El cardenal Cisneros es uno de esos gobernantes desconocidos a pesar de sus grandes servicios a España. En el mismo olvido se encuentran el marqués de la Ensenada restaurador de la flota y de la hacienda en el reinado de Fernando VI, y los ministros del desarrollismo franquista, que sacaron a España del aislamiento y la pobreza en que se ahogaba desde la guerra de la Independencia. Tal vez este olvido se deba a que Cisneros coincidió con otro gigante que le oscurece: Fernando el Católico.
Joseph Pérez cuenta (Cisneros, el cardenal de España) que, en el que Voltaire llamó el "Siglo de Luis XIV", varios pensadores, entre ellos el influyente obispo Fénelon, contrapusieron a Cisneros con el cardenal Richelieu. Mientras el francés era vengativo, avaricioso y corrupto, el español destacaba por lo contrario; incluso el francés no vacilaba en aplastar y hacer matar a sus rivales, cuando el español prefería el acuerdo y la integración con los rebeldes y los remisos.
Francisco Jiménez de Cisneros demostró lo acertado del dicho de otro cardenal que también gobernó España, aunque dos siglos más tarde, Giulio Alberoni: "España, bien administrada, es un monstruo desconocido".
De la riqueza al eremitorio
Nació en 1436 en Torrelaguna (Madrid), adscrita entonces al arciprestazgo de Uceda, en una familia de pequeños comerciantes. Su padre, Alfonso Jiménez, fue regidor de la villa. Recibió en el bautismo el nombre de Gonzalo. Marchó a Salamanca en 1450 a estudiar leyes y teología. Regresó a Torrelaguna graduado en 1460.
Su primer plan para entrar en el mundo por la puerta grande fue instar en Roma un proceso por irregularidades canónicas contra el arcipreste de Uceda. Éste fue depuesto y Cisneros le sustituyó; pero el arzobispo de Toledo, Alfonso Carrillo de Acuña, del que dependía el arciprestazgo, le encarceló por unos meses para bajarle los humos. El bachiller Cisneros terminó en la diócesis de Sigüenza, donde prosperó hasta el punto de que podía considerarse uno de los clérigos más ricos de Castilla.
En 1484, tuvo un deslumbramiento religioso. Renunció a sus puestos y bienes, marchó al eremitorio de La Salceda, en la Alcarria y cambió su nombre de pila por el de Francisco, en homenaje al santo de Asís.
A la corte y a Toledo
De La Salceda le sacó el cardenal Pedro González de Mendoza. El jerónimo fray Hernando de Talavera fue nombrado primer arzobispo de la Granada recién conquistada y era también confesor de la reina Isabel I. Para ocupar su función, Mendoza recomendó a Cisneros, que así entró en la corte con 55 años. Cuando muchos a esa edad piensan el retiro, él comenzaba su gloria.
La soberana, encantada con el franciscano, consiguió que el papa Alejandro VI le nombrase en 1495 arzobispo de Toledo cuando falleció Mendoza. Sin embargo, Toledo, siempre hostil al poder externo, como demostró en la dominación musulmana, se le opuso. Los prebendados no querían a un fraile observante como obispo. Cisneros no empleó la fuerza, sino la negociación, y en 1497 fue recibido por toda la población y los distintos bandos.
Uno de sus empeños fue la erección de una universidad en Alcalá de Henares, proyecto heredado de sus predecesores, Carrillo y Mendoza. En 1499, año en que se trasladó a Granada para impulsar la conversión de los musulmanes, fundó el Colegio Mayor de San Ildefonso, cuyo primer curso se inauguró en 1508.
Unos años antes, en 1502, había comenzado los trabajos para elaborar la Biblia Políglota (en latín, griego, hebreo y arameo): compra de libros y manuscritos, contratación de traductores y eruditos y forja de los tipos de imprenta para esos idiomas. El cardenal murió antes de que se realizasen las impresiones.
Regente de Castilla
Desempeñó por dos veces la regencia de Castilla. La primera, después de la muerte de Felipe I el Hermoso, en septiembre de 1506. Desde la presidencia del Consejo de Regencia, se enfrentó a varios grandes nobles que quisieron recuperar el poder que les habían arrebatado los Reyes Católicos y llamó al rey Fernando para que volviese a encargarse de la gobernación del reino en nombre de su hija, la enferma Juana I.
Cuando Fernando por fin se asentó como gobernador de Castilla en el verano de 1507, Cisneros cesó en la presidencia del Consejo de Regencia. El monarca, agradecido por los servicios de Cisneros, le nombró inquisidor general y consiguió que el papa Julio II le crease cardenal.
La segunda vez que ejerció como regente, en esta ocasión sin junta, transcurrió desde la muerte de Fernando (enero de 1516) a su propio fallecimiento (8 de noviembre de 1517). Se enfrentó a una invasión de Navarra, conquistada en 1512, por el francés Francisco I. Los ejércitos castellanos derrotaron a los franceses y Cisneros ordenó la demolición de numerosas fortalezas.
Además, erigió un ejército permanente, la Gente de Ordenanza, de unos 30.000 hombres reclutados en las villas para oponerlos a las mesnadas nobiliarias; modificó el sistema fiscal; atendió el gobierno de las Indias...
Reformador religioso
Su obra como reformador religioso fue determinante en que España se librase de las guerras de religión que asolaron Europa y a la vez ejerciese de paladín de la Iglesia.
Fray Francisco encabezó la vuelta de los franciscanos, benedictinos, agustinos y dominicos a las reglas de sus fundadores. Su labor también se extendió a las órdenes femeninas. En 1497 y 1498 convocó en Alcalá y Talavera sendos sínodos diocesanos.
En vez de la soberbia y la rebelión de Martín Lutero, practicó la obediencia a Roma y la aceptación del magisterio y la tradición de la Iglesia. Ésta era su "doble fidelidad al pasado y al presente" que subraya su biógrafo José García Oro.
Sus actividades también se dedicaban a lo más pequeño. En su diócesis construyó silos (entonces llamados pósitos) para almacenar el grano sobrante. Propuso a los vecinos de Alcalá plantar encinas en unos montes a las afueras para que aprovechasen la leña y las bellotas para criar cerdos; sin embargo, los alcalaínos prefirieron que siguieran siendo pastos para sus ovejas.
Obligó a que las personas se identificasen e inscribiesen con el apellido paterno. Renovó el rito mozárabe y le dedicó una capilla en la catedral de Toledo. Amplió las fronteras de España con la conquista de Orán (1509), pagada con las rentas de su arzobispado.
El desprecio de Carlos
El último desencanto que sufrió fue el rechazo del nuevo monarca, un adolescente educado en los lujos flamencos y manipulado por aduladores, a reunirse con él. El muchacho, de 17 años, dispensó a Cisneros un trato similar al que su padre había dado a Fernando. Carlos y su corte de flamencos retrasaron su salida de la cómoda Bruselas cuanto pudieron. La flota arribó a España en Tazones (Asturias) en septiembre de 1517. Carlos fue a Tordesillas a visitar a su madre Juana, en cuyo nombre él reinaría, y citó a Cisneros en el pueblo de Mojados. El cardenal, de 81 años, falleció en el camino, en el palacio de los condes de Siruela, en Roa (Burgos). Dejó a Carlos I una Castilla pacificada, purificada y fortalecida.
En menos de dos años desaparecieron tres genios españoles: Gonzalo Fernández de Córdoba, el rey Fernando y el cardenal Cisneros. Sus vidas y sus obras abrieron a España el Siglo de Oro.
Una ciudad del Sáhara español se llamó Villa Cisneros, topónimo que el ocupante marroquí ha eliminado. Su sepulcro en la catedral magistral de Alcalá fue profanado y destrozado el 21 de julio de 1936 por las turbas izquierdistas.
El obispado de Alcalá de Henares es una de las pocas instituciones que han conmemorado el centenario de este fraile que gobernó España como un rey sin corona.
Espiritual, honrado, sacrificado, patriota, entregado al bien común… Desde luego, un mal ejemplo para las actuales oligarquías españolas.