'Raqa', la coproduccion con Marruecos que muestra el ISIS desde dentro

Raqa es en sí misma una misión en coalición, como la de los protagonistas de la propia película. Coproducción entre España, Marruecos y Alemania, narra los esfuerzos de dos espías dobles por neutralizar desde dentro a los terroristas del Estado Islámico. Con los pies bien puestos en el suelo, a nivel moral y formal, Raqa pone el acento en el maltrato a las mujeres por parte de los malvados, aunque este aspecto -como otros relativos a la propia intriga- quedan parcialmente menguados por el ritmo un tanto soso que Gerardo Herrero imprime al film.

La acción de Raqa tiene lugar en 2014, cuando coinciden en dicha ciudad el espía Haibala y Mailika (correctos Álvaro Morte y Mina El Hammami), esta última una enfermera ceutí al servicio de la Europol, en su misión de dar caza a líder del ISIS apodado El Jordano. Entre bombardeos y ejecuciones, especialmente de mujeres, la pareja alía sus fuerzas para tratar de derrocar al terrorista en los albores de un nuevo cambio.

Afortunadamente, el veterano director de Territorio Comanche y Malena sabe exprimir al máximo la podredumbre del decorado exótico, dando a Raqa un aire de gran lujo que le viene fenomenal a la intriga. La limpieza clásica de sus encuadres y los paisajes degradados, también, creando una impresión de película rica en lo visual, adulta en sus intenciones y totalmente verosímil en su ambientación.

Una pena, por eso, que habiendo logrado lo más difícil, el desarrollo de la intriga se apoye excesivamente en conversaciones de interior sin gracia, vitales para entender el laberinto de nombres de la búsqueda de El Jordano, un terrorista al que nunca veremos el rostro. Herrero pierde el hilo de la tensión y esa pulcritud acaba jugando en su contra: la película mata la tensión ella misma sin necesidad de huir de los tópicos del cine de género norteamericano.

El resultado, en todo caso, es un estimable esfuerzo internacional que saca temporalmente el cine nacional de ciertos envarados postulados de género e intenciones. Raqa es un soplo de aire fresco que no acaba cristalizando del todo, un tanto ahogada por su faceta de denuncia, pero que se agradece.