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Pedro Fernández Barbadillo

Empresarias y abadesas en la Edad Media

No, España no es una cárcel para las mujeres. Ni lo ha sido. En cambio la mentira feminista es una cu00e1rcel para el pensamiento.

Manuscrito francés de 1466 | Cordon Press

Ya sé que comenzar un artículo con José Luis Rodríguez Zapatero es arriesgarse a que parte de los lectores rechacen al Bobo Solemne de manera tan radical que no sigan leyendo, pero me arriesgaré.

Zapatero se definió no sólo como antimachista, sino como "feminista radical". Del Gobierno que llevaba a España al desastre económico dijo que era excelente porque tenía más mujeres que varones. Una de sus perlas de pensamiento es la siguiente: "Una cosa que en verdad enciende mis venas son 20 siglos de un sexo dominando al otro".

Siempre me llamó la atención esa cifra redonda de 20 siglos. ¿Es que Zapatero piensa que no había opresión de la mujer entre los hititas, los nubios, los fenicios, los griegos, los persas, los babilonios, los judíos, los chinos? ¿Cree que la historia de la humanidad comenzó hace dos milenios? ¿O, lo más probable, vincula la opresión de las mujeres con el cristianismo, que es el único gran acontecimiento en la historia mundial que se asocia con la expresión "hace 20 siglos"?

La verdad es que el cristianismo y la época en que esta religión configuró la sociedad europea, la llamada Edad Media, liberaron a las mujeres de la subordinación a que las sometía el derecho romano.

Los tópicos, la ignorancia y el sectarismo conducen a que los memos repitan por estas fechas la falsedad de que la Iglesia negó que la mujer tuviera alma, lo que hace preguntarse por qué entonces veneró a la Virgen María y aceptó en la Eucaristía y en el santoral a seres sin alma, como si fueran animales.

Mujeres empresarias en el siglo XIII

En un precioso libro titulado Para acabar con la Edad Media, la historiadora francesa Régine Pernoud afirmaba que algunas mujeres

"gozaron en la Iglesia, y por su función en la Iglesia, de un poder extraordinario en la Edad Media. Algunas abadesas eran señores feudales cuyo poder era respetado igual que el de los demás señores; algunas llevaban báculo como el obispo; administraban a menudo vastos territorios con pueblos y parroquias (…) las religiosas de esta época –sobre las que, dicho sea de paso, nos faltan estudios serios- son en su mayoría mujeres extremadamente instruidas que habrían podido rivalizar con los monjes más letrados de la época"

En las actas notariales que Pernoud revisó, encuentra numerosas mujeres casadas que abren por sí y para sí un comercio, una tienda, una casa de huéspedes, y sin tener que presentar ninguna licencia marital. Las listas de talla (registro de contribuciones) de París ¡de finales del siglo XIII!

"muestran una multitud de mujeres que ejercen oficios: maestra de escuela, médico, boticaria, yesera, tintorera, copista, miniaturista, encuadernadora, etc."

Juan Jacobo Rousseau, que se desprendió de sus cinco hijos para estar a gusto, se hizo célebre por un tratado sobre educación, el Emilio. Sin embargo, el primer libro de este tipo publicado en Francia es de una mujer, Dhuoda, casada con un primo de Carlomagno, que lo compuso en versos latinos para su hijo, en 841-843. Pero como su autora era mujer y proponía la confianza en Dios, se borró de las historias de la literatura y la pedagogía.

¿Cuándo empieza el declive del papel de la mujer en la sociedad europea? Con el auge del derecho romano, aprovechado por los monarcas (sobre todo franceses y germanos) para reforzar su poder político y por los comerciantes para vetar a las mujeres las herencias y la administración de patrimonios.

En Francia, seguimos con Pernoud, un decreto del Parlamento de 1593 apartó explícitamente a la mujer de toda función en el Estado. El siglo XIX, debido al Código Napoleónico (Napoleón fue un gran misógino), supone la cima de esta práctica que despoja a las mujeres que caen bajo él de derechos y las somete primero a sus padres y luego a sus maridos; incluso les arrebata la administración de los bienes que aportan al matrimonio. Esta situación está descrita en El conde de Montecristo. El ejemplo francés se extendió a todos los papanatas europeos y americanos.

El reflujo de la marea comienza en ese mismo siglo, con los movimientos políticos para devolver derechos a las mujeres y concederles el voto.

Reinas soberanas desde el siglo XII

¿Y qué podemos citar de España para aliviar nuestro auto-odio?

La primera reina propietaria (o soberana), no por matrimonio, sino por derecho, en España fue Urraca I de León, que reinó de 1109 a 1126. Se ganó el apodo de La Temeraria. Llegó a plantar a su marido, Alfonso I, rey de Aragón y de Pamplona. Su hijo fue Alfonso VII el Emperador.

La infanta Catalina de Aragón, reina consorte de Inglaterra, embarazada, dirigió el ejército que derrotó a los escoceses en Flodden Hill

Berenguela I de Castilla reinó sólo unas semanas, en 1217, después de la muerte de su hermano Enrique I, y abdicó en su hijo Fernando III, unificador de Castilla y León y reconquistador de Córdoba y Sevilla. A continuación, ejerció como gobernadora del reino y, después de la mayoría de edad del infante, como consejera.

Navarra tuvo las siguientes reinas propietarias desde el siglo XIII: Juana I (1274-1305), Juana II (1328-1349), Blanca I (1421-1445), Leonor I (1479) y Catalina I (1483-1513). En Aragón se aplicó una ley semisálica, que excluía a las mujeres de la corona, aunque les permitía transmitir derechos.

Castilla fue el primer reino europeo donde se sucedieron dos monarcas, Isabel I (1474-1504), que se opuso a que la casasen por conveniencia, y Juana I (1504-1555). Dada la incapacidad de ésta por su enfermedad, desempeñaron el gobeirno, en su nombre, su marido Felipe I, el cardenal Cisneros, su padre Fernando el Católico y su hijo Carlos I. En Holanda han reinado tres mujeres seguidas, pero en los siglos XIX y XXI, entre 1890 y 2013.

El rey más viajero de la historia de España fue Carlos I y para gobernar el reino en sus ausencias confío regencias a su esposa Isabel de Avis y a sus hijas María y Juana.

Catalina de Aragón

Una hija de la reina Isabel, la infanta Catalina de Aragón, fue reina consorte de Inglaterra. Mientras su marido, Enrique VIII, se encontraba en Francia, ella, embarazada, dirigió el ejército que derrotó a los escoceses en Flodden Hill (1513). Por eso yo me reía cuando los tertulianos progres se licuaban al decir que Carmen Chacón era, gracias a Zapatero la primera mujer española que mandaba un ejército.

Antes, las mujeres alcanzaban el poder por herencia o por matrimonio (los hombres, además, por conquista); ahora lo hacen por el dedo del político o por una cuota. ¿Es de verdad un avance?

Las mujeres votaron en 1926

En España el derecho de sufragio activo (votar) para las mujeres lo aprobaron las Cortes de la República, con la oposición de sectores de la izquierda.

Sin embargo, la primera regulación, que no entró en vigor, fue el Estatuto Municipal elaborado por la Dictadura de Primo de Rivera (1924), que iba a permitir el sufragio activo y el pasivo (ser elegible) a las mujeres cabezas de familia. En 1926, en un plebiscito de apoyo al régimen organizado por la Unión Patriótica, ya participaron las mujeres.

El régimen franquista no suprimió el sufragio femenino. Las mujeres participaron en los referendos y las elecciones a procurador en las Cortes. También hubo mujeres en esta cámara; la más conocida, Pilar Primo de Rivera.

En otros países, el voto para las mujeres se ejerció más tarde. En Francia, en 1945; en Bélgica, en 1948; en Argentina y en Chile, en 1952; en México, en 1955; en Suiza, en 1971.

No, España no es una cárcel para las mujeres. Ni lo ha sido. En cambio la mentira feminista es una cárcel para el pensamiento.

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