El desplome del pensamiento europeo se nota en que la clase dominante (tanto en los medios de comunicación y la universidad como en la política) quiere prohibir cualquier debate sobre los asuntos que le molestan. Por eso, se está etiquetando como fobia, es decir, como un "temor angustioso e incontrolable ante ciertos actos, ideas, objetos o situaciones, que se sabe absurdo y se aproxima a la obsesión" (diccionario de la RAE), a todo aquel que se atreve a levantarse contra las ideas-fuerza imperantes. Así Europa parece asolada por plagas como la islamofobia, la alterofobia (el odio al otro), la homofobia, la eurofobia, la xenofobia, la animalofobia…
En consecuencia, no hay debate entre personas que tienen distintas opiniones, sino una descalificación y una persecución de quienes padecen esas taras psiquiátricas, como se controla y elimina a los virus. Muchos occidentales exigen un supuesto derecho a no tener que escuchar determinadas ideas, que les provocan, tal como consta en algunas demandas judiciales, daños morales, ansiedad o depresión.
"Estos malditos viejos"
Después del referéndum sobre el Brexit y de las elecciones parlamentarias en España, ha asomado una nueva fobia, esta sí verdadera, que podemos calificar como gerontofobia: odio a los ancianos o los mayores.
El periodista John Carlin (que tiene 60 años) llegó a proponer que en el Brexit se prohibiese votar a los mayores de 55 años, porque estaban contaminados por la nostalgia imperial de la Gran Bretaña y carecían de la adaptación a las nuevas tecnologías y la globalización que tenían los jóvenes. Carlin culpó de la victoria del leave a "estos malditos viejos", que no habían pensado en los jóvenes, como su hijo de 16 años.
Y en cuanto el recuento electoral derrotó las expectativas levantadas por las encuestas, los militantes de Podemos, muchos de los cuales habían tuiteado fotos de ellos votando con sus abuelos, recuperaron los insultos que prodigaron contra los viejos en las elecciones de diciembre. A los mayores de 55 años les culpaban de la victoria del PP y del aguante del PSOE. Tal como muestran sus tuits, muchos desean la muerte de "los viejos", porque sólo así podrán asaltar los cielos.
Si durante la Guerra Fría, se acuñó el término gerontocracia para definir a la clase gobernante en la URSS (sólo los veteranos de la revolución estaban legitimados para gobernar y luego los de la guerra antifascista), cabe hablar hoy de gerontofobia.
Guerra entre generaciones
La izquierda está preparando una guerra entre generaciones, plan que, por cierto, no es nuevo ni original. Ya en los años anteriores a la Gran Guerra, muchos jóvenes abominaban del mundo burgués en que habían crecido y ansiaban la guerra como liberadora. En Tempestades de acero, el escritor alemán Ernst Jünger, definió así a su generación, la que se desangró en las trincheras:
Crecidos en una era de seguridad, sentíamos todos un anhelo de cosas insólitas, de peligro grande. Y entonces la guerra nos había arrebatado como una borrachera.
En el caos de la primera posguerra, los veteranos y los jóvenes (educados en la propaganda bélica y la muerte) se enfrentaron contra todo lo establecido, que había caído en el desprestigio: monarquías, parlamentarismo, burguesía, liberalismo… Lo anterior era caduco y viejo, mientras que ellos anunciaban la novedad, sin vínculos con el pasado.
El himno fascista se titulaba "Giovinezza" ("Juventud"), y ésta era una de sus estrofas:
Juventud, juventud
Primavera de belleza
En la aspereza de la vida
Tu canto retumba y se va.
Por Benito Mussolini,
Eja eja alala!
Por nuestra bella Patria,
Eja eja alala!
En octubre de 1931, se fundaron las Juntas de Ofensivas Nacional-Sindicalista. Su himno de combate, publicado en la revista La Conquista del Estado, comenzaba así:
Juventudes de vida española
y de muerte española también,
ha llegado otra vez la fortuna
de arriesgarse a luchar y vencer.Sobre el mundo cobarde y avaro,
sin justicia, belleza, ni Dios,
impongamos nosotros la garra
del imperio solar español.
Ramiro Ledesma Ramos, probablemente el único fascista que había en España (escribió una serie de artículos recogidos en un libro titulado ¿Fascismo en España?) llegó a proponer la exclusión de su partido de los mayores de 45 años, propuesta que presento a dirección de Podemos.
El comunismo también idolatró a la juventud
Pero la apología de la juventud no se limitó a los fascismos; también se extendió al comunismo. Miguel Hernández escribió en 1937 un poema titulado Llamo a la juventud cuyo mensaje es idéntico al de Giovinezza y al himno de combate de las JONS: la juventud tiene razón frente a un mundo caduco y pancista. Curiosamente, tanto Hernández como Ledesma Ramos citan al Cid en sus composiciones.
La juventud siempre empuja
la juventud siempre vence,
y la salvación de España
de su juventud depende.
Durante las décadas inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial, la juventud fue devuelta a su lugar tradicional: la época a las responsabilidades del adulto. Sin embargo, en los años 60 los acontecimientos sociales y políticos, así como el baby boom, convirtieron de nuevo a la juventud en sujeto político y, novedad, en objetivo de la publicidad para convertirlo en sujeto de consumo.
Por un lado, Mao Zedong empleó a sus jóvenes Guardias Rojos contra los viejos del PC y las tradiciones chinas y por otro lado la extrema izquierda europea se sintió subyugada por las imágenes de los guerrilleros o los Gadafi. Las revueltas de los años 60 tenían un componente de rebelión generacional: la mayoría de los gobernantes europeos era sexagenaria (Konrad Adenauer, Francisco Franco, Charles de Gaulle, Oliveira Salazar, Giovanni Leone, Harold MacMillan…). En Europa Oriental (el ruso Breznev había nacido en 1906) la gerontocracia era mayor, pero no importaba tanto, porque a fin de cuentas el socialismo real estaba en la vanguardia de la historia.
Europa se curó de las fiebres revolucionarias mediante el acceso al poder, con su correspondiente aburguesamiento, de los revolucionarios y la conversión de los jóvenes en adultos por el paso del tiempo. Se confirmó el aforismo de Nicolás Gómez Dávila de que "la actividad revolucionaria del joven es el rite de passage entre la adolescencia y la burguesía".
La esterilidad de los podemitas
En esta estrategia de Podemos hay un elemento con el que sus dirigentes no cuentan y que les condena al fracaso: los viejos (por encima de los 55 años) cada vez son más numerosos que los jóvenes (por debajo de los 35 años), y a medida que pase el tiempo lo serán todavía más. ¿Cuántos hijos tienen Pablo Iglesias, Alberto Garzón, Tania Sánchez, Íñigo Errejón, Ada Colau, Mónica Oltra…? Aunque a alguien le moleste este experimento, cuéntense los hijos de los ministros de Franco, Suárez, González y Aznar y compárense con la esterilidad voluntaria de los caudillos de La Gente.
Cuando ya mueren más españoles de los que nacen, las generaciones más numerosas son las correspondientes al baby boom de los años 60 del siglo XX. Si la edad y los pisos en propiedad vuelven conservadoras a las personas, dentro de pocos años los viejos partidos, sobre todo el PP, aumentarán su electorado. Y más si, de acuerdo con los planes de Podemos, Cataluña ejerce el derecho de autodeterminación y se separa del resto de España.