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Crítica: 'Al filo del mañana', con Tom Cruise

Al salir de la proyección de Al Filo del Mañana uno se pregunta por qué James Cameron no se deja de secuelas de Avatar y dirige de una vez por todas un largometraje. Y no, no es porque la superproducción protagonizada por Tom Cruise sea mala (en todo caso, es más bien al contrario), sino porque la dirigida por Doug Liman (El caso Bourne) recuerda, y esto es un halago, a trabajos del canadiense como Aliens, Terminator o Abyss, todos ellos puntos de referencia del aficionado al género de la ciencia ficción. Y es que, hablando claro, no ha habido ni probablemente habrá nadie como Cameron para otorgar esa ligereza que sabe ir más allá de lo aparente, pero sobre todo un interesante y gracioso tono militarista, a mastodontes de ingente presupuesto como Al filo del mañana, cinta que pese a algún altibajo afortunadamente se resuelve de manera tremendamente efectiva durante casi todo su entretenido metraje.

La premisa, que mezcla propuestas de filmes protagonizados por Cruise como La Guerra de los Mundos u Oblivion, es menos importante que su ejecución. En un futuro cercano los alienígenas han dominado la tierra, embarcando a la humanidad en una sangrienta guerra por la supervivencia que arrasa toda Europa. En realidad todo esto es lo de menos, una (brillante) excusa para que Tom Cruise, al igual que Bill Murray en la comedia de culto Atrapado en tiempo, experimente una y otra vez una nueva y particular misión imposible utilizando la disciplina no exactamente militar y su inteligencia para avanzar en el campo de batalla. En esta ocasión Cruise encarna a Cage, un militar inexperto, que por diversas circunstancias se verá obligado a revivir una y otra vez su muerte en una suerte de desembarco muy similar al de Normandía, motivado por un extraño vínculo con los invasores.

El nuevo trabajo de Doug Liman se recupera pronto de un inicio poco prometedor para entregar buen espectáculo, moderadas dosis de originalidad e incluso inesperados y agradecibles golpes de humor negro. El realizador esquiva el ansia de seriedad del blockbuster contemporáneo y obtiene, de manera inesperada, momentos comedia e incluso cierta violencia de donde parecía imposible encontrarla. A medio camino entre el picapedrero del género y el cineasta indie que fue en sus orígenes, Liman elabora una película que no tiene miedo de mostrarse ligera a la vez que reflexiona sobre la disciplina y el destino del hombre común, todos ellos temas comunes en la reciente filmografía de Cruise. Pero sobre todo, echa mano de nervio visual y narrativo que le presumimos al firmante de El caso Bourne, utilizando de manera sutil todo tipo de recursos para integrar las necesarias repeticiones del argumento presentándolas ya sea como set-pieces elaboradas, elipsis radicales o bien obteniendo nuevos puntos de vista de los mismos hechos, incluso llegando a utilizar el suspense (el episodio en la granja) para evitar el aburrimiento del espectador. El resultado es, por si no lo habían adivinado, brillante en numerosas ocasiones.

Al filo del mañana no sólo avanza a buena velocidad de crucero, sin necesidad de presumir todo el tiempo de tremendo presupuesto, sino que además a la chita callando permite a Tom Cruise obtener matices nuevos en su habitual interpretación heroica. El astro protagonista de Oblivion (cinta infravalorada con la que ésta guarda más de un punto común) comienza el filme interpretando un individuo petulante como sólo él sabe hacerlo, para después mostrar humildad (durante más de la mitad del relato, Emily Blunt ocupa el rol de héroe y Cruise el de bufón) y finalmente determinación en la traca final situada en París. Ambos actores, ayudados por secundarios como un divertidísimo Bill Paxton, siempre a punto de partirse de risa (otra referencia a Cameron que no puede ser casual), configuran la que a buen seguro será una de las mejores superproducciones que veremos este verano. Retorcida, divertida, razonablemente arriesgada e indudablemente espectacular, Al filo del mañana es casi una total y absoluta gozada.

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