alguna oportunidad para obtener la victoria?
R. El coronel Von Stauffenberg, el que intentó matar a Hitler con una bomba en 1944, dijo en septiembre de 1941 que la única esperanza de vencer a la URSS era convertir la guerra contra ella en una guerra civil, levantando un ejército de un millón de ucranianos contra Stalin. Pero Hitler, con su fanatismo racista, no iba a permitir que los ucranianos vistiesen el uniforme de la Wehrmacht.
P. ¿Cuál de las dos grandes potencias, EEUU y la URSS fue más decisiva en la derrota de Alemania?
R. No tengo ninguna duda: el 80% de las bajas alemanas las causó el Ejército Rojo. Pero el argumento de Vladímir Putin de que la URSS, de hecho, ganó la guerra por su cuenta, sin serle necesaria la ayuda de los aliados, es estúpido y mentiroso. Sabemos que tanto Stalin como el mariscal Zukov reconocieron que la URSS jamás habría sobrevivido para ganar la guerra sin la ayuda británica y sobre todo de EEUU: acero, comida y en especial 500.000 vehículos militares que transformaron la movilidad del Ejército Rojo. Otro aspecto que los historiadores rusos se niegan a aceptar hoy es que los bombardeos británicos de ciudades alemanas forzaron a la Luftwaffe a trasladar la mayoría de sus escuadrones de combate y artillería antiaérea del frente Oriental a la defensa del Reich. Y esto dio la superioridad aérea a la Unión Soviética.
P. ¿A qué atribuye que Winston Churchill perdiera las elecciones del año siguiente frente a los laboristas?
R. Stalin no pudo entender cómo había sucedido eso, le convenció de que la democracia era algo equivocado. La verdadera razón era que Churchill era un dirigente brillante para los tiempos de guerra, al menos para los momentos clave. Pero no era un buen líder para la paz, porque estaba demasiado arraigado en el pasado y no podía entender el radical cambio social que la gente deseaba después de los años 30. Recuerdo que el maestro de mi colegio me dijo que al final de la guerra le preguntó a uno de sus sargentos a quién iba a votar en las elecciones; el sargento le contestó que iba a votar a los socialistas. Mi maestro le preguntó por qué y el sargento le replicó que estaba harto de recibir órdenes de los malditos oficiales. La guerra es un acelerador de los cambios sociales tan potente cómo la tecnología.
P. A la vista de lo que usted cuenta sobre el 'invierno del hambre' que padeció la Holanda ocupada por los nazis en 1944 y 1945 (entre 16.000 y 20.000 fallecidos por hambre) y otros más, España fue afortunada al no participar en la Segunda Guerra Mundial. ¿Por qué quedó al margen?
R. Franco era un político muy inteligente. Sabía muy bien que España no podía sobrevivir. En las calles de Madrid todavía había gente que se desplomaba por el hambre, debido a que se estaban mandado todos los cerdos del país a Alemania para pagar la Legión Cóndor. El pueblo español estaba a punto de fallecer de hambre.
Pero lo más importante de todo es que los estadounidenses estaban ayudando en secreto a los británicos, con las amenazas de éstos a Franco: si te unes a Alemania, no recibirás alimentos, cereales, combustible de EEUU… Y Franco sabía que Alemania no iba estar nunca en posición de suministrarle petróleo. Y con el poder de la Armada británica y el bloqueo de la Península Ibérica que podría producirse, Franco se dio cuenta de que no le quedaba más remedio que mantener la neutralidad.
Franco, con todos sus fallos, al menos era realista con ciertas cosas. Lo que hizo en la reunión de Hendaya fue plantear demandas imposibles de cumplir a Hitler, como armar al Ejército español con armas alemanas, y él sabía perfectamente que Hitler nunca lo iba a hacer.
P. Un investigador asegura que el almirante Canaris, jefe del espionaje militar alemán, le decía a Franco qué material tenía que pedir a Hitler y que éste no podía suministrarle.
R. Desde luego es posible. Que yo sepa no existen documentos que lo prueben, pero es muy probable que sea verdad. No puedo decir nada más.