"No importa que andemos desnudos, no importa que no tengamos ni para comer, aquí se trata de salvar la revolución". Hugo Chávez (1954- 2013).
¿Cuál es la pena que te cae por hablar mal de un muerto? La acepto. Acusemos a Hugo Chávez. El director y escritor Gustavo Tovar Arroyo ofrece en YouTube con acceso libre el excepcional documental Chavismo: La peste del siglo XXI y ya tarda Netflix (sin ánimo de señalar a nadie) en añadirlo a su catálogo.
Cuando acabas de verlo deseas que todo sea una pesadilla de la que poder despertar, una elección revocable, la lección sin piedad del Fantasma del Futuro de Dickens. Quedarnos con esta frustrante sensación es fundamental porque la conclusión de los propios venezolanos tras la debacle social y económica es ésta: "no éramos ni tan sólidos, ni tan guerreros, ni tan hermanos". Al final las cosas pasan y tanto la democracia como la libertad son muy frágiles. Chávez, autor de frases como "me le echan gas del bueno y me lo meten preso" o "patria socialista o muerte" recorrió el camino clásico del dictador comunista, empezó por la manipulación de las masas, con una "retórica que ilusionó" se oye en el reportaje, para acabar en la represión irremediable para mantener viva la utopia. Paso a paso.
La pesadilla comienza con el indulto otorgado por el presidente Rafael Caldera, estratega político, a unos militares golpistas que llegaron a bombardear desde el aire el Palacio de Miraflores. ¿Con estas maneras, de qué no serían capaces en el poder? Sucedía en 1992 y todavía hoy muchos venezolanos no se pueden creer que se dejaran engañar por un psicópata llamado Hugo Chávez. Víctimas de la propaganda y de la mentira. Durante su ascenso el joven militar con sueños de líder totalitario no tiene reparos en afirmar en una entrevista que no es socialista (tranquilos) ni en negar al padre, Fidel Castro, catalogándole de "dictador". Hoy Cuba tiene militarizada Venezuela y eligió también al sucesor, Nicolás Maduro.
Se insiste en que nadie se lo esperaba. Plinio Apuleyo Mendoza coautor del libro Manual del perfecto idiota latinoamericano bromea: "Fuimos tan idiotas de pensar que había desaparecido ese personaje. Y el idiota apareció tal cual". Lo mismo le pasa al expresidente de Colombia, Andrés Pastrana. Un día, tras una rueda de prensa advirtió a su invitado, Hugo Chávez, que quizá había cometido un error involuntario al hablar ante los medios de la "imparcialidad" de las FARC. Ilusos. Hoy se sabe que Venezuela patrocina y se patrocina de este grupo terrorista vinculado a los cárteles de la droga, "en Venezuela el Chapo Guzmán sería ministro", dice uno de los entrevistados en el documental.
Parte fundamental del reportaje es la sangre que empapa las calles y salpica las paredes. Muertes fáciles como desmayos fulminantes, cráneos abiertos retransmitidos por televisión. Libre circulación de armas y de pánico. Impunidad y juicios sin garantías. Una víctima del chavismo dice "es peor que una guerra". Roy Chaderton Matos, representante venezolano ante la Organización de Estados Americanos, se ríe de sus víctimas: "Los francotiradores apuntan a la cabeza. El sonido que producen en un cabeza escuálida (insulto favorito de Chávez contra la oposición) es como un chasquido, porque la bóveda craneal es hueca, vacía de contenido, entonces pasa rápido".
El objetivo del comunismo siempre es la destrucción de la clase media, matarla en vida. Los zombis de Chávez y ahora de Maduro pasan hambre, las madres pelean por el único litro de leche que queda en el sistema de racionamiento, llevan los brazos tatuados con números de cuatro cifras para el turno de la comida. Una de las imágenes más repetida en la película es la de ciudadanos buscando en los cubos de basura algo que llevarse a la boca. Reciclan la carne. El chavismo es "un ataque masivo y sistemático" al organismo vivo. Quizá aquí conviene recordar lo que dijo sobre las colas del hambre uno de los hijos ideológicos del chavismo, Íñigo Errejón, que las había "porque tienen más dinero para consumir" y porque tenía "mucho que ver con el uso de la calle y con la relación directa, interpersonal, que es algo muy venezolano". Algo así como que lo hacen para socializar. Entre los invitados al documental está José María Aznar que habla del nacimiento de Podemos en España. El director recupera una intervención de su líder, Pablo Iglesias, en La Sexta, "ser demócrata es expropiar". Necrofilia ideológica.
Xenofobia. En otro momento de la película, Pastrana denuncia la expulsión de los colombianos de Venezuela: "Estábamos viendo el Holocausto". El chavismo marcó las paredes de las casas con una R y una D enorme que significaban revisada y demolerla. En las imágenes los colombianos huyen cruzando un caudaloso río, hundidos hasta la cintura, cargando a la espalda hasta con los electrodomésticos.
Un dato muy importante es que Chávez al ser comandante podía "conducir tropa" y por tanto su partido, no como los de la oposición, tenía ejército (que heredó Maduro). Con él volvieron los desfiles militares, al estilo de la URSS o Corea del Norte. Creó la Milicia Nacional Bolivariana, 500 mil miembros, la Fuerza Armada Nacional bolivariana 190.000, los Colectivos, organizaciones de milicias armadas. Cuenta el documental que el gasto en armamento fue de 497.107 dólares (armas para blindar el régimen ya que usan sólo contra los venezolanos) frente a los 16.096 dólares gastados en medicamentos.
Los testimonios más valiosos del documental son los de aquellos que lo vivieron desde dentro y desde arriba, es decir, generales que tuvieron importantes puestos en el régimen y que ahora viven en el exilio. Alguno narra las torturas en la cárcel La Tumba, "es como estar muerto en vida". El mejor relato siempre es el de los renegados como el que dejó el republicano Valentín González, el Campesino, de los gulags soviéticos.
El documental, de hora y media de duración, empieza informando de que "los realizadores fueron perseguidos, encarcelados y algunos torturados". La mayoría salió al exilio". Cada poco se interrumpe la narración para repetir el mismo mensaje con el sonido de un disparo de fondo: "Otro venezolano acaba de ser asesinado. Cada 20 minutos muere una persona en Venezuela víctima de la violencia". Mira la hora, el tiempo se acaba.