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Diego Sánchez de la Cruz

España, cuna del liberalismo moderno

Un nuevo libro rescata la denominación Escuela Española de Economía y reivindica la labor de los grandes escolásticos del siglo XVI.

Un nuevo libro rescata la denominación Escuela Española de Economía y reivindica la labor de los grandes escolásticos del siglo XVI.
Biblioteca General Histórica de la Universidad de Salamanca. | Flickr / Andreas Kusumahadi

El título de este artículo puede sonar raro, poco creíble, voluntarista. Durante décadas, las palabras liberalismo y España parecieron antónimos. Quizás todavía lo sean. O a lo mejor lo son más que nunca. No hay más que ver y escuchar a quienes se reúnen cada semana en la Carrera de San Jerónimo, cuáles son las televisiones más vistas, la nómina de intelectuales influyentes… Y sin embargo, nuestro país fue cuna de una escuela (quizás la primera de Europa Occidental merecedora de tal nombre tras la Edad Media) que plantó las semillas del liberalismo clásico e influyó en algunos de los más grandes pensadores de la historia. Y que nos mostró el camino para la defensa del individuo, de las libertades que le son propias, del ciudadano frente al abuso del poderoso, de la economía de mercado como medio más eficiente, justo y ético para la organización de la vida humana. Sí, España está en el origen de todo esto. Incluso aunque la gran mayoría de los españoles lo desconozcan y los planes de estudio de nuestros colegiales lo ignoren.

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Por eso, Ángel Fernández acaba de publicar la primera parte de una interesante colección de libros que lleva por título La Escuela Española de Economía. Está disponible en Unión Editorial y el objetivo del autor es evaluar la influencia que han tenido Juan de Mariana y otros autores españoles del siglo XVI y XVII a la hora de forjar el pensamiento político y económico de Occidente.

Sin complejo alguno, Fernández entiende el descubrimiento de América como "un hecho histórico trascendental que inició la primera globalización comercial y sociocultural". En su opinión, "este hecho histórico generó un intenso debate entre los intelectuales de España y eso permitió que la colonización de América fuese más humana que la realizada por otras naciones europeas". Y es que, "aunque existiesen episodios de perversión, prevalecieron el mestizaje, los valores humanos cristianos, la defensa de los derechos individuales, el legado del idioma español y la riqueza de la cultura hispana".

De los autores de la Escuela Española de Economía (EEE) recordamos ante todo a Francisco de Vitoria. Como dictó cátedra en Salamanca, se asocia dicha ciudad con el pensamiento de la época. Esto explica que, históricamente, se haya etiquetado la obra intelectuales de aquellos autores como la de la Escuela de Salamanca. No obstante, Fernández quiere superar y ampliar esta denominación, para recoger el impulso y el esfuerzo intelectual de los escolásticos de otras universidades como las de Palencia, Valencia, Sevilla o Alcalá de Henares. El autor defiende que esta es "la única forma de abarcar coherentemente y de explicar en profundidad la importancia de las instituciones que defendieron los autores escolásticos", pues supone "considerar la labor docente e intelectual ejercida por el conjunto de los autores españoles, desde distintas órdenes religiosas (dominicos, agustinos, jesuitas…) y desde distintas universidades de la época".

Frente a las distorsiones que han terminado forjando el relato de la llamada leyenda negra, Fernández defiende el rol que jugaron los autores españoles a la hora de iluminar el pensamiento político y económico a nivel internacional. El libro reconstruye las influencias de la EEE en el resto de Europa (Italia, Portugal, Alemania, Austria, Inglaterra, Escocia, Flandes…) pero también cruza el charco y refleja los ecos del pensamiento español en Estados Unidos, México, Perú… De hecho, la influencia de autores como el padre Juan de Mariana llega a épocas posteriores, influyendo a autores como Hugo Grocio, Samuel Pufendorf, John Locke, John Adams… El anexo documental del libro da muestra de esa influencia en el resto del mundo. Y es que algunas de las revoluciones y movimientos políticos que más han hecho para avanzar la causa de la libertad del individuo (sobre todo en Inglaterra y EEUU) no se pueden entender sin los escolásticos españoles y sus lectores (que no sólo los conocían, sino que se inspiraban en ellos).

El marco institucional

Fernández parte de un análisis basado en comprender el marco institucional que proponía la EEE, basado en defender principios que hoy consideramos esenciales, como el derecho a la vida, la libertad, la propiedad privada y la igualdad de trato ante la ley. Tiene especial valor la defensa que hicieron algunos escolásticos de la propiedad como un derecho natural, detentado por cada individuo por el mero hecho de ser un ser humano. Pero el pensamiento español de aquella época también sentó las bases para otros puntos, como la limitación del poder político mediante la separación de poderes, el reconocimiento de la soberanía popular e incluso el derecho de oposición, derrocamiento o rebelión frente a la tiranía.

Pensadores como Mariana tuvieron un impacto notable en la España de su tiempo. Fernández habla, por ejemplo, de la influencia que tuvo Francisco de Vitoria en las Nuevas Leyes de Indias, aprobadas en 1542 con un doble propósito: por un lado, renovar el reconocimiento de los derechos de los indios de las colonias, un hito histórico que ya contaba con el precedente de las Reales Ordenanzas de 1512; por otro lado, poner a la población indígena bajo la tutela de la Corona, para evitar la arbitrariedad de algunos encomenderos. El libro también explora la relación que mantuvo Mariana con el rey Felipe II, "quien le tuvo en gran estima intelectual y a quien criticó y aconsejó, atreviéndose a decir las verdades que otros no se atrevían a expresar por miedo a represalias políticas".

La nómina de autores evaluados por Fernández es amplia. Además de estudiar a Mariana o Vitoria, sus investigaciones le han llevado a autores como Domingo de Soto, Diego de Covarrubias, Martín de Azpilcueta, Tomás de Mercado, Francisco de Suárez, Luis de Molina… "En todos ellos se considera el mercado como un orden natural que existe con independencia de la voluntad humana y que surge como consecuencia de las interacciones socioculturales y los intercambios comerciales entre las personas que habitan un territorio", señala Fernández, reivindicando un pasado intelectual que, siglos después, sigue siendo merecedor de nuestra atención.

La visión del autor

Angel Fernández explica la Escuela Española como "una escuela multidisciplinar, que abarca a autores que analizaban las disputas morales derivadas de la colonización de América desde un enfoque multidisciplinar, con obras de teología, filosofía moral, derecho, economía, política… Es importante reivindicar los fundamentos que ya aparecen en el marco institucional escolástico, porque nos permiten poner en valor el respeto por los derechos individuales (vida, libertad, propiedad, igualdad ante la ley…), la familia, el lenguaje, el comercio, la empresa, la banca, la democracia (soberanía popular, consentimiento, independencia judicial, limitación del poder…), etc".

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Hablamos, además, de la primera piedra de un ambicioso proyecto, ya que el autor tiene previsto escribir una segunda parte dedicada a Francisco de Vitoria y una tercera entrega en la que entrarían los principales autores de la Escuela Española: Domingo de Soto, Diego de Covarrubias, Melchor Cano, Martin de Azpilcueta, Tomas de Mercado, Pedro de Valencia, Luis Sarabia de la Calle, Luis de Molina, Francisco Suárez…

Sí, hubo escuela de economía. Sí, fue española. Sí, fue influyente. Sí, fue liberal. Y sí, desgraciadamente, muchos de nuestros compatriotas no la conocen. Apenas si les suenan los nombres apuntados. Si hubieran sido ingleses, norteamericanos (o hasta franceses) serían reverenciados en sus países de origen por su defensa de la libertad, del individuo, de los derechos del ciudadano. En España, hasta ahora, han permanecido semi-olvidados. Esperemos que por poco tiempo. Se habla mucho de pacto educativo, de nuevos currículos, de devolver a las humanidades el lugar que les corresponde… Empiecen por aquí los partidos que se dicen liberales. Que los niños españoles lean a Locke, a Tocqueville, a Smith… y a Juan de Mariana y Francisco de Vitoria. El liberalismo moderno comenzó hablando castellano, no lo olvidemos.

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