La primera razón del éxito fue la decadencia, el desgaste, la descomposición de un largo periodo de gobierno del Partido Socialista de Felipe González. Terminaba una etapa y se producía, casi sin quererlo casi nadie, un "vista a la derecha", un "vista al Partido Popular", utilizando un símil militar, de la misma manera que a partir del año 2004 en España se iba a producir un "vista a la izquierda".
Ahora bien, también es verdad que el Partido Popular había acertado en un proyecto de refundación. No había sido muy profundo, más bien de naturaleza superficial, pero adecuado y eficaz. En vez de Alianza Popular, ahora existía el Partido Popular. En vez de estar en la internacional
conservadora, ahora estábamos en la internacional de los Partidos Populares de Europa, de carácter más centrista y social. Se habían incorporado cuadros y dirigentes que provenían de la Unión de Centro Democrático a raíz del dialogo protagonizado por Manuel Fraga y Marcelino Oreja, en aquel momento Secretario General del Consejo de Europa, que tuvo su escenificación en el congreso de refundación del Partido Popular del año 89.
Meses después, la elección de José María Aznar como candidato y
posteriormente presidente fue decisiva para fortalecer la imagen de
renovación del partido y para eliminar o al menos reducir los obstáculos y
las limitaciones de aquel refundado Partido Popular. Porque lamentablemente, el Partido popular, incluso refundado, no conseguía superar todos los obstáculos inherentes a la condición de "derecha" o "centro derecha" que tendían a generar una cierta animadversión y rechazo a nuestra opción. La presencia creciente en aquellos meses de nuevos dirigentes del Partido Popular en debates de medios de comunicación privados de televisión, ayudó a facilitar esta eliminación de obstáculos.
Mi opinión, por dura que resulte, es que el trágico atentado de 1995, en el
que fue asesinado Gregorio Ordoñez, y el atentado frustrado contra José
María Aznar en abril del mismo año, acrecentaron la humanización de la
imagen de nuestro partido y de su presidente. Las tragedias aceleraron la
aproximación al poder de nuestro partido, aunque es verdad que ya se
producía un creciente "vista al Partido Popular", incluso como pude observar yo directamente en el País Vasco, desde las propias filas del Partido Nacionalista Vasco, con Xabier Arzalluz a la cabeza. Consideraban que había llegado el momento de cambiar de aliado , una vez que consideraban agotada la aportación del Partido Socialista a los objetivos del nacionalismo vasco.
José María Aznar, antes de las elecciones, no cometió errores, supo capear los escándalos derivados de algunas detenciones, acentuó la importancia de los temas económicos y fiscales para la derecha política, se rodeó de un equipo que fue forjándose y madurando, impulsó el dialogo con sectores económicos, sociales y políticos que habían sido reticentes respecto de la posibilidad del Partido Popular en el gobierno.
Pese a estos aciertos y pese al creciente deterioro socialista, fue una
victoria pírrica, pero suficiente para alcanzar el poder en la primavera de
1996. Recuerdo la conversación que mantuve con José María Aznar aquella noche desde Vitoria, donde sin duda, estábamos sorprendidos de un resultado tan exiguo, aunque recordando aquella conversación le insistí por activa y por pasiva del hito que había alcanzado, colocándose a las puertas del Gobierno en España, como así sucedería pocos meses después.