Cinco documentos que desmontan el mito de Guernica
Se ha generado un debate en el mundo académico centrado fundamentalmente sobre la culpabilidad directa de Franco y sobre el número de fallecidos.
Esta semana se cumplió el 80 aniversario del bombardeo de Guernica. A propósito de este acontecimiento, se ha generado un debate en el mundo académico centrado fundamentalmente sobre la culpabilidad directa del general Francisco Franco Bahamonde en este ataque y sobre el número de fallecidos que ocasionó. Tomando estas dos ideas como referencia, vamos a hacer referencia a cinco documentos que pueden ayudar a entender mejor este acontecimiento histórico.
El primero, un informe inédito fechado el 23 de diciembre de 1936, enviado por Franco al jefe de la Legión Condor, el general Hugo Sperrle:
Respecto a la instalación de una base de organización de personal y material de alguna población del Norte próxima a un puerto del Atlántico que estuviese a salvo de posibles ataques por tierra y aire, para lo cual sería conveniente reducir la bolsa de Asturias. S. E. ha estudiado con todo detalle las operaciones que habría que hacer para acabar con el problema del Norte y ha sacado la convicción de que son necesarios efectivos de cierta importancia, de los que ahora nos disponemos, para resolver el problema del Norte.
Ahora bien, las noticias que nos llegan del campo rojo confirman la impresión de fatiga tanto de los dirigentes como de los milicianos rojos. Especialmente en el campo nacionalista vasco, desean terminar la lucha y no sería extraño que muy pronto pidieran parlamentar. A este respecto los bombardeos sobre Trubia y Reinosa, han ocasionado gran depresión.
El segundo, la orden emitida por Sperrle para las fuerzas bajo su mando, tras recibir este informe:
Una acción operativa en la (provincia vasca) al norte. Hay falta de alimentos allí. Según el general Franco, ya [han sido] abiertas negociaciones para su rendición. Hasta ahora, poca defensa aérea. Inexistencia de aviones modernos confirmada, [por lo que] los Ju (s) pueden ser empleados sin protección de cazas. Objetivos: fabricas de armas y municiones, instalaciones portuarias, suministros de alimentos, y posiblemente actos de terror para alentar las negociaciones.
El tercero, una carta inédita del general Alfredo Kindelán Duany, jefe de la aviación sublevada al general Franco, fechada en Salamanca, el 12 de abril de 1937:
ARMA DE AVIACIÓN
JEFATURA DEL AIREExcmo. Sr.
Parece superfluo, para quien como V.E. conoce al detalle, por haberlas seguido paso a paso, las actuaciones magníficas de las Fuerzas Aéreas de nuestros aliados, que colaboran con entusiasmo y valor desde su principio en el Movimiento Nacional, destacar la eficacia reiterada de sus servicios que pueden simbolizarse en número –260 aviones rojos destruidos– o en nombre –Estrecho de Gibraltar, Badajoz, Talavera, Toledo, Irún, Oviedo, Ochandiano–.
En los éxitos repetidos y en el buen rendimiento de su empleo táctico, colaboraron, por igual, tres factores: la clase del material, la alta calidad técnica y moral del personal y las altas dotes de los mandos Italiano y Alemán.
Pero es deber inexcusable, en el Jefe que suscribe, hacer presente un defecto, que la realidad ha puesto al descubierto; defecto que aminora el rendimiento de tan magnífico instrumento de guerra y puede ser causa, en el porvenir, de algún suceso desagradable. No existe la necesaria unidad de mando de las Fuerzas Aéreas, que proceden con excesiva autonomía, con perjuicio, en muchos casos, del Ejército de Tierra. En cuestiones de mando militar no pueden existir más que dos criterios opuestos: la diversificación y la unificación, con el primero se pierden las batallas y las guerras, con el segundo se ganan.
Ocurre Excmo. Sr., que a veces por la autonomía excesivas de las aviaciones Italiana y Alemana se desaprovechan excelentes ocasiones de actuar desde el aire y en otras se deja en situaciones difíciles o incómodas a algunas tropas, por no obedecer los mandos aliados las indicaciones V.E. por mi transmitidas, juzgando la situación general con arreglo a su propio criterio, fundado en las informaciones fragmentarias o insuficientes que poseen, o deformado por prejuicios doctrinales. Así ha sucedido recientemente, con ocasión de las reiteradas órdenes de acción cooperación las tropas de la División Reforzada de Madrid, duramente atacadas, órdenes hasta hoy incumplidas.
Esta situación equívoca, no debe prolongarse un día más, por el riesgo que entraña, a juicio del General que subscribe. Precisa que exista un mando único, clara y plenamente aceptado por todas las Fuerzas Aéreas colaborante.
En general, el buen deseo y la natural coincidencia de criterios ha hecho y hará innecesario el empleo de los resortes del mando, pero es preciso que al producirse una discrepancia exista una opinión que prevalezca y una autoridad que la imponga.
No se trata de cuestión de personas, todas dignas del máximo respeto, sino de principios militares; ni el Jefe del Aire pretende recabar la suprema autoridad indicando, como posible solución de la que los Generales Sander, Manzini y Kindelán manden respectivamente las aviaciones alemana, italiana y española, bajo las órdenes del Generalísimo, transmitidas por intermedio de un General Jefe del Estado Mayor del Aire.
Cualquiera que sea la solución que se adapte, parece evidente que el mando supremo de la aviación, por delegación de V.E., debe ser ejercido por un General español.
Con haber sometido este importante asunto a la superior resolución de V.E. creo haber salvado una grave responsabilidad e iniciado el camino para una actuación aérea futura tan brillante como la actual pero con beneficio de su eficacia y rendimiento.
Dios guarde a V.E. muchos años.
Salamanca, 12 de Abril de 1937
El General Jefe del Aire Alfredo Kindelán
El cuarto, el diario del teniente coronel Wolfram von Richthoffen, jefe de Estado Mayor de la Legión Condor, y responsable, junto a su jefe, el general Hugo Sperrle, de la aviación en la campaña de Vizcaya:
26/III/1936
Queda convenido con Vigón:
Por la mañana determinamos en común la hora del ataque, con lo que la aviación, según el tiempo, decide.
Concreción del ataque sólo cuando haya comunicados de los jefes de la artillería de que el fuego artillero está listo, y de los jefes de las brigadas de que la infantería está en las posiciones de ataque.
Mis propuestas sobre la acción de la aviación, y con ello de los centros de gravedad, pasan sin discusión.
26/IV/1936
A las siete, Vigón me expuso la siguiente situación:
La 1ª brigada ocupó la vertiente este del Oiz y avanza al noroeste. La presión sobre el norte es muy débil, al estar las tropas muy cansadas, y por su derecha están totalmente al descubierto a causa de que la 4ª brigada permanece en el sitio. Estoy contento de esto último, porque el enemigo entonces quedará fijado aquí, y tan sólo con una pequeña presión que haga la 1ª brigada, puede ser copado.
La 4ª brigada, tras haber limpiado algunas posiciones, las ha ocupado, pero no ha avanzado sobre Eibar, como se le había ordenado. Vigón intentó hacia el final de la tarde conseguir esto, dirigiendo personalmente dos batallones; pero fue un intento vano. Con esto, el enemigo ha tenido tiempo de prender fuego a Eibar durante la noche en cada esquina de la ciudad. Hoy fue ocupada tempranamente sin combate. Ahora se debe atacar avanzando sobre Marquina y hacia el oeste.
Empleamos inmediatamente A/88 (aviones de reconocimiento) y J/88 (cazas) sobre las carreteras de la zona de Marquina-Guernica-Guerricaiz. Los K/88 (bombarderos) (tras volver de Guerricaiz), los VB/88 (bombarderos experimentales) y los italianos, con dureza, sobre carreteras y puente (arrabales inclusive) pegados a Guernica por el este. Allí hay que cerrar, ha de conseguirse finalmente un triunfo contra el personal y material enemigos.
Vigón empeña su palabra de que imprimirá a sus tropas un ritmo tal, que todas las carreteras al sur de Guernica quedarán bloqueadas. Si lo conseguimos, tenemos metido en la bolsa al enemigo alrededor de Marquina.
27/IV/1936
Puesto que Guernica parece que está bloqueada, esta habría sido la condición para la captura de los rojos, que así se nos vuelven a escapar. Da náuseas, que todos los esfuerzos son convertidos en vanos una vez tras otra por la flojedad de los españoles.
30/IV/1936
Guernica, ciudad de 5.000 habitantes, ha sido literalmente asolada. El ataque se realizó con bombas de 250 kilos y bombas incendiarias, de estas últimas aproximadamente un tercio del total arrojado (…).
La ciudad estuvo bloqueada 24 horas por lo menos, lo que hubiera sido condición ideal para un gran éxito, con sólo haber lanzado las tropas detrás. Así pues, sólo un completo éxito técnico de nuestras bombas de 250 y de las ECB 1.
El quinto, el testimonio de Castor de Uriarte, arquitecto municipal de Guernica, testigo del bombardeo y encargado de dirigir la extinción de los incendios tras el ataque, y fundador de Acción Nacionalista Vasca:
En el refugio de Santa María murieron 45 personas.
Por la bomba que cayó en una de las alas del Asilo Calzada, murieron 33 personas, entre ellas dos monjas, Hijas de la Caridad; eso que figuraba una bandera con la cruz roja en el techo y otras dos en las ventanas, que se veían claramente.
En la carretera que sube a Lumo, en la cueva de "Udetxea", donde se metieron varias personas en una alcantarilla, acertó a caer una bomba en la boca de la misma, mataron a todos los allí refugiados.
Estas fueron las víctimas en mayor número; las demás cayeron de una en una, en los alrededores del puente de Rentería, en casas que se derrumbaron y otras ametrallaron los cazas.
Pueden calcularse los muertos, en 250 y los heridos en muchos más.
De estos documentos, se pueden sacar los siguientes datos generales:
Primer, Franco aceptaba, como queda insinuado en el primer documento, que los ataques aéreos sobre Vizcaya podían ayudar a reducir la resistencia de los nacionalistas vascos, y favorecer las negociaciones que, desde antes de que comenzara la Guerra Civil, se venían desarrollando entre el PNV y los sublevados. Y así lo ratificaba Sperrle en su informe operativo para sus tropas.
Segundo, frente a lo que afirman algunos autores a propósito sobre que la Legión Condor actuaba de forma disciplinada y no realizaba ninguna acción que no le fuera ordenada por el mando sublevado, la carta de Kindelán demuestra que eso no era cierto. Los alemanes actuaban con autonomía priorizando sus intereses políticos y militares frente a los del mando sublevado, es decir Franco. Por tanto, no se puede afirmar que era imposible que los alemanes actuaran por su cuenta. De hecho, la carta de Kindelan demuestra lo contrario: Los mandos alemanes actuaban por su cuenta siempre que lo estimaban oportuno.
Tercero, el bombardeo de Guernica fue decidido por Richthoffen y ratificado por Sperrle tomando en consideración la situación general del frente. Su objetivo era copar las tropas gubernamentales que huían, y también probar la combinación de bombas de 250 kg. e incendiarias de 1 kg. No había ningún proyecto de exterminio –"genocidio" según algunos autores– del pueblo vasco. Fundamentalmente porque resulta absurdo mantener esa teoría sobre el bombardeo de una población de 5.000 habitantes. Máxime cuando miles de vascos y navarros integraban las brigadas navarras, que estaban bajo el mando del general de esa región, José Solchaga, y tenían jefes como los coroneles Los Arcos y Cayuela. Tampoco se deduce ningún objetivo político en el ataque, como han defendido algunos autores, amparándose en el carácter simbólico de Guernica para los nacionalistas vascos –también para los carlistas que integraban las fuerzas militares sublevadas–. De hecho, ni la Casa de Juntas ni el Roble Sagrado fueron atacados. Por el contrario, la zona bombardeada se correspondía con el este de la villa, donde estaban las carreteras, cuya obstrucción permitiría copar a las tropas gubernamentales en retirada.
Cuarto, la decisión de atacar Guernica fue tomada por el tercer escalón del mando sublevados, constituido por el general Sperrle y el general Solchaga, cuyos jefes de Estado Mayor eran Richthoffen y el coronel Juan Vigón. Este escalón era el encargado de desarrollar el plan de ataque sobre Vizcaya elaborado por Mola y aprobado por Franco. La aviación rebelde, bajo mando alemán, estaba autorizada a realizar las acciones aéreas que considerada oportunas para favorecer el avance de la infantería. Y eso fue lo que se hizo el 26 de abril bombardeando Guerricaiz y Guernica, con un objetivo claro: acelerar la derrota de las fuerzas gubernamentales. Aunque también hubo un objetivo experimental como ya hemos indicado.
Quinto, el número de muertos, como han demostrado los trabajos de Gernikazarra y queda patente en el testimonio de Uriarte, que estuvo presente cuando se extrajeron los cadáveres del refugio de Santa María y del Asilo Calzada, no pasó de 250. Por tanto, quienes afirman sin pruebas que los muertos fueron más de 2000, llegando a poner incluso un 0 más en los de Santa María, para convertirlos en más de 400, no se ajustan a los hechos y tergiversan la verdad histórica.
Una acción puramente militar
Por lo tanto, de los datos anteriormente expuestos se deduce que el ataque a Guernica fue una acción puramente militar que las circunstancias posteriores convirtieron en un mito. El responsable de la misma fue el general Franco, no sólo porque era el Generalísimo de los Ejércitos sublevados, sino porque con sus decisiones creo la dinámica que hizo posible este ataque. Sin embargo, no existe ningún documento que demuestre que el diera directamente la orden de ataque, y menos que fuese a las 7 horas de la mañana, como se afirma en una obra recientemente publicada. Como tampoco existe ninguna fuente que demuestre que los muertos fueron más de 2.000. Afirmar ambas cosas sin sostenerlas sobre fuentes históricas resulta una frivolidad.
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