Antes de zarpar hacia Cartagena de Indias, donde encontraría la muerte, Blas de Lezo escribió una memoria sobre la que derramó las inquietudes que le infundía el dejar a su familia desamparada durante tanto tiempo. "Esa memoria nos ha permitido ver al padre, al esposo... Al hombre, en definitiva, y no al militar", explicó Mariela Beltrán García-Echániz, coautora de La última batalla de Blas de Lezo (Edaf), durante la presentación del libro en el Museo Naval de Madrid. "Es curioso que un hombre tan concienzudo y previsor como él no dejase ningún testamento. Lo más que tenemos es esta memoria. Aunque casi es lo mismo, ya que en ella dejó estipuladas una serie de órdenes concretas a su esposa y a sus hijos en el caso en el que falleciese y no pudiese regresar".
Durante cinco años García-Echániz ha estado investigando, junto a Carolina Aguado, la figura del marino, movidas ambas por el desconocimiento, o el "mal conocimiento", que existía sobre una figura de semejante envergadura. Quizá por ello Lorenzo Silva, novelista invitado a la presentación, quiso ensalzar ante todo "el enorme rigor del libro", que no busca inflar una figura "injustamente tratada durante mucho tiempo", sino que acude a las fuentes para construir un relato de la manera más objetiva posible. "Es un trabajo que no se suele hacer", explicó Silva, "y que considero importantísimo, ya que ayuda a promulgar la verdadera historia y a no mitificar o condenar a los personajes".
Ese, precisamente, era uno de los principales objetivos de las dos autoras. "No queríamos hacer un relato de buenos y malos", dijo García-Echániz, "sino un libro de historia que explorase las profundidades de un hombre, con sus matices, sus luces y sus sombras". Para ello han tenido que revisar más de un centenar de fuentes inéditas, en lugares tan dispares como Perú, Colombia, Estados Unidos o Francia, e indagar en los distintos documentos hasta poder establecer un enfoque. "Al principio teníamos pensado elaborar un ensayo, pero acabamos escribiendo una biografía centrada únicamente en un episodio concreto de su vida", mencionó Aguado. "Llegamos a la conclusión de que debíamos partir desde su muerte, para después remontarnos a sus últimos meses, a la batalla de Cartagena de Indias, la última y más importante, y a su relación con el virrey Eslava".
Mitos y fraudes
Con la recuperación paulatina de la figura de Blas de Lezo se han ido elaborando, al mismo tiempo, historias "construidas a base de refritos", en palabras de Silva, que han contribuido a que se extienda una concepción equivocada de lo que pasó, y de las personas que se vieron envueltas en el conflicto. Carolina Aguado desmintió algunas de ellas, y quiso centrar su discurso en el virrey Sebastián de Eslava, atacado recientemente por su relación difícil con el héroe de Cartagena. "Eslava fue un militar brillantísimo, que fue nombrado de manera justa el responsable de la defensa de Cartagena de Indias", explicó. "Como todos, tuvo aciertos y desaciertos, aunque es verdad que su comportamiento con Blas de Lezo durante la batalla pudo ser reprobable. Pero las personas somos complejas, no existen los arquetipos en la realidad, y en esta historia es un error hablar de buenos y malos".
De la misma manera habló acerca de la famosa batalla, intentando darle la importancia real que debería tener. "Por sus características, fue un episodio propenso a la mitificación: dos enemigos históricos, una batalla desigual, una victoria inesperada, la verdadera fe imponiéndose a los traidores… Todo eso ha hecho tal vez que se difundan historias que son falsas", dijo. "Por ejemplo, no es verdad eso de que la fuerza británica fuese la mayor fuerza de desembarco hasta Normandía, ni que Gran Bretaña prohibiese hablar de la derrota… Las medallas que circularon por las islas británicas antes de que tuviese lugar, que celebraban la victoria inglesa, no fueron una producción institucional, sino obra de monederos de todo el país que solían vender ese tipo de cosas, a modo de souvenirs".
Nuevas pistas sobre la tumba
Después de años de investigación, una pregunta sin respuesta aparente fue tomando cada vez más fuerza. ¿Dónde está la tumba de Blas de Lezo? Muchas han sido las especulaciones, pero ninguna basada en datos contrastables. Ahora, sin embargo, las dos investigadoras creen haber dado con una pista de peso. "Encontramos una carta del hijo, Blas Fernando, fechada en 1773 y dirigida al director de la Academia de Guardiamarinas de Cádiz, en la que decía que sabía que su padre estaba enterrado en el convento dominico de Cartagena", explicó Aguado. "Nosotras fuimos allí, pero todavía no hemos podido dar con la partida de defunción. Seguimos investigando, pero creemos que es una vía ilusionante".