Alemania nunca había sido un poder marítimo, una talasocracia. Cierto es que en el siglo XIX había adquirido importantes colonias y asentamientos en África (el África Oriental Alemana, el África Sudoccidental Alemana, Togo y el Camerún) y en Asia (Nueva Guinea Alemana o Tierra del Emperador Guillermo, las Islas Salomón Alemanas, las Islas Marianas, las Islas Bismarck, la Samoa Alemana o Samoa Occidental, la Bahía de Jiaozhou (o Kiautschou) en la Península de Shandong y la concesión de Tientsin, pero las perdió todas en la I Guerra Mundial precisamente por no poder sustentarlas con su Hochseeflotte (Flota de Alta Mar).
Los buques de guerra alemanes no pudieron sobreponerse a la Royal Navy británica. Tras las batallas de Coronel y de las Malvinas en noviembre y diciembre de 1914 no hubo otro suceso que la Batalla de Jutlandia, librada el 1 de junio de 1916, que enfrentó a la flota británica (Jellicoe) y a la alemana (Scheer), pero que terminó prácticamente en tablas; a partir de entonces la Hochseeflotteno se atrevió a salir a la mar.
La entreguerra
El Imperio Alemán, derrotado, tuvo que pedir el armisticio, que se firmó a las 11 horas del 11 de noviembre de 1918 en Compiégne ("el once del once a las once"); el KáiserGuillermo II se había visto obligado a abdicar dos días antes y había huido a los Países Bajos. Alemania se convirtió en República. El Tratado de Versalles (28 de junio de 1919) limitó el número de buques de guerra que su Marina de Guerra podría tener (6 acorazados, 6 cruceros ligeros, 12 destructores y 12 torpederos) pero prohibió que tuviera submarinos; ordenó que los que quedaban se dirigieran a puertos de los Aliados y que los que estaban en construcción fueran destruidos.
La Alemania del III Reich no tenía en la postguerra una vocación marítima; al desaparecer el Imperio y sus colonias su proyección naval, en lo militar, quedaba circunscrita al Báltico, cuya salida al Mar del Norte podía ser minada, impedida, o por lo menos vigilada, por Noruega y Dinamarca, históricamente relacionadas con el Reino Unido y, salvo en contadas ocasiones (guerras de 1801 y 1807), aliadas de él. Solo la construcción del Canal de Kiel, entre 1887 y 1895 (61 millas náuticas de longitud), comunicaba ambos mares.
Pero Hitler quería rearmarse al mismo nivel que el Reino Unido, que Francia y que Italia. Su proyecto expansionista quedaba ya expuesto en Mein Kampf (Mi lucha) panfletario manifiesto que escribió en la cárcel de Landsberg, donde cumplió una pena reducida de 8 meses después que fracasara el golpe de estado que dirigió en Múnich el 9 de noviembre de 1923. El 16 de marzo de 1935 Hitler rompió las limitaciones del Tratado de Versalles y ordenó la construcción de buques de más de 35.000 toneladas de desplazamiento, como los acorazados Bismarck y Tirpitz (42.000 t) equipados con cañones de 380 mm, lo que también infringía la limitación de calibre (350 mm) impuesta por el Tratado.
La Kriegsmarine alistaba, además, los modernos acorazados Scharnhorst y Gneisenau (32.600 t), los llamados acorazados "de bolsillo" Admiral Graf Spee, Admiral Scheer y Deutschland (15.000 t), los cruceros pesados Admiral Hipper, Blücher y Prinz Eugen (16.000 t), y los cruceros ligeros Leipzig y Nürnberg (9.000 t), Königsberg, Köln y Karlsruhe (7.200 t) y Emden (5.300 t). Los viejos acorazados Schlesien y Schleswig-Holstein(15.000 t),restos de de la Marina Imperial, no tenían capacidad de combate y fueron mantenidos en el Báltico como plataformas de bombardeo y entrenamiento. También alistaba 28 destructores, 33 torpederos, y unas 400 unidades menores (minadores, dragaminas y lanchas rápidas).
Acorazado Scharnhorst
Aunque la flota reseñada rebasaba los límites del Tratado de Versalles, la Sociedad de Naciones (constituida por el Tratado de Versalles como garante de la estabilidad internacional) no entendió necesario imponer sanciones, como tampoco el Reino Unido o Francia (mucho menos Italia) tomaron iniciativa alguna cuando el 7 de marzo de 1936 Hitler remilitarizó la Renania. En todo caso, Alemania se había retirado de la Conferencia de Desarme y de la Sociedad de Naciones el 14 de octubre de 1933. Y para colmo el Reino Unido y Alemania firmaron el 18 de junio de 1935 un Acuerdo (AGNA o Anglo German Naval Agreement) por el que el tonelaje de la flota de guerra alemana podría alcanzar hasta el 35% del tonelaje de la Royal Navy. Como los 144 buques de la flota británica sumaban 800.000 t, las 300.000 t de la Kriegsmarine respetaban (con algún exceso) ese límite.
Pero Hitler quería asegurarse la salida al Atlántico y poder asfixiar al Imperio Británico. Para empezar, Raeder, Gran Almirante jefe de la Kriegsmarine, propuso a Hitler un programa de construcciones navales que para 1948 habría dotado a la flota alemana de 2 portaaviones, 8 acorazados, 18 cruceros, 48 destructores y 74 submarinos. Después, y a pesar de que el Acuerdo anglo-germano había sido formalmente registrado el 12 de julio de 1935 en la Lista de Tratados de la Sociedad de Naciones, Alemania lo denunció unilateralmente el 28 de abril de 1939.
Los problemas
Pero esos planes chocaron con innegables realidades. En primer lugar, ya en 1939 la Royal Navy alistaba 7 portaaviones y 62 acorazados y cruceros de imponente armamento, blindaje y tonelaje, por lo que para 1948 el número de buques sería mayor, con lo que la diferencia de tonelaje -y de armamento y potencia de fuego- aumentaría.
En segundo lugar, la flota británica estaba extendida por el vasto imperio colonial (incluidos los antiguos Dominios), mientras que la Kriegsmarine no tenía otro ámbito que el Báltico y, como mucho, el Mar del Norte.
En tercer lugar, los dos portaaviones programados, que darían protección aérea y proyección a los acorazados, no se construyeron; la mentalidad continental de Hitler y de la mayor parte del OKW requería destinar el esfuerzo bélico a los medios acorazados, artillería y, sobre todo, aviación; imperaban entonces las teorías de Dohuet (Il dominio dell'aria) sobre la supremacía del poder aéreo, por lo que no se consideró prioritario desviar fondos a la construcción naval. De esa forma se dejó de armar el Graf Zeppelin en 1940, aunque ya había sido botado. La transformación del Seydlitz (un crucero de la clase Admiral Hipper) en portaaviones auxiliar y rebautizado como Weser fue también abandonada en 1942. Se había hecho muy poco y muy tarde.
En cuarto lugar, los movimientos de la flota alemana estaban sometidos al control de diversas fuentes de información. Efectivamente, la Resistencia polaca informaba a Londres de los buques que salían al mar desde la base de Gotenhafen, la Inteligencia sueca informaba al Agregado Naval británico en Estocolmo de los movimientos en el Báltico, la Resistencia noruega vigilaba la llegada y salida de buques alemanes a los fiordos, y los mensajes transmitidos por el Alto Mando de la Marina (OKM u Oberkommando der Marine) a sus buques a través de Enigma eran regularmente interceptados por los descriptadores de Bletchley Park, por lo que el Almirantazgo británico tenía una visión anticipada y bastante exacta de los intentos de la Kriegsmarine de sacar sus buques al Atlántico.
En quinto lugar, la misma salida al Atlántico para atacar el tráfico mercante aliado era complicada. Los acorazados y cruceros alemanes, una vez rebasado el Skagerrak y entrados en el Mar del Norte (al oeste del meridiano 80 36' E) perdían la protección antisubmarina de los destructores, que tenían que volver al Báltico o ceñirse a las aguas noruegas. Los grandes buques, navegando ya solos, tenían entonces que arrumbar al Mar de Noruega (al norte del paralelo 600 39' N) para quedar lo más lejos posible del alcance de los aviones del Mando Costero de la RAF basados en Leuchars, Wick e Invergordon (Escocia) y de los 5 acorazados (HMS Royal Oak, HMS Royal Sovereign, HMS Ramilies, HMS NelsonyHMS Rodney) que tenían su base en Scapa Flow, en las Orcadas. Era evidente que los buques alemanes no podían salir al Atlántico por el paso existente entre las Orcadas y las Shetland (70 nmi de ancho), ni el existente entre las Shetland y las Feroe (111 nmi), pasos estrechos y demasiado cercanos a la costa escocesa.
Por tanto, las dos únicas salidas operativas eran el paso entre las Feroe e Islandia (466 nmi) y el Estrecho de Dinamarca, entre Islandia y Groenlandia (470 nmi); con lo que los buques tenían que arrumbar al Círculo Polar Ártico (660 66 N), rebasarlo por el norte de Islandia (ocupada por los Aliados desde mayo de 1940) y aproar al oeste, hasta entrar en el mar de Groenlandia (al oeste del meridiano 13,30' W) y desde el paralelo 650,05' N enfilar el Estrecho de Dinamarca, entrando así en el Atlántico Norte.
En sexto lugar, la realidad era que la Kriegsmarine no estaba todavía preparada para la guerra. El plan de Raeder no se había completado y Hitler quería dejar pasar 4 ó 5 años para tener a sus ejércitos suficientemente rearmados. Cuando el 1 de septiembre de 1939 las tropas alemanas invadieron Polonia por el oeste, el suroeste y el norte (el 17 de septiembre la Unión Soviética se sumó a la invasión por el este) Hitler creía que Francia y el Reino Unido permanecerían inactivos, tal como le aseguró el incompetente y adulador Von Ribbentrop, comerciante de champán convertido solo por afinidad política en Ministro de Asuntos Exteriores. Tal inacción se había producido cuando la remilitarización de la Renania, la anexión de Austria, la anexión de los Sudetes, la ocupación de Bohemia y Moravia, y la anexión del Memel; y Von Ribbentrop no veía motivos para que no se produjera esta vez...
Pero esta vez no ocurrió así. Francia y el Reino Unido se habían comprometido formalmente con Polonia el 6 de abril de 1939 a acudir en su ayuda si era atacada por Alemania. Cuando, a las 11 horas del 3 septiembre de 1939 Ribbentrop, se negó a responder al ultimátum presentado por Londres y, por tanto, el Gobierno británico declaró la guerra al III Reich, Göring espetó a Ribbentrop "¡Has conseguido tu maldita guerra! ¡La culpa es solo tuya!" Según Schmidt, cuando en la Cancillería tradujo ante Hitler la nota del Embajador británico Henderson, el Führer miró fijamente a Von Ribbentrop y le preguntó: "¿Y ahora qué?" Göring se volvió hacia Schmidt y le dijo: "Si perdemos esta guerra, que Dios se apiade de nosotros". Alemania no estaría preparada hasta 1944, como muy pronto, y por no querer resolver por medios pacíficos el problema del pasillo de Danzig (Hitler y la mayor parte de los alemanes despreciaban profundamente a los polacos) se encontró con una guerra que había provocado pero que todavía no esperaba.
Las salidas del Atlántico
Ahora había que ver si la utilización de la flota de superficie como instrumento de bloqueo por parte de Alemania daba resultados en forma de apresamiento o hundimiento de buques mercantes aliados o neutrales que llevaran mercancías a las Islas Británicas. El objetivo de la flota alemana eran, por tanto, los buques mercantes, por lo que sus comandantes debían evitar, en lo posible, el enfrentamiento con los buques de guerra de los Aliados, algunos igual de poderosos y en cualquier caso mucho más numerosos.
El Admiral Graf Spee (Langsdorff) salió de Wilhelmshaven el 21 de agosto de 1939 y, sin ser avistado, consiguió salir al Atlántico por el Estrecho de Dinamarca y llegar al Atlántico Sur y al Índico, donde entre los meses de noviembre y diciembre de ese año hundió 9 buques mercantes con un total de 50.000 toneladas de registro bruto (gt). El 13 de diciembre tras un combate con la Fuerza G (Harwood) compuesta por los cruceros HMS Ayax, HMNZS Achilles y HMS Exeter,en el que destrozó al último de ellos pero trasel queregistró importantes daños propios, se refugió en el puerto de Montevideo. Allí desembarcó a los marineros muertos y heridos y, creyendo que estaba cercado por una importante flota enemiga que esperaba su salida (en realidad había sido un truco consistente en provocar un intenso tráfico radiotelegráfico entre buques inexistentes y el único buque añadido al bloqueo era el veterano HMS Cumberland en sustitución del HMS Exeter), Langsdorff hizo hundir el barco en el estuario del Río de la Plata y se suicidó.
El Deutschland, rebautizado como Lützow (Thiele) después que el homónimo original fuera vendido a la Unión Soviética), se encontraba en el Atlántico Norte en el momento de estallar la guerra. Hundió 2 mercantes y capturó un tercero con un tonelaje total de 11.925 gt. Al regresar a Alemania en abril de 1940, ya con su nuevo nombre, fue torpedeado por el submarino HMS Spearfish(Forbes) que le causó tan graves daños que tuvo que entrar en dique seco y no pudo salir a la mar hasta marzo de 1941. Nuevamente salió al Mar de Noruega el 27 de junio de 1942 para atacar (Operación Rösselsprung) el convoy aliado PQ-17 que llevaba suministros a Rusia; pero encalló a consecuencia de la niebla y tuvo que ser nuevamente llevado al astillero, sin que pudiera hundir un solo barco del convoy.
Intentó nuevamente (Operación Regenbogen) en unión del crucero Admiral Hipper y una flotilla de destructores (Kummetz), formando dos grupos, atacar el convoy JW51B en aguas del Ártico entre el 28 y el 31 de diciembre de 1942. El convoy había salido de Loch Ewe, en Escocia, llevaba a Rusia (a la ensenada de Kola, próxima a Murmansk) una importante cantidad de material y suministros, e iba protegido por la Fuerza R (Burnett) integrada por los cruceros HMS Sheffield y HMS Jamaica acompañados de dos flotillas de destructores. Se trabó la llamada Batalla del Mar de Barents que acabó casi en empate (los británicos hundieron un destructor alemán y los alemanes dos destructores británicos) pero el Lützow y el Admiral Hipper no pudieron acercarse al convoy, cuyos 14 buques mercantes llegaron indemnes a su destino.
En septiembre 1943 el Lützow, tuvo problemas de propulsión que obligaron a trasladarlo desde el Altafiord hasta Kiel, donde fue reparado. Ya nunca intentó siquiera salir al Mar del Norte, mucho menos al Atlántico. Quedó confinado al Báltico como buque escuela y plataforma de tiro costero. En abril de 1945 fue bombardeado por la RAF en el Kaiserfahrt (que comunica la laguna de Stettin con el Báltico) y dejado inservible hasta el final de la guerra, dos semanas más tarde.
El Admiral Scheer (Krancke) zarpó de Wilhelmshaven y el 31 de octubre de 1940 consiguió salir al Atlántico Norte a través del Estrecho de Dinamarca. El 5 de noviembre de ese año y en la posición 50°30′ N 32°00′ W, a 755 nmi al sursudoeste de Reikiavik,/ sorprendió al convoy HX-84 que desde Halifax se dirigía a Liverpool protegido por el crucero auxiliar -en realidad un mercante armado- HMS Jervis Bay(Fegen)y hundió al crucero y a 5 de los 38 buques que integraban el convoy con un tonelaje total de 33.361 gt. Entre el 18 y el 20 de enero de 1941 se dirigió al Atlántico Sur, donde en aguas de Tristán Da Cunha (a 2.196 nmi al oeste del Cabo de Buena Esperanza) capturó 3 buques con 18.738 gt. A partir de febrero de 1941 se trasladó al Índico y allí en aguas entre Madagascar y las Seychelles hundió mercantes con un total de 9.170 gt. El Admiral Scheerrepasó el Cabo, aproó al Atlántico Norte, consiguió eludir la vigilancia británica en el Estrecho de Dinamarca y, tras haber navegado 46.600 nmi y haber hundido o capturado buques con un arqueo total de 113.223 gt, llegó a Kiel el 1 de abril de 1941.
En agosto de 1942, el Admiral Scheer (Meendsen-Bohlken) zarpó de Narvik para desarrollar la Operación Wunderland, consistente en atacar a los convoyes costeros soviéticos en el Ártico por encima del paralelo 810 16' N (costa norte de Nueva Zemla y Mar de Kara). La operación resultó un fiasco. No se encontró ningún convoy y el único hundimiento fue el del rompehielos Sibiryakov. Meendsen-Bohlken decidió regresar a Narvik, desde donde el acorazado aproó a aguas alemanas. Ya con base en Swinemünde hasta el fin de la guerra participó en operaciones de entrenamiento y de artillería naval de apoyo a las tropas alemanas que eran evacuadas de los Países Bálticos, Prusia y Pomerania. Llevado a Kiel para reparaciones el 9 de abril de 1945 fue bombardeado por aviones británicos y zozobró.
El Scharnhorst y el Gneisenau zarparon de Kiel el 22 enero de 1941 en desarrollo de la Operación Berlin (Lütjens) para atacar los convoyes aliados en el Atlántico que desde Norteamérica navegasen hacia las Islas Británicas. Tras seguir la conocida derrota de Mar del Norte, Mar de Noruega, Círculo Polar Ártico, Mar de Groenlandia y Estrecho de Dinamarca -la Home Fleet británica (Tovey) les esperó inútilmente entre las Feroe e Islandia- entraron en el Atlántico Norte. Eludiendo los convoyes protegidos, solo pudieron interceptar un convoy que regresaba a los Estados Unidos, y hundieron 5 buques sin carga. Después Lütjens dirigió sus acorazados a las Azores (todavía libre de bases aliadas), en cuyas aguas destruyeron 16 mercantes, con un arqueo de 113.690 gt. Después de una navegación de 16.000 nmi arribaron al puerto de Brest, en el Finisterre francés.
El Bismarck (Lindemann) y el Prinz Eugen (Brinkmann) zarparon de Gotenhafen el 19 de mayo de 1941 para llevar a cabo la Operación Rheinübung (otra vez Lütjens). Rebasado el Skagerrak y después que el Prinz Eugen petroleara en el Grimstadfiord, cerca de Bergen, el 22 atravesaron el Estrecho de Dinamarca, a cuya salida fueron avistados por el 1er Escuadrón de Cruceros (Walker-Waker) que alistaba al HMS Norfolk y al HMS Suffolk y que dio aviso a Scapa Flow. De esa base salieron al encuentro de los alemanes el acorazado HMS Prince of Wales (Leach) y el crucero pesado HMS Hood (Holland). En la madrugada del 23 se trabó batalla que terminó en la destrucción por explosión del HMS Hood, en daños subsanables en el puente de mando del HMS Prince of Wales y en daños en los depósitos de proa del Bismarck que le hacían perder combustible y velocidad (inexplicablemente el Bismarck no había repostado en el Grimstadfiord y ello tuvo fatales consecuencias).
El Bismarck y el Prinz Eugen siguieron rumbo sur y se separaron. El Prinz Eugen continuó con la finalidad de capturar o hundir los mercantes británicos que encontrara, mientras que el Bismarck, que era seguido debido a la estela de petróleo que dejaba, arrumbó a Brest donde repararía sus daños. No podía desarrollar su velocidad máxima de 30 nudos (kn) y daba como máximo 17 kn. Sus perseguidores, la Fuerza H (Somerville) desde el sur (provenía de Gibraltar) sí podían desarrollar 30 kn. Al ocaso del 26 de mayo y con mínima visibilidad, cuando el Bismarck se encontraba a los 48°10′ N y 16°12′ W, a 700 nmi de Brest, aviones torpederos del HMS Ark Royal inutilizaron el timón del acorazado, que quedó sin rumbo. Inmovilizado y cercado por los acorazados HMS Rodney (Dalrymple-Hamilton) y HMS King George V (Tovey) fue cañoneado, otra vez torpedeado, y hundido.
La Operación Rheinübung resultó otro fiasco completo. El potentísimo Bismarck se perdió en su primera salida, sin haber podido hundir un solo mercante. Tampoco pudo hacerlo el Prinz Eugen que llegó a Brest el 1 de junio después de haber surcado el Atlántico durante 6 días. Cierto es que la Royal Navy había perdido un crucero pero tenía decenas de esos barcos repartidos por todos los océanos. A la Kriegsmarine, por el contrario, le quedaban solo 2 cruceros pesados. Lo peor era que ya no podría haber más salidas al Atlántico. La Inteligencia Naval británica localizó e identificó algunos de los petroleros que Raeder había situado en ese océano y en el Ártico para auxiliar a la flota de superficie alemana: elErmland, el Esso Hamburg, el Belchem, el Gedania, el Egerland, el Friedrich Breme y el Lothringen. Todos fueron apresados o hundidos.
La retirada
Efectivamente, aunque la coincidencia de tres poderosos buques en Brest, el Scharnhorst, el Gneisenau y el Prinz Eugen permitía al OKM planear otra operación en el Atlántico, lo cierto es que el constante acoso de los bombarderos de la RAF (que causaban daños, aunque menores, a los buques) hacían que se pospusiera la operación. El propio Hitler, harto de fracasos, ordenó la retirada de la escuadra a aguas próximas a Alemania o a la Noruega ocupada. Se decidió la operación Cerberus, un audaz movimiento consistente en mover los buques por el Canal de La Mancha arriba, en las mismas narices de la Gran Bretaña, cuya Navy era histórica y teóricamente dueña del Canal. El 11 de febrero de 1942, provista de abundante escolta de destructores, dragaminas y lanchas rápidas y apreciable cobertura aérea (más de 250 aviones), la escuadra alemana (Ciliax) zarpó de Brest y surcó el Canal sin que el Mando Costero británico se enterara hasta que los tres buques hubieran ya rebasado el Estrecho de Dover. El 13 de febrero el Scharnhorst, el Gneisenau y el Prinz Eugen arribaron a los puertos alemanes de Wilhelmshaven y Cuxhaven.
La opinión pública británica se escandalizó: "¡La Royal Navy no había sido capaz de controlar el Canal! ¡El Imperio había sido humillado! ¿dónde quedaba el Britannia rules the waves?" Churchill nombró una comisión de investigación que, obviamente, no encontró responsables. Pero lo que parecía una victoria para la Kriegsmarine en realidad se transformó en el final de la flota de superficie alemana. El Scharnhorst y el Gneisenau tropezaron con sendas minas magnéticas y acústicas que mantuvieron al primero fuera de combate durante un año y al segundo lo llevaron al dique seco en Kiel donde fue hundido por bombarderos británicos el 27 de febrero. El Prinz Eugen quedó indemne pero el 23 de febrero fue torpedeado en el fiordo de Trondheim por el submarino HMS Trident (Sladen), que le causó averías lo suficientemente graves como para, una vez, reparadas, confinarlo al Báltico hasta el final de la guerra en funciones de entrenamiento, escolta y fuego costero en apoyo de las tropas de tierra.
No había que contar con el resto de la flota. Ya desde el principio el crucero pesado Blücher (Kummetz) que había tomado parte en la invasión de Noruega (Operación Weserübung) el 8 de abril de 1940 fue hundido en el fiordo de Oslo por la artillería costera de la fortaleza de Oscarsborg. En la misma operación fueron hundidos el crucero ligero Königsberg (Ruhfus) en aguas de Bergen también por la artillería costera noruega, y su gemelo el Karlsruhe (Rieve) por los torpedos del HMS Truant (Hutchinson) en aguas de Kristiansand. El Köln sobrevivió a la operación y pasó el resto de la guerra escoltando, colocando minas y patrullando el Báltico, el Mar del Norte y las aguas noruegas. El 30 de marzo de 1945 fue hundido en el puerto de Wilhelmshaven por la aviación norteamericana. Los otros tres cruceros ligeros, el Leipzig, el Nürnberg y el Emden no salieron del Báltico, manteniéndose en funciones de entrenamiento, escolta, cañoneo costero, patrulla, minado, etc.
En definitiva, la estrategia de asfixiar al Imperio británico mediante el hundimiento de su flota mercante confiada a los acorazados alemanes no pudo cumplirse. Hitler, enterado del mal resultado de la batalla del Mar de Barents, decidió en febrero de 1943 retirar los buques que todavía quedaban, desguazarlos y emplear todo el material en la construcción masiva de submarinos, que eran los buques que más tonelaje mercante estaban hundiendo. Raeder dimitió como protesta y Dönitz, hasta entonces jefe del arma submarina, fue nombrado su sucesor. Dönitz (que precisamente habría de ser nombrado Reichspräsident por Hitler antes de que éste se suicidara) convenció a Hitler para que mantuviera a flote lo poco que quedaba.
Fracaso y resultados
Solo quedaban operativos el Scharnhorst y el Tirpitz, pero ya no para salir al Atlántico sino para amenazar, desde Noruega, los convoyes árticos que llevaban material a Murmansk o a Arcángel, al norte de Rusia. El 26 de diciembre de 1943 el Scharnhorst (Hintze) zarpó del Altafiord junto con una flotilla de destructores para atacar a los convoyes JW 55B y RA 55A. Pero el acorazado alemán fue interceptado por la Fuerza 2 (Fraser) que comprendía el acorazado HMS Duke of York, el crucero HMS Jamaica y varios destructores. Se entabló la batalla del Cabo Norte en la que la superioridad numérica y técnica británica (el combate tuvo lugar en la noche ártica y los buques británicos disponían de radar) y el Scharnhorst fue hundido. El año 1943 (ahora se cumplen 75 años) marcó el ocaso definitivo de la Kriegsmarine.
El Tirpitz (Topp, Meyer), gemelo del Bismarck, no entró nunca en combate. Salvo una salida el 6 de septiembre de 1943 para bombardear la estación meteorológica y el depósito de combustible de Barentsburg, en las Spitzbergen, se mantuvo siempre en aguas noruegas, siempre controlado por la Inteligencia Naval británica y la Resistencia noruega, y vagando de fiordo en fiordo (Trondheim, Fættenfiord, Vestfiord, Altafiord y Bogenfiord) tratando de evitar los insistentes bombardeos de la RAF, que quería eliminar esa amenaza para los convoyes árticos. El 12 de noviembre de 1944, estando anclado en el fiordo de Tromsø, fue bombardeado y hundido. Demasiado tonelaje y demasiada potencia de fuego para tan paupérrima ejecutoria.
Los acorazados de la Kriegsmarine hundieron, entre el 1 de septiembre de 1939 (comienzo de la guerra) y el 13 de febrero de 1942 (abandono de las bases atlánticas de Brest, Lorient, Saint Nazaire y La Pallice) aproximadamente 290.000 gt de arqueo. Si las necesidades de la población británica en carbón, petróleo y alimentos ascendían a 40.000.000 gt en 1940, a 30.000.000 gt en 1941 y a 20.000.000 gt en 1942, parece claro que las 290.000 gt perdidas eran un fracción escasa de lo pretendido por Raeder. Ello haciendo abstracción de las pérdidas humanas y de las toneladas hundidas por los Unterseeboten (U-boot o submarinos) alemanes, mucho más importantes en cuanto a asfixiar a las Islas Británicas (paradójicamente el Reino Unido socorría a la rebelde y neutral Irlanda).
La estrategia naval del III Reich fracasó por, entre otros, varios factores, algunos ya citados: renuncia a construir portaaviones; falta de coordinación de la Kriegsmarine con la Luftwaffe, lo que implicaba ausencia de protección aérea de las buques de la flota cuando éstos más la necesitaban; ignorancia de que las comunicaciones de una y otra fuerza (naval y aérea) a través del sistema Enigma eran sistemáticamente interceptadas y descriptadas por los expertos de la Escuela de Cifra de Bletchley Park (aunque los británicos ignoraban que, a su vez, el B-Dienst alemán interceptaba y descriptaba la cifra británica referida a los convoyes aliados); superioridad del RADAR británico sobre los sistemas alemanes de detección naval; y, sobre todo, falta de una decisión militar que permitiera explotar los éxitos obtenidos.
Efectivamente, tras la caída de Francia, Hitler quedó paralizado y se negó a emprender las operaciones planeadas por el OKM: la ocupación de Gibraltar, desde ahí las Canarias, y desde ahí, Madeira, Cabo Verde y las Azores; por el norte las Shetland, desde ahí las Feroe, y desde ahí Islandia, Jan Mayen, Isla del Oso e incluso las Spitzbergen. Con esos territorios, o con algunos de ellos, habrían podido obtener los buques alemanes el control efectivo del Atlántico y del Ártico. Sobre todo, contando con que la Luftwaffe podía controlar con sus aviones de patrulla y reconocimiento de altura Fw 200 Condor toda la costa atlántica desde el Cabo Norte al Golfo de Vizcaya. Pero Hitler tenía pánico al mar.
Con la retirada de la flota alemana de superficie y la inapelable superioridad naval angloamericana, el Atlántico quedó como un mare clausum de los Aliados que, al terminar la guerra, se convirtió en el mare liberum de la Civilización Occidental.