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Pedro Fernández Barbadillo

¿Quién nos robó una hora?

¿Le molesta el cambio de hora que se hace dos veces cada año?, ¿pierde sueño?, ¿siente malestar general e incomodidad? Pues no se preocupe, que tenemos al culpable de sus males: Franco. ¿A que ahora ya se siente mejor?

¿Le molesta el cambio de hora que se hace dos veces cada año?, ¿pierde sueño?, ¿siente malestar general e incomodidad? Pues no se preocupe, que tenemos al culpable de sus males: Franco. ¿A que ahora ya se siente mejor?
Cordon Press

Seguro que lo ha leído y escuchado estos días y los años pasados: el cambio de hora lo impuso Franco. Algunos más exaltados han afirmado que fue el propio Hitler. Me imagino la parte secreta de la reunión de Hendaya entre el Führer y el Caudillo. Hitler le espeta a Franco que sólo le deja dos alternativas para formar parte del Nuevo Orden: o le declara la guerra a Inglaterra, ocupa Gibraltar y le da a Alemania una isla de las Canarias o bien adapta la hora oficial española a la de Berlín, y que elija ahí mismo. Y Franco le dijo que vale, que cambiaba la hora.

Y así se entretiene la gente…

El meridiano de Greenwich

Como explica Pere Planesas, astrónomo del Observatorio Astronómico Nacional, a partir de la Conferencia Internacional sobre el Meridiano (Washington, 1884), se fue estableciendo una hora mundial y zonas horarias que tomaban como referencia el meridiano de Greenwich, que atraviesa Inglaterra, Francia, España y Argelia. A esa hora se la llama GMT (Greenwich Mean Time), y es la vigente en Canarias, el Reino Unido, Irlanda, Portugal, Marruecos, Senegal…

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Un real decreto de 26 de julio de1900, firmado por la Reina Regente María Cristina de Habsburgo-Lorena, estableció que los servicios de ferrocarriles, correos, telégrafos, teléfonos y líneas de vapores de la Península y Baleares, y todas las oficinas públicas se regirían desde el 1 de enero de 1901 de acuerdo a la hora GMT.

El desorden horario se mantuvo en España hasta 1922, en que se estableció una sola hora para el archipiélago canario, donde había horas diferentes entre las islas (meridiano local o reloj de la catedral), en las Administraciones (nacional, militar y local) y los horarios de los servicios marítimos (tuvieran su origen en la Península o en las islas). Se fijó que la hora oficial canaria fuera la GMT). El Gobierno español tomó esta medida lógica después de que el Almirantazgo británico le hubiese planteado varias preguntas en 1921 sobre la hora oficial en Canarias.

El adelanto horario en los días con más horas de luz se aplicó en la Primera Guerra Mundial. En España se pasó a GMT+1 por primera vez en 1918 (entre el 15 de abril y el 6 de octubre). Recuerda Planesas que el decreto explicó la modificación por la falta de carbón y –atención- para armonizar el horario con el de los países vecinos.

En los años siguientes, el uso del horario de verano fue desigual.

Negrín nos puso la hora de Berlín

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Juan Negrín

Durante la Guerra Civil, ambas zonas adelantaban la hora en verano en fechas distintas pero cercanas. Por sorpresa, la Gaceta de la República publicó el 28 de abril de 1938 un decreto firmado por el presidente del Gobierno, el socialista Juan Negrín, que ordenaba que el 30 de abril se efectuase otro adelanto de la hora de sesenta minutos. En el texto del decreto explica que el adelanto sobre el horario solar será de 120 minutos (GMT+2), pero sin dar ninguna justificación. Semejante diferencia horaria hay que tenerla en cuenta al leer los partes de guerra y la prensa de la época.

De esta manera, un Gobierno social-comunista fue el primero que trajo a España la hora que usaba Hitler. Con la victoria de los nacionales en marzo de 1939, lo que quedaba de la zona republicana (Levante, Castilla la Nueva, Madrid y Menorca) recuperó esa hora ‘robada’ por el Gobierno rojo.

España, detrás de Francia

Al año siguiente empezó el baile que dura hasta nuestros días. El 25 de febrero de 1940, el primer ministro francés, Édouard Daladier, del partido radical socialista, amparándose en el estado de guerra, decretó el horario de verano, de GMT+1. Unos pocos días después, el Gobierno español siguió al de París, no al de Berlín.

Una orden ministerial de 7 de marzo firmada por Valentín Galarza, subsecretario de Presidencia del Gobierno, adelantó también el horario de verano español para el sábado 16 con la siguiente justificación:

Considerando la conveniencia de que el horario nacional marche de acuerdo con los de otros países europeos, y las ventajas de diversos órdenes que el adelanto temporal de la hora trae consigo

El único cambio que se había producido previamente era el decidido por París. Con Francia, España tenía un gran tráfico de mercancías y personas, aparte de ser paso obligado hacia el interior de Europa; de ahí, el interés en mantenerse en la misma hora que Francia. En el escrito se añadía: "Oportunamente se señalará la fecha en que haya de restablecerse la hora normal" (Carmelo López Arias, en Razón Española, nº 198).

En ese momento, los alemanes no habían entrado en Francia… ni en Noruega ni Dinamarca (invadidas en abril de ese año). Por tanto, el III Reich no tenía frontera física con la España franquista.

Los alemanes imponen su hora

Una de las consecuencias del armisticio firmado el 22 de junio fue la implantación de dos zonas horarias diferentes en el mismo territorio: la de Berlín en la Francia ocupada, que abarcaba París y Hendaya (GMT+2 porque Alemania se hallaba también en horario de verano), y la francesa en la llamada zona libre, con la estación internacional de Cerbère (GMT+1).

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Ese otoño los alemanes no retrasaron la hora de su zona. Tanto Vichy como Madrid mantuvieron su GMT+1 para evitar que hubiera dos horas de diferencia con sus vecinos. En mayo de 1941, después de negociaciones entre los técnicos de las dos zonas francesas, Vichy adelantó su hora oficial para igualarla con la vigente en la Francia ocupada (GMT+2). Por tanto, España se mantuvo en GMT+1, porque "al volver Francia en octubre de 1941 al horario de invierno, españoles y franceses quedábamos de nuevo en la misma hora legal".

El 17 de febrero de 1942 la Francia libre cambió la hora de verano, y España lo hizo en mayo, en su primera modificación en dos años. Ambos países siguieron a la par hasta el desembarco de Normandía. Desde entonces y hasta mayo de 1945, volvió a haber dos horas legales en Francia: los aliados (y luego el gobierno provisional de la República) volvieron a GMT+1, mientras que Vichy mantuvo GMT+2.

En agosto de 1945, detalla López Arias, el Gobierno francés anunció la vuelta en dos etapas a GMT: el 16 de septiembre se retrasaría una hora y el 18 de noviembre la segunda hora. Pero este último paso se suspendió el 5 de noviembre. Así, Francia quedó anclada en GMT+1 y, además, suprimió el horario de verano. El Gobierno español conservó la hora legal en GMT+1, pero suprimió el horario de verano en 1946.

En España se regresó al horario de verano en 1949, pero se suprimió hasta que se recuperó debido a la crisis petrolífera de 1973. España lo volvió a aplicar el 13 de abril de 1974; Francia recurrió a este mecanismo de ahorro energético en 1976 y Portugal en 1977. Ahora, las fechas del cambio de hora los decide la Unión Europea, aunque España sigue en la Hora Central Europea (CET).

Acabar con la «hora española»

Desde hace unos años, son constantes los debates sobre los horarios de verano e invierno, el mantenimiento de la Península y Baleares en GMT+1 o su retroceso a GMT, incluso si Canarias debería adoptar GMT+1. El nacionalista Paulino Rivero que defiende la diferencia horaria para que Canarias tenga "constante presencia" en los medios de comunicación. O sea, publicidad gratuita.

Los separatistas, que no descansan (muchos cobran por su labor), han decidido atacar la zona horaria por el mismo motivo que arremeten contra las corridas de toros: porque es española. Por desgracia, cuentan con el respaldo de miembros del PP y del PSOE, convertidos en los tradicionales ‘tontos útiles’.

Los nacionalistas gallegos quieren que Galicia se adapte a GMT para equipararse con su anhelado Portugal. Y los catalanistas de Baleares y Cataluña quieren que el horario de verano (GMT+2) sea permanente. La Generalidad y otras instituciones catalanas financian la Iniciativa per a la reforma horària, cuya finalidad es romper otro vínculo nacional español.

De cumplirse los deseos de las diferentes tribus nacionalistas, los españoles podríamos tener tres husos horarios: uno para Galicia y Canarias; otro para Baleares y Cataluña; y el común (vamos, el de los pobres) para el resto de la Península, más Ceuta y Melilla. Si a las ciudades del norte de África se les adjudicase otra hora oficial, la de Libia y Egipto (GMT+2) o la de las Azores (GMT-1), tendríamos cuatro zonas horarias. ¡Tantas como hay en Estados Unidos entre Nueva York y Los Angeles!

Otro motivo de asombro para el mundo y una fuente de empleo para ingenieros. Pero ¡cómo serían de complicados esos viejos problemas de matemáticas que comenzaban: "Un tren sale de Miranda del Ebro a las 08:47 de la mañana a 80 kilómetros por hora con dirección a Tarragona…"!

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