Odiando la objetividad
¿Por qué mentir sobre los héroes reales, y ocultar a las verdaderas víctimas? Ambas cosas las averiguamos sabiendo de dónde vino querer que los últimos sean los primeros.
Vi por casualidad una página de la Crónica de Stilaztes, un códice altomedieval, donde viñetas sucesivas muestran cómo "una mujer tracia atraviesa con su lanza a quien pretendía violarla", y cómo la tribu del violador presenta excusas regalando a la dama "todas sus pertenencias". Durante los Siglos Oscuros, mientras la población se estancaba o decrecía, aquellos tejidos y armas eran bienes muy preciados, y la ofendida podía felicitarse no solo de frustrar una afrenta sino verse premiada con cosas por las cuales era usual robar y matar a sus propietarios. También la tribu en cuestión –un grupo de varegos o vikingos suecos- podía enorgullecerse de tener y aplicar una ley tan caballerosa.
Minutos después, mientras cenaba en familia, la tele ofreció una enésima versión de El Álamo, mostrando cómo Hollywood ha convertido en héroes nacionales y universales a personas tan anodinas como Davy Crokett o Jim Bowie, mientras un cine subvencionado como el español no ha hecho una película sobre la batalla de Otumba. Allí, sin pólvora y reducidos a 23 caballos, Cortés venció con un ataque personal sobre el caudillo azteca, sobreponiéndose a una desventaja numérica de cien a uno. Llevaba tres días sin dormir, retirándose de un enemigo que había aniquilado a cuatro quintas partes de su tropa, e inmolaría luego a los prisioneros con rito el habitual de sacarles el corazón aún palpitante, para repartirse como comida el resto.
Cortés venció con un ataque personal sobre el caudillo azteca, sobreponiéndose a una desventaja numérica de cien a uno
Consúltese Wikipedia en castellano para comprobar hasta qué punto Cortés y sus aliados tlaxcaltecas son los malos. Consúltese #MeToo para comprobar cómo el malo nuclear es Woody Allen, y no hay en Occidente leyes caballerosas. Una información sesgada por analfabeta, o analfabeta por sesgada, ampara seguir ignorando que es en África, en Asia, entre aborígenes sudamericanos y sobre todo en zonas de hegemonía islámica donde la mujer resulta triturada por el machismo.
¿Por qué mentir sobre los héroes reales, y ocultar a las verdaderas víctimas? Ambas cosas las averiguamos sabiendo de dónde vino querer que los últimos sean los primeros, y quiénes retradujeron ese disparate como condición de progreso. Lo mismo #MeToo que Julia Otero o el diputado Rufián contestarán "no lo sé" a la genealogía histórica del disparate; pero eso mismo repuso Caín al ser preguntado por el paradero de su hermano.
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