Podríamos debatir si entre las intenciones de la joven promesa Rian Johnson, guionista y director de Looper, estaba hacer un guiño a El mago de Oz, pero la granja de Kansas donde tiene lugar gran parte de la acción de la cinta protagonizada por Joseph Gordon-Levitt y Bruce Willis resulta ser, en ambos casos, el escenario final de un trayecto, de una evolución personal y la terminación de un camino repleto de significado. Es una muestra del poder evocador de Looper, una obra que no es en absoluto maestra, pero que bajo su envoltorio de cinta de acción y ciencia ficción más o menos convencional resulta tremendamente estimulante, y quizá -atención- uno de los títulos más interesantes y reivindicables del año.
En un futuro lejano, los viajes en el tiempo son posibles, pero altamente restringidos. Si ello ocurre es, fundamentalmente, debido a una nueva forma de delincuencia: la mafia envía un cuerpo al pasado, donde un sicario a sueldo denominado Looper se deshace de un cuerpo que no existe en esa época: en definitiva, un asesinato limpio, perfecto. En el año 2044, en Kansas, Joe (Joseph Gordon-Levitt... caracterizado e imitando los gestos de Bruce Willis) es uno de los loopers más eficientes. Su vida es, como la de todo asesino a sueldo, solitaria y distante. Todo es perfecto hasta que un día tiene que hacer frente a la realidad de todo aquel que acepta su trabajo: acabar consigo mismo –a cambio de una desorbitada suma de dinero para su "yo" pasado- y de esa manera no dejar ningún tipo de rastro de su actividad... Pero su versión del futuro (Bruce Willis, contenido pero nunca distante: ver su mirada en el desenlace...) no se lo va a poner fácil: el viejo Joe tiene su propia agenda.
Lejos de quedarse en su pitch inicial, Rian Johnson (autor de Brick, también protagonizada por Joseph Gordon-Levitt) se descuelga con una pieza intensa y a ratos realmente desconcertante, fundamentada en los giros de un guión casi excelente, dotado de inesperadas dosis de angustia y un extraño y retorcido romanticismo. Looper posee una premisa complicada pero rematadamente bien explicada, en la que su realizador y guionista, a diferencia de la reciente Total Recall, por poner otro ejemplo sci-fi, pronto rechaza poner el acento en el diseño de producción y los efectos visuales para deslizarse hacia el detalle humano aderezado con un notable gusto por el suspense, lo oscuro e incluso lo trágico. Looper destila cierto existencialismo, una determinada dosis de paranoia, y lo combina con la esperanza y el dinamismo que da el espectáculo pirotécnico de una cinta al servicio de Bruce Willis (actor que, por cierto, cede parte del protagonismo a un estupendo Gordon-Levitt con una valentía notable).
Johnson lleva la ciencia ficción al terreno del relato noir (o al revés), con una facilidad pasmosa y echando mano de economía narrativa y de medios realmente admirable, un proceder que aleja a Looper de los excesos kitsch y las extravagancias del cine de puro espectáculo (el presupuesto ha sido modesto: poco más de 40 millones), pero sin rehuir los aspectos de entretenimiento palomitero que ofrece la película. Sólo así se explica que tras un comienzo tan ambicioso, la película se renueve en su segunda mitad limitando su escenario al de una granja con niño y mujer, adoptando una narrativa lineal, y potenciando su atmósfera hasta el tope, en un proceder que a un servidor le recordó a la magistral Único testigo, de Peter Weir. No obstante, Looper no es un filme exactamente minimalista, como sí lo fue ese otro título estimulante del género de ciencia ficción que fue Moon, o tan compacta de Código fuente, ambas dirigidas por otra joven promesa del cine como es Duncan Jones. Pero a cambio mezcla los postulados de la ciencia ficción con la pura acción de forma natural y sin necesidad de subir el octanaje. Grata sorpresa.