Crítica: 'Star Trek. En la Oscuridad' de J.J. Abrams
Con Star Trek (2009), la regeneración de la franquicia de ciencia ficción creada por Gene Roddenberry en los sesenta, J.J. Abrams consiguió rizar el rizo de lo imposible: contentar a los fans más fundamentalistas de la legendaria serie (y ya sabemos cómo las gastan los trekkies) y a la vez insertar las aventuras de la tripulación del Enterprise en un espectáculo inteligente y sofisticado, que aunaba las cabriolas espacio temporales de Perdidos -todavía en el pasado reciente del director- pero sin desnaturalizar la esencia pop del invento. Todo ello cumpliendo con el expediente de lo que se ha venido a llamar cine de verano, guiado por la necesidad constante de golpes de efecto y apabullantes secuencias de acción que percutan los oídos del espectador.
Pues bien: su secuela, la nueva y flamante virguería Star Trek: en la Oscuridad, puede presumir de estar a la altura de su precedente y se erige desde ahora mismo como una de las buenas películas de este verano 2013. La cinta comienza fuerte, y eso como poco, nada menos que con un homenaje evidente a En busca del Arca Perdida que continúa como un ejemplar relato de aventuras y suspense construido, esta vez, en torno a la pura y dura caza de un villano. Una búsqueda de un esquivo terrorista espacial que da el pie perfecto al fichaje estrella, Benedict Cumberbatch, al tiempo que respeta el sustrato humanista de la serie original (la Enterprise está poblada, al fin y al cabo, por científicos y no por soldados) hilando fino con el que es, claramente, uno de los guiones más abiertamente políticos de la franquicia... algo que a diferencia de El Hombre de Acero y otros shows épicos recientes, jamás trabaja en contra del dinamismo de la historia. Al contrario: Star Trek. En la Oscuridad evita los delirios de grandeza y rebosa de incesantes batallas cuerpo a cuerpo y espaciales, complementadas con inteligentes giros argumentales y una reivindicación del arte del cliffhanger que delata, en el mejor de los sentidos, el origen televisivo de su autor: narrar y tirar para delante por encima de todo.
En efecto, los requiebros del primer Star Trek son sustituidos aquí por una trama más lineal, una persecución a contrarreloj aparentemente simple pero que acaba confirmando una vez más a J.J. Abrams como un director, en primer lugar, habituado al suspense pero sobre todo, un maestro de la reescritura cinematográfica. El autor de Super 8 demuestra en su segunda película de la franquicia su respeto al original tomando por banda Star Trek II: La Ira de Khan (1982), la secuela más celebrada de la antigua serie, pero sólo para desarmar y diseccionar su referencia con todas las herramientas cinematográficas disponibles. Sin revelar demasiado de la trama, dado que En la Oscuridad tarda algún tiempo en desvelar sus cartas, la película repite en su desenlace, pero invertido, una de las escenas más celebradas y dramáticas de la original, con Spock y Kirk al borde de la muerte y separados por una barrera invisible que rubrica su amistad. Respetar el molde, pero a la vez romperlo: se trata sólo de uno de los múltiples guiños-licencia que Abrams hace a la cinta de Nicholas Meyer, que por cierto se caracterizó por recuperar en pantalla a uno de los villanos más celebrados de la serie, el interpretado por Ricardo Montalbán.
Y para acabar, un apunte sobre este último. Pese a las excelentes presencias de Zachary Quinto y Chris Pine, el británico Benedict Cumberbatch se hace con la película con la facilidad y contundencia de una exquisita estrella de cine. El Sherlock de la serie BBC interpreta su personaje allí donde se cruzan Shakespeare y los cómics Marvel (ver sus escenas enjaulado cual Hannibal) y el resultado de su interpretación nos hace caer rendidos ante la monumental propuesta, un enredo de narices envuelto en cinetismo extremo, un ejemplo de cine de aventuras repleto de humor y melodrama... y la perfecta, perfecta, película de verano.
No esperaba menos del gran JJ Abrams, uno de los pocos directores actuales junto con Nolan, Eastwood y Peter Jackson que consiguen hacer películas realmente grandiosas.
FRANKENWEENIE (2012) 1ª Parte. Burton recuperando un poco el tono. Derroche de homenajes cinéfilos. http://cinemelodic.blogspot.com.es/2013/03/critica-frankenweenie-2012-parte-12.html
Esta noche cae, en versión orginial, of course. Espero que sea, mínimo, tan buena como la primera (peli que habré visto como 7 u 8 veces y no me cansa ni un poquito). Este verano está siendo cinematográficamente hablando muy, muy bueno. Recomiendo fervientemente Monstruos (no es la primera, pero da para unas buenas risas) y, sobre todo Superman.
Vi esta película en Francia hace unas semanas, y discrepo bastante. Para mi es un blockbuster fórmula entretenido. Y visualmente, junto con El Hombre de Acero, lo más espectacular del año, pero como Cine, mediocre, y como película de Star trek nefasta. Estos son mis argumentos: Es mediocre porque la única obsesión del director es la acción, el efectismo y el estilo videoclip y a eso lo sacrifica todo: el argumento, que además de simple, está lleno de agujeros negros y soluciones inverosímiles y fallos de continuidad. Admitamos que para dar un veredicto sobre una película, la originalidad y coherencia del guión algo debería importar... La absoluta unidimensionalidad de los personajes, que, además, son caricaturas de los originales. Y eso sin mencionar que una parte sustancial de la película está hecho con retazos de otras películas, no sólo de Star Trek (la magnifica La Ira de Khan), incluyendo diálogos, en lo que es verdaderamente una corta y pega bastante evidente. En cuanto a su naturaleza no trek o antitrek. El trek de Gene Roddenberry se basaba en dar más importancia a la historia , y a la metahistoria, de cada capítulo, que a la acción, que era, como mucho, la guinda del pastel, no el pastel en si mismo. A la invasión que a la evasión. En el ST original se defienden unos valores -la inteligencia por encima de la fuerza, el fondo por encima de la forma, una cierta gravitas humanista y unos sólidos principios morales, una utopía-que esta niega para dar paso a un festival de destrucción, y transmutar a un Flota Estelar de naturaleza mixta civil -militar y cuya función esencial es la diplomacia y la exploración en un cuerpo militarista y expansionista. Esta Flota ni explora ni desea llegar donde ningún hombre ha ido antes. Tengo mis serias dudas que una parte de la critica se hubiera mostrado tan entusiasmada por esta película, si no la firmase JJ Abrams, o si a este se le juzgase con los mismos parámetros que a otros directores y a otras películas.
Fui a verla anoche, en dos palabras ES-PECTACULAR. Divertida, intrigante, llena de acción... Un malo malísimo (en V.O es una delicia oírle hablar) y un nuevo giro a la relación Kirk-Spock. Ya estoy deseando que hagan la tercera.
Me ha gustado, he disfrutado, y no voy a renegar de un producto que consigue eso - para mí el cine no tiene que ser perfecto, como tampoco lo son las cosas buenas de la vida. Ahora bien, la peli no resiste una comparación con su soberbia predecesora. Apenas avanza argumentalmente, apenas desarrolla nada - cuando, curiosamente, debiera tenerlo más fácil, pues los personajes ya están presentados y ahora toca ponerlos a rular. La trama argumental se muestra a trompicones, y los malos no terminan de aclararse (tanto Sherlock como Robocop parecen estar a la espera de una penúltima cita con el guionista). Supongo que los trekkies sabrán contestar a cuestiones sobre Khan o los Kinglon que a mí se me escapan, pero que debieran estar mejor explicadas o sugeridas. Queda un ritmo envidiable, un carisma innegable de todos sus intérpretes y la promesa de ver más involucrado el personaje de Alice Eve en la tercera entrega - en ésta sabe a poco, al igual que el de Zoe Saldaña. Y, pese a todo, qué gran peli de verano...