Meim Kampf (Mi Lucha) es un inclasificable libro escrito por Adolf Hitler cuyas últimas consecuencias son bien conocidas: el Nazismo, la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto. En Mi Lucha Hitler detallaba sin disimulo sus planes expansionistas, raciales y criminales, pero por desgracia nadie lo creyó en su día. Su reedición y difusión en Alemania ha estado prohibida por el Estado de Baviera (propietario de los derechos de edición) desde 1945 hasta el 2015, año en el que transcurrieron los setenta años desde la muerte de Hitler y tras los cuales la obra pasó a ser legalmente de dominio público. Su reciente edición crítica y anotada en Alemania después de tantos años de prohibición ha supuesto una gran polémica y un nada sorprendente éxito editorial. Sabido es que la censura -incluso la más bienintencionada- ha sido siempre el principal reclamo para una obra. No soy partidario de cerrar los ojos ante la basura totalitaria y por eso creo que hay que conocerla para saber combatirla y anticipar sus golpes.
LTI. La Lengua del Tercer Reich (1947) es una obra maestra de Victor Klemperer (1881–1960) para entender cómo el nazismo manipuló y pervirtió el lenguaje. En su famoso ensayo disecciona todo el veneno que contenían las palabras empleadas por los nazis. Klemperer afirma en su obra que
"La lengua del III Reich era un lenguaje carcelario (de los carceleros) y del lenguaje de las cárceles forman parte necesariamente las alusiones veladas, las ambigüedades, las falsificaciones, etc".
Y nada más adecuado que el término "carcelario" para la obra cumbre del nazismo, ya que Hitler dictó la mayor parte de MEIN KAMPF a su chofer Emil Maurice y a su amigo íntimo Rudolf Hess durante los nueve meses que estuvo encarcelado en Landsberg, por su fallido golpe de estado de 1923.
El 1 de abril de 1924 Hitler fue sentenciado a 5 años de prisión en la prisión de Landsberg, aunque la Constitución de Weimar estipulaba cadena perpetua contra crímenes de este tipo. Durante su breve encarcelamiento (solo 264 días) Hitler recibió un trato privilegiado por parte de sus guardias, permitiéndosele recibir cartas, comida en abundancia y visitas de sus admiradores. Fue absuelto y liberado el 20 de diciembre de 1924, tras una amnistía general de prisioneros políticos. Ese trato privilegiado ha sido recientemente ratificado por una remesa de documentos subastados en 2010 relativos a la estancia de Hitler en Landsberg. Entre esos documentos hay unas 400 tarjetas de visita, lo que demuestra que Hitler contaba con numerosos amigos fuera de la cárcel y con abundante apoyo para su causa.
Las visitas eran constantes, incluso de figuras que le habían ayudado en el golpe como Ludendorff. Estando en prisión, Hitler organizó una fiesta para celebrar su 35 cumpleaños a la que acudieron 40 invitados, sólo 19 días después de ser encerrado. La remesa de documentos subastada demuestra que Hitler llevaba una vida alegre en Landsberg y que no solamente se ocupaba de asuntos políticos o militares, sino que, incluso, se encargó de elegir automóvil para su liberación, como lo demostraría una carta dirigida a Benz (hoy Mercedes-Benz), fechada en septiembre de 1924 y en la que se interesa por un coche gris que costaba 18.000 Reichsmark y para el que Hitler pedía un descuento:
"La dificultad para mí está en el hecho de que no espero los ingresos de mi obra ('Mein Kampf' no está aún acabada) antes de mediados de diciembre. Por supuesto, el margen de unos pocos miles de marcos por su parte, jugaría un papel importante".
Durante ese apacible encierro no solo aprovechó Hitler para escribir Mi Lucha sino que engordó visiblemente dada su glotonería y el enorme flujo de comida, dulces y pasteles que recibía a diario de sus admiradores. Por cierto, su proveedora de papel para el Mein Kampf y otros caprichos fue Winifred Wagner, la nuera del compositor fetiche de Hitler.
El primer volumen de la obra se publicó en 1925 con el título de Una rendición de cuentas y se redactó a modo de autobiografía tergiversada y magnificada por su megalómano autor. Ello no obsta para que el propio Hitler se califique en Mi Lucha como un "hijo enmadrado" (Muttersöhnchen).
El segundo volumen (escrito entre 1925 y 1927) se centró en la historia y reconstrucción del Partido Nazi. Hitler aún tuvo tiempo de escribir una segunda parte que no se publicó hasta 1961. La historiadora Rosa Sala considera, con toda la razón, a Mein Kampf no tanto como una obra biográfica o histórica sino de mera propaganda política. El título original pensado por Hitler iba a ser Cuatro años y medio contra la mentira, la necedad y la cobardía, aunque fue su editor Max Amman quien le convenció para simplificarlo al mucho más contundente y popular de MI LUCHA. Ernst Hanfstaengl, según recuerda en sus memorias, se ocupó de revisar la pésima ortografía del manuscrito original:
"Solo cuando empecé la lectura me di cuenta de que había accedido demasiado pronto, puesto que el contenido del libro era algo que causaba espanto. Creo recordar que no leí más que las primeras setenta y cinco páginas, pero fueron suficientes para que me percatase de las imposibles premisas políticas que en las mismas se exponían. Esto aparte, el estilo con que estaban escritas me llenó de horror. El cielo sabe que la lengua alemana ofrece posibilidades ilimitadas para una expresión prolija del pensamiento y número infinito de clausulas secundarias. Ante mis ojos aparecieron combinadas con una fraseología de colegial y estridentes lapsos de estilo. Me puse a trabajar, y lo primero que hice fue suprimir sus peores adjetivos, como furchtbar (horrible) y ungeheur (enorme) y el excesivo uso de superlativos. Algunos de los errores en que incurría Hitler no podían ser más significativos. (...) En otro pasaje hablaba de su propio talento como pintor. –Usted no puede referirse a esto –le dije - Los demás podrían decir que usted tiene talento pero no es correcto que lo diga usted mismo. Había algunas inexactitudes de poca monta, como decir que su padre era Staatsbeamter, es decir, jefe de una oficina pública, cuando la verdad es que nunca llegó a serlo. Su limitado sentido de la perspectiva le impulsaba a escribir la palabra Weltgeschichte («historia mundial») en relación con las más pequeñas disputas europeas. No tardó en perder la paciencia conmigo y se limitó a decir: «Sí, sí, lo tendré en cuenta» pero, por supuesto, no me hizo caso y el libro todavía se parece a unos de los monólogos de Fafner, en el Siegfried de Wagner. Aún en medio de tanta verborrea, sin embargo, resulta fácil reconocer la intima personalidad de Hitler, con todos sus ciegos empecinamientos y la fantástica energía y exclusivismo con que se aferraba a su galimatías ideológico".
La obra fue un verdadero éxito de ventas y sus derechos de autor hicieron millonario a Hitler y sanearon las arcas del Partido Nazi, muy necesitado de financiación a finales de los años veinte. En 1933, año en que Hitler llegó al poder, Mein Kampf vendió más de un millón y medio de ejemplares. En 1939 se vendieron 5,2 millones de ejemplares y había sido traducida a once idiomas. Paradójicamente fue una obra tan vendida como escasamente leída. Su lenguaje farragoso, reiterativo y su notable extensión -casi 800 páginas- no la hicieron especialmente amena para el gran público que se limitó a adquirirla como mandaban los cánones del buen nazi, pero jamás llegó a leerla. No era preciso ya que el buen nazi era un "creyente", tenía fe y por lo tanto "creía sin ver" (o sin leer).
Mi Lucha fue el regalo que estaba prescrito entre los buenos alemanes de la época, estando presente en bodas, bautizos o cumpleaños durante la Era Nazi. La sacralización del Mein Kampf en todas las ceremonias de la vida pública alemana vino claramente a sustituir a la Biblia cristiana, en esa actividad de "sincronización" (así llamaron a la sustitución de la religión por la cosmovisión nazi) en la que el nazismo - como religión pagana- puso especial empeño. Es curioso que al Mein Kampf le sucediera lo mismo que a otra obra clave del "pensamiento" nacionalsocialista: El Mito del Siglo XX, de Rosenberg. Ambas fueron muy vendidas, pero muy poca gente tuvo el ánimo de leerlas. El propio Hitler, quizás en un arrebato de celos, solía ridiculizar la obra de Rosenberg achacándole los mismos defectos de pedantería y oscurantismo que tiene su Mein Kampf. Fue tan evidente que los alemanes no habían realmente leído Mein Kampf que, según cuenta la historiadora Rosa Sala, en 1941 una circular obligaba a todos los profesores y maestros a leer el libro en un plazo de tres meses y a firmar una declaración jurada en consecuencia.
Hitler siempre consideró Mi Lucha como una inflexible hoja de ruta política y militar; por eso en su proceso de toma del poder, especialmente cuando adoptó la estrategia de legitimidad simulando una moderación que no albergaba, se ocupó de que las traducciones a otros idiomas fuesen dulcificadas para no dar pábulo a quienes lo acusaban de ser una amenaza contra la paz. Lamentablemente el que Mein Kampf fuese una obra tan escasamente leída y subestimada por sus enemigos hizo que los planes de Hitler pudiesen ser ejecutados sin obstáculo y casi al pie de la letra, especialmente su expansión imperialista hacia el Este y el exterminio de los judíos en "un combate que será sangriento".
De haber tomado en serio esta obra, las democracias occidentales habrían sabido que para Hitler los pilares básicos de su Estado nacionalsocialista se iban a centrar en:
- La "raza" como centro de atención, con una obsesión enfermiza en que la raza alemana se mantuviera "limpia" y un odio furibundo a los judíos. En Mein Kampf Hitler divide caprichosamente a la humanidad en tres razas: Los Fundadores de Civilización (Kulturbegründer), los Transmisores de Civilización (Kultrträger) y los Destructores de Civilización (Kulturzerstörer). No es preciso aclarar que para Hitler los Arios y alemanes pertenecían a la raza de "fundadores" mientras que los judíos eran la raza "destructora".
- Antisemitismo, aunque este odio no fue una originalidad propia de Hitler. Antes de Mi Lucha estuvieron Gobineau, H.S. Chamberlain y hasta el mismísimo Henry Ford, cuya obra El Judio Internacional (1920) fue ampliamente consultada por Hitler para escribir Mi lucha.
- Promoción en la escuela del "conocimiento racial" (Rassenforschung).
- Eugenesia y control de natalidad para favorecer los nacimientos "sanos" y erradicar a cualquier costa los nacimientos "defectuosos".
- Promoción del deporte entre la juventud para endurecerla y prepararla para la lucha futura. En buena lógica el ejército era considerado como la educación última y superior.
- Exaltación del patriotismo y del orgullo nacional alemán.
- Expansión imperialista hacia el Este y alianza con Japón. Hemos visto que Hess ayudó a Hitler a escribir el libro. En sus memorias Hansfaengl, amigo íntimo de Hitler, afirma que:
"las secciones del libro que versan sobre el Lebensraum el papel del Imperio Británico en la historia y la organización del NSDAP estuvieron claramente influidas por las ideas de Hess, quien siendo estudiante de Ciencias Políticas en la Universidad de Münich fue profundamente influenciado por las teorías geopolíticas del profesor Karl Haushofer al que con el tiempo transformó en un reputado científico de la filosofía del expansionismo nazi y cuya contribución más original al nacionalsocialismo fue la introducción del concepto de Lebensraum o "espacio vital".
Hitler tuvo la astucia de saber interpretar y aglutinar el gran descontento de la sociedad alemana de los años veinte, desencantada con una República de Weimar a la que consideraba inoperante y culpable de todos sus males. Era el momento propicio para un "salva patrias" y Hitler no perdió la ocasión de rentabilizar la rabia de una nación. Por esa razón Mi Lucha es, por encima de todo, una visión del mundo en negativo y "a la contra". Hitler vio el potencial electoral de esos millones de alemanes frustrados y supo meter en su coctelera ideológica todo tipo de ingredientes sustentados en el enfrentamiento.
Por eso Mi Lucha es anti marxismo, anti capitalismo, anti judaísmo, anticlerical y anti burguesa y por ello funda su doctrina en la oposición y en la lucha constante antes que en la construcción de un proyecto bien definido. Mi Lucha es una obra a contrapelo pensada para destruir, en donde apenas se vislumbra un proyecto concreto más allá de la vaga promesa del "paraíso en la tierra", lugar común de todo discurso totalitario.
Fernando Navarro es autor de Diccionario Biográfico del Nazismo y III Reich.