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Jorge Vilches

Las mentiras históricas del nacionalismo catalán

El historiador Óscar Uceda hace un recorrido por las invenciones del nacionalismo catalán. Desde el falso "barrio Gótico de Barcelona o al "mártir Rafael Casanova".

Función de teatro en el Born con motivo de 1714 | Teatre de Barcelona

"Descubrí que la matanza de 700 civiles en el convento del Roser era una invención"

"Los migueletes catalanes fueron una auténtica plaga para el campesinado catalán".

"Creo posible reconducir los planes de estudio desterrando al máximo elementos ideológicos".

El lunes asistí a una conferencia en la Facultad de Derecho de la UCM impartida por Óscar Uceda, sobre las invenciones del catalanismo. El título: "Los mitos del nacionalismo. De la Reinaxença hasta el Tricentenario. Historia vs Propaganda". Uceda, leridano de 1969, historiador, es de la vieja guardia de Ciudadanos, de aquellos primeros militantes que plantaron cara a ese populismo nacionalista, autoritario, excluyente y socialmente cruel, en defensa de los derechos constitucionales y la libertad individual. Aguantó la violencia estructural en un entorno hostil, aun a costa de su interés personal y familiar. En Madrid, donde dan igual ocho que ochenta, a veces no nos damos cuenta de que "al otro lado" hay personas que están luchando por la libertad de todos.

Uceda hizo un recorrido sobre la invención de acontecimientos –como las masacres por el "terrorismo militar borbónico"-, los paisajes temáticos –en referencia al falso "Barrio Gótico" de Barcelona-, héroes que no lo eran tanto –como el "mártir" Rafael Casanova-, las instituciones "democráticas" que nunca lo fueron, al estilo de la Generalitat, o el atentado a los archivos históricos de Aragón que perpetró Próspero Bofarull borrando los nombres no catalanes del medieval Llibre del Repartiment del Regne de València. En la invención histórica están hoy, contaba Uceda, ÒMNIUM Cultural y el Institut Nova Històrica –ese que dice que Santa Teresa de Ávila, Cervantes, o Erasmo de Rotterdam eran catalanes-; y todo financiado con dinero público.

Óscar Uceda

J.V. Hemos oído en tu conferencia que el nacionalismo necesita inventar la Historia para ser creíble. ¿Cuándo empezó esa invención?

Con la caída del Antiguo Régimen, los nuevos Estados burgueses necesitaron construir un pasado que cimentara el nuevo Estado-Nación. Los soberanos absolutos solo tenían que recurrir a su historia familiar para justificar sus reclamaciones dinásticas y/o territoriales. Luego, el pueblo soberano tuvo que buscar en la historia su razón de ser y al no encontrarla o no ser lo suficientemente heroica para el proyecto de construcción nacional, directamente se inventó o se exageró.

J.V. Eres especialista en la guerra de Sucesión en Cataluña y has denunciado la mitología creada por la celebración oficial del Tricentenario de 1714. ¿Podrías contarnos la falsificación más clamorosa?

A mi entender la más clamorosa ha sido curiosamente la más sutil. Se ha transmitido durante la campaña del tricentenario la idea que en Cataluña gozábamos de una proto-democracia a principios del siglo XVIII cuando no es cierto, haciendo uso de la polisemia de algunos conceptos como "libertades" y "constituciones" con el ánimo de confundir, ya que los citados términos hacían referencia a leyes feudales y no a derechos democráticos como pretenden transmitir. Por otro lado, la que más me impactó fue en clave leridana, cuando descubrí en 2007 que la supuesta matanza de 700 civiles en el convento del Roser, el 13 de octubre de 1707, era una invención de mediados del siglo XX. Descubrí de una fuente directa que fueron cuatro los asesinados, siendo uno de ellos el párroco del lugar. Aun así, desde la órbita separatista, con Convergencia a la cabeza, cada año se rinde homenaje a las setecientas víctimas con un desfile de antorchas.

J.V. Una de las ideas-fuerza de la historiografía catalanista es la del "terrorismo militar borbónico", propagada por ÒMNIUM Cultural, organismo financiado por la Generalitat. ¿Son verdaderos historiadores? ¿Quién está detrás de todo esto?

No solo de ÒMNIUM, también por organizaciones menores como la creada por Oriol Junqueras en 2007 o el mismo Tricentenari. A lo largo de mi trayectoria he colaborado como conferenciante con todas ellas y puedo dar fe que los ponentes de temas de historia eran historiadores. He de decir que nunca se intentó influir en mi discurso, aunque mi participación fue siempre simbólica y fuera de la línea oficial. Pude observar que en casos como el de Oriol Junqueras, su interpretación de la historia era y es casi decimonónica, encaminada a construir un mensaje donde lo español es malvado y lo catalán, su víctima. En sus conferencias de 2007 gustaba de etiquetar a los ejércitos de Felipe V como castellanos, hispánicos y borbónicos conformando una suerte de "maléfica Trinidad" que azotó a los catalanes durante siete años, todo ello a pesar que en campañas como la de 1706, el ejército borbónico era exclusivamente francés. Por otro lado, en las exposiciones itinerantes del tricentenario se puso especial énfasis en lo que denominaron "terrorismo militar borbónico" para transmitir una imagen de ejército de ocupación despiadado y cruel. Realmente los ejércitos de las Dos Coronas cometieron todo tipo de excesos con la población civil, pero no más que los austracistas y en especial sus unidades irregulares, los migueletes catalanes que, faltos de sueldo y disciplina, fueron una auténtica plaga para el campesinado catalán.

J.V. Jaume Vicens habló del seny y el rauxa (arrebato) entre los que se mueve la mentalidad colectiva catalana, pero que en tiempos de crisis, como los actuales, el catalán se acaba decidiendo por la rabia ¿Estamos ahora en uno de esos momentos que desembocan en violencia, o en una posibilidad no contemplada por Vicens: el esperpento –algo muy español- y el reflujo?

Sinceramente creo que estamos lejos de la "rauxa" aunque algunos dirigentes catalanes han perdido el "seny". No estamos ante un panorama violento, aunque sí estamos ante una sociedad cada vez más polarizada. A mi entender, se ha pretendido acelerar un proceso de separación con buena parte de la sociedad en contra y cada vez más fragmentada en un asunto en que se ha pretendido anteponer el sentimiento a la razón. La parte positiva es que en el seno de la sociedad catalana se han encendido las alarmas y los partidarios de la secesión van perdiendo adeptos. Cabe recordar que el sector independentista ha sido históricamente marginal en Cataluña con poco más del 12% de adeptos según las encuestas de la propia Generalitat. Subió con la crisis al 20% pero fue en 2012 cuando Más anuncio que se sumaba al carro separatista cuando sus adeptos llegaron al 50% tras una intensa campaña institucional y mediática de la Generalitat. Con estos datos, una interpretación lógica es que buena parte del independentismo no está arraigado y que es fruto de una campaña de desinformación con claros síntomas de colapso a tenor de los problemas para formar gobierno después del 27S.

J.V. Llevas años trabajando en instituciones educativas, siempre contra viento y marea, ¿crees que es posible deshacer, o combatir en plano de igualdad, al menos, el poso mental nacionalista en las generaciones más jóvenes, fomentado en Cataluña desde hace cuarenta años?

Llevo más de veinte años colaborando con instituciones culturales y casi tres como miembro del Consejo Social de la UdL. Y creo que pese a todo si es posible el cambio. España necesita una educación de calidad. La injerencia nacionalista empobrece la calidad del mensaje y de la formación del alumnado en el conocimiento e interpretación de nuestra realidad pasada. Pero ello no significa que todos los profesores y en todos los centros se transmita sin más la historia "oficial".

Será una labor intensa, con visión estratégica y a largo plazo. Pero creo posible reconducir los planes de estudio desterrando al máximo elementos ideológicos en contraposición a los estrictamente académicos. Para ello se necesita un pacto de Estado, de largo recorrido y que agrupe como mínimo a las principales fuerzas políticas.

J.V. La solución a las crisis y el progreso, como muestra la Historia, no proceden de gobiernos mesiánicos ni del reconocimiento identitario de naciones, sino de la iniciativa e ilusión del ciudadano. Y España, a pesar de todo, y como el resto de Europa, está en primera fila. ¿Crees, como historiador y político, que estamos en uno de esos momentos de ilusión que convierten una crisis en una oportunidad?

Sin duda, hemos de recordar que en momentos de crisis como el actual, saber escoger el camino adecuado nos puede catapultar al éxito. Históricamente, cuando en España se optó por el camino de la reforma y la modernización nos ha ido bien. Por ejemplo, a mediados del siglo XV, nadie en su sano juicio pudiera haber soñado que la corona española estaba apunto de convertirse en la primera potencia global de la historia. Tanto Castilla como Aragón estaban inmersos en una sangrienta guerra civil, sus economías destrozadas y en el caso catalán con una virulenta revuelta campesina. Años después los reyes católicos forjaron una serie de reformas que culminaron en la creación del primer Estado moderno de Europa y ello dio pie al espectacular despegue español del siglo XVI. Tenemos un gran país y con un pueblo que a pesar de una clase política manifiestamente mejorable, y de un marco legal y jurídico obsoleto sale adelante día tras día. Si somos capaces de emprender las reformas adecuadas, si otorgamos a los españoles las mismas reglas de juego que gozan nuestros compatriotas europeos del norte, seremos imparables.

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