300 años del nacimiento de la masonería moderna
El día de San Juan Bautista de 1717 los miembros de cuatro logias masónicas se reunieron para crear la Gran Logia de Inglaterra.
El día de San Juan Bautista de 1717 los miembros de cuatro logias masónicas se reunieron en la taberna del Ganso y la Parrilla de Londres para crear una nueva, que recibió el nombre de Gran Logia de Inglaterra. Nació así la masonería especulativa moderna.
En la convulsa Inglaterra del siglo XVII ya existían otras masonerías, asociaciones donde se reunían aristócratas y estudiosos, con independencia de su fe religiosa. Constituían, también, un apoyo a la dinastía Estuardo, restaurada en 1660, cuyos últimos reyes, Carlos II y su hermano Jacobo II, eran católicos. Tal era el ambiente en el país que una banda de protestantes fanáticos trató de asesinar a ambos en el complot de Rye House (1683).
Al nacerle a Jacobo un varón en 1688, los protestantes organizaron una revolución contra él. En 1701, el Parlamento, controlado por la oligarquía protestante, excluyó a los Estuardo del trono y llamó a la dinastía Hannover, cuyo primer monarca fue Jorge I (1714). Sin embargo, la causa de los Estuardo fue mayoritaria en Irlanda y Escocia, y muy popular en Inglaterra. Los jacobitas quedaron vencidos en 1745-46, pero hasta entonces contaron con el respaldo de España y Francia. Los regimientos leales a Jacobo II afincados en Francia y España trajeron al continente europeo las primeras logias.
Las Constituciones de Anderson
Las medidas tomadas contra los jacobitas en las islas británicas abarcaron a los masones. La transformación de la masonería inglesa concluyó con la aprobación de un nuevo código: las Constituciones de Anderson, así llamadas por su redactor principal.
Entre otras cosas, se exigía al masón que no fuera "un estúpido ateo". La divinidad a la que reconocían era un ser tan indefinido que algunos le acabaron denominando Gran Arquitecto y otros Jahbulon. Se prohibía la participación en conjuras y motines; es decir, se imponía la adhesión a los Hannover y su régimen. También se establecía la ayuda a los hermanos aunque hubiesen cometido delitos, prescripción de la que se beneficiaron conspiradores y hasta estafadores como el supuesto conde de Cagliostro.
Por otro lado, la masonería se presentaba como una sociedad secreta dueña de un conocimiento gnóstico que comunicaba a los iniciados mediante rituales y aprendizajes esotéricos. Ese conocimiento provenía de Adán, que lo había transmitido a Caín (sic), y de él había pasado a patriarcas del Antiguo Testamento, como Noé, Moisés y Salomón. Jesucristo, sus apóstoles y la Virgen María no aparecían.
El duque de Wharton
El primer masón activo conocido en España fue Philip Wharton (1698-1731), duque de Wharton y firmante de las Constituciones de Anderson como Gran Maestro (1722-24). Este personaje representa los bandazos de su época: fue tory y whig, hannoveriano y jacobita, masón y antimasón…
Una de sus humoradas fue parodiar a sus antiguos hermanos con la creación en 1724 de la Anciana Noble Orden de los Gormogons, que pretendía haber sido instituida por el primer emperador de la China, miles de años antes que Adán y haber tenido como miembro a Confucio. Para disolverla, se acusó a sus miembros de jacobitas.
En 1726, Wharton se convirtió al catolicismo para casarse con una joven irlandesa y en 1728 fundó en Madrid la logia French Arms. Luego pasó a Francia y unió las logias abiertas en ese país, por lo que se le considera el primer gran maestre de la masonería francesa. Falleció en la indigencia en 1731 y está enterrado en el monasterio de Poblet.
Las primeras prohibiciones en Europa
Una minoría selecta y que exige el secreto a sus miembros sobre sus compañeros, reuniones y rituales so pena de castigo causa desconfianza. Por ello, en seguida varios Estados prohibieron a los francmasones. Los primeros en hacerlo fueron los Estados Generales de los Países Bajos (1735). Al año siguiente lo hizo el cantón de Berna y en 1737 Luis XV de Francia. En Inglaterra la nueva masonería prosiguió su trabazón con la dinastía: el príncipe de Gales aceptó ser iniciado.
La primera condena de la Iglesia católica la realizó el papa Clemente XII mediante la bula In Eminenti, dada en abril de 1738. Aparte de las amenazas a los Estados, al papa le movía "la salud de las almas". A diferencia del secreto y el gnosticismo masónicos, Jesucristo había predicado de modo exotérico: "Yo he hablado abiertamente al mundo". Los siguientes papas renovaron la condena a los católicos que ingresen en una masonería con la excomunión. Y se mantiene en el Código de Derecho Canónico.
Unos meses después de esta bula, ingresó en la masonería el príncipe Federico de Hohenzollern, que como rey de Prusia fue el monarca europeo más militarista y agresivo desde Luis XIV de Francia. Sin embargo, los masones de entonces estaban entusiasmados con él.
Aunque hubo logias en Gibraltar y Menorca, ocupados por los ingleses, debido a las prohibiciones papales y la persecución ordenada por los reyes Borbón, en España no arraigó la masonería hasta el siglo XIX. Según unas versiones, la trajeron los marinos españoles que en Brest constituyeron una logia en 1801 por imitación de los franceses. Lo innegable es que la hermandad penetró en España con el usurpador José I, que fundó la Gran Logia Nacional de España. Los Bonaparte se habían apoderado de los orientes franceses para ponerlos a su servicio.
Fernando VII prohibió la masonería porque en las logias se conspiraba contra su absolutismo. En el reinado de su hija, la masonería se incrustó en el Estado y la política.
Regímenes masónicos
Tanto sus miembros como sus adversarios, atribuyen a la masonería una enorme influencia en las grandes convulsiones políticas desde la revolución francesa en adelante. Y es innegable su intervención, no pacífica, ni legal, ni democrática, en golpes de estado, magnicidios y la independencia de la América española. En el siglo XIX, los masones franceses arrumbaron los requisitos que les obligaban a reconocer la existencia de Dios y a no entrometerse en política y con ellos arrastraron a sus obediencias en otros países.
Estados Unidos ha sido el único país donde existió un partido anti-masónico como tal. Se fundó en 1828, con el apoyo del expresidente John Quincy Adams, después del asesinato de un masón arrepentido.
La III República francesa, régimen masónico por excelencia en Europa, llegó a fichar a los oficiales militares según su adhesión a la Iglesia o a la hermandad, para que el Gobierno postergase a los primeros y ascendiese a los segundos. Ese sectarismo tuvo consecuencias en la Primera Guerra Mundial: los militares gratos a la masonería fueron tal desastre que tuvieron que ser sustituidos por otros más competentes pero hasta entonces apartados, como Ferdinand Foch y Philippe Petáin.
El jesuita José Antonio Ferrer Benimeli, muy favorable a la masonería, reconoce a la vista de la presencia de tres ministros del Gobierno Provisional de la República, el gobernador civil y el alcalde de Madrid y numerosos diputados y subsecretarios en el Gran Oriente Español (Jefes de Gobierno masones. España 1868-1936) que "hubo una especie de simbiosis entre la República y la masonería".
Sin embargo, en todos los cataclismos políticos hay masones como víctimas. El duque de Orleans, Felipe Igualdad, gran maestre del Gran Oriente de Francia, que se humilló hasta el punto de definirse en la como bastardo y de votar la ejecución de su primo Luis XVI, también cayó bajo la guillotina. Y en la guerra civil española de 1936, la chusma izquierdista asesinó a varios masones, como el general López Ochoa y el ex diputado Melquiades Álvarez, mientras otros hermanos, como Diego Martínez Barrio y Juan Simeón Vidarte, desempeñaron altos cargos en el Frente Popular. En el bando nacional, el presidente de la Junta Técnica fue el masón general Miguel Cabanellas.
Los masones son pocos, pero poderosos. En febrero, François Hollande, cuando concluía su mandato, visitó la sede del Gran Oriente de Francia y elogió a los masones:
Mi presencia constituye un reconocimiento de lo que habéis aportado a la República. La República sabe cuánto os debe y siempre estaréis ahí para defenderla.
El socialista Pablo Castellano afirma (Yo sí me acuerdo) que su correligionario francés Roland Dumas, ministro de Asuntos Exteriores, le ofreció adherirse a la masonería.
Oposición no sólo en España
La desconfianza respecto al poder oculto de los masones se mantiene en muchos ambientes. Y no sólo católicos o españoles. Castellano recuerda que los laboristas británicos trataron de que los partidos socialistas europeos aprobaran una moción en la que se prohibiese el ingreso de masones, pero fueron derrotados por la unión de las delegaciones italiana, francesa y española.
Como reacción a las numerosas quejas por promociones de funcionarios y políticos y de negocios arreglados en las logias, el Gobierno de Tony Blair instó a los jueces y policías masones a que revelasen su militancia. Así se supo en 1999 que en Inglaterra y Gales había 2.700 logias abiertas, a las que pertenecían casi 1.500 jueces y magistrados.
En 2008, un grupo de masones que trabajaba en el Palacio de Buckingham, incluidos policías de escolta, abrió una logia y quiso llamarla Logia de la Casa Real. Un sobrino de la reina Isabel, el duque de Kent, es el gran maestre de la Gran Logia Unida de Inglaterra.
En Italia la logia P-2, dirigida por Licio Gelli y vinculada al Gran Oriente, conmocionó al país, ya que se había infiltrado en el Estado y la sociedad, y sus miembros aparecían implicados en numerosos delitos y conspiraciones. A principios de año, la comisión parlamentaria contra el crimen organizado se hizo con una lista de unos 400 masones establecidos en Sicilia y Calabria, que cree que podrían estar relacionados con las diferentes mafias. Un sector de la opinión pública pide establecer la incompatibilidad entre ser masón y funcionario; y también se propone la completa abolición.
En España, donde hubo un tribunal dedicado a perseguir a los hermanos entre 1940 y 1963, uno los partidos con mayores vínculos con la masonería es Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). La principal "tierra de masones" española es Canarias, una de cuyas capitales, Las Palmas, ha tenido cuatro alcaldes masones. En esta región, varias instituciones han aprobado en los últimos meses mociones, con el voto a favor de todos los partidos, para alabar y honrar a la masonería.
Uno de los pocos políticos españoles masones que reconoce su pertenencia a la hermandad es el socialista Jerónimo Saavedra. Los masones, según él,
Tratan de perfeccionarse como individuos, a nivel moral y espiritual, pero no de forma aislada pues pertenecemos y vivimos en sociedad. Trabajamos en valores democráticos y luego los trasladamos a la ciudadanía, al exterior, colaborando. No tenemos ninguna exclusiva. Somos un factor más de colaboración en el progreso de la humanidad.
Niceto Alcalá Zamora, que fue presidente de la II República española y tuvo que entendérselas con masones desde la misma instauración del nuevo régimen, no es tan positivo sobre la labor de la masonería. En sus memorias tiene esta descripción:
En su acción sobre los individuos no creo que a nadie lo haya hecho mejor de lo que por sí ya fuese; y en cambio he visto varios casos de personalidad contradictoriamente desdoblada, en los cuales el hombre quería seguir siendo noble y leal, pero el masón resultaba falso e ingrato. Mi impresión resumida es la de una fuerza que en cuanto tiene de inofensiva no es seria y en lo serio no es inofensiva.
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