'Bitelchús Bitelchús' es el regreso del mejor Tim Burton
Bitelchús Bitelchús se estrena el 6 de septiembre en cines y su pone el regreso de Tim Burton a sus raíces.
Quién diría que filmar la tardía secuela de su primer éxito, la casi seminal Bitelchús, se convertiría para Tim Burton en el remedio, al menos temporal, a todos sus males. Un reencuentro del director con el yo más anárquico y descarado de sus orígenes, desde luego más que sus incursiones controladas en el remake Walt Disney y otros enjuagues recientes. Burton parece haberse tomado esta "legacy sequel" como precisamente un ejercicio de libertad, de desprejuiciada desintoxicación de los modernos postulados industriales que le ha tocado asumir con cierta desgana (pero muchos dólares) y de los que aquí parece burlarse. El resultado es una extraña película, en tanto Bitelchús Bitelchús, pese a su revisitación descarada de lugares del pasado, resulta una obra antinostálgica, una celebración del caos que parece natural a unos personajes que navegan entre la vida y la muerte sin que exista aparente frontera entre ambas.
Tampoco parece haber fractura alguna entre moderno cine digital y cine de animación artesanal, que es precisamente el "look" retro que adoptan los efectos visuales y de maquillaje más destacados de una película a caballo entre dos mundos. Bien es cierto que el film, que incorpora a la joven Jenna Ortega como reclamo para la moderna audiencia juvenil lo mismo que antaño lo fue la madura Winona Ryder (repitiendo la azorada figura materna de Stranger Things) también sufre las consecuencias de la anarquía: Bitelchús Bitelchús no parece conocer la noción de personaje secundario y convierte a todo el reparto en protagonista de su propia historia, sin un claro foco en la historia. El resultado es un extraño híbrido de serie de Netflix (como la que creó el propio Burton a mayor gloria de Ortega, la muy exitosa Miércoles) y una película de noventa minutos como lo fue la original. Pero es, en todo caso, una consciente de su propia naturaleza y repleta hasta las cejas de ocurrencias pese a algunas secuencias de diálogo excesivamente alargadas.
A sus 66 años, Burton transforma su obra de juventud, una subversión del mito de la casa fantasma en la que los invasores eran los vivos, en una visión descreída de las relaciones románticas y el matrimonio. Paradójicamente, la comedia de horror también funciona como un poema de amor a su nueva pareja, Monica Bellucci, convertida aquí en una novia cadáver "terminator" deseosa de vengarse de Bitelchús. Lamentablemente, la película es demasiado dispersa para centrarse en una sola cosa, un solo concepto, pero sus treinta minutos finales, concebidos como un "escape room" del Más Allá en el que todos los personajes confluyen, funciona a las mil maravillas como puro tren de la bruja cómico. La película es tan payasa y descarada que incluso cuando uno no sabe dónde va se hace querer.
El film también funciona como una declaración de amor cinéfila a formas de expresión deshechadas ya por la industria, desde el "giallo" y el cine de horror de Mario Bava (impagable el "flashback italiano) hasta Harryhausen, pasando por el propio Burton. Bitelchús Bitelchús es, a ese nivel, una reivindicación de todo el horror "camp" al tiempo que un choteo de otras expresiones más modernas de ese género, como el "found footage" a lo Paranormal Activity del programa que conduce Winona Ryder. Una perspectiva desacomplejada que refresca nuestra imagen de Burton y probablemente airea una habitación, la del propio director, que él mismo reconoce en cierta manera que ya olía a cerrado.
Y que para más inri, alberga una diabólica tesis: no nos referimos a ese Más Allá concebido como burocracia kafkiana ni tampoco a la deliciosa desdramatización de la muerte (apenas un inconveniente en en la existencia del afectado) sino en el hecho de que los yuppies de la primera entrega finalmente triunfaron reconvirtiéndose en pijos "new age" (impagable ese momento en el que Catherine O’Hara, la mejor del film, reclama hacer un "unboxing de dolor" en el funeral de su marido, y cómo Burton resuelve la ausencia, o presencia, del ahora cancelado Jeffrey Jones).
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