Un mes de febrero de 2003 se celebraba la ya célebre gala de los Premios Goya del 'No a la guerra'. Gobernaba el PP con José María Aznar y la guerra era la de Irak. En estos momentos la tensión internacional se ha trasladado a Europa, concretamente a Ucrania, país que Rusia amenaza con invadir.
Por el momento España ya ha mandado dos buques de guerra y cuatro cazas de combate al Mar Negro. En aquel año 2003 no había mandado ni un sólo soldado a Irak. Sin embargo, aquella consigna contra las guerras no ha vuelto a la gala de los Goya, y eso que estaban sentados en el patio de butacas el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta Yolanda Díaz.
El destino ha querido, además, que algunos de los protagonistas sean incluso los mismos. Aquel 2003 la disputa estaba entre Fernando León de Aranoa por Los lunes al sol y Pedro Almodóvar por Hable con ella. La noche fue para Fernando y Pedro se tuvo que conformar con Mejor Música Original. Al menos aquel año se llevó un Goya, porque en esta edición se ha ido completamente de vacío. León de Aranoa nada más subir al escenario en 2003 sacaba algo del bolsillo, "yo también he traído escrito lo que quería decir, no a la guerra" mientras mostraba las ya célebres pegatinas.
Durante la alfombra roja algunos periodistas preguntaban a actores y directores por la posibilidad de que volviera el eslogan, pero ninguno parecía entusiasmado con la idea. Arturo Valls, por ejemplo, dejaba claro que "no soy partidario de convertir la gala de los Goya es una plataforma reivindicativa, sean las que sean". El motivo es que "el cine español está debilitado, tenemos que apoyarlo y promocionarlo, si además aprovechamos esto para hablar de otras cosas... por eso me gustaría que se hablara del cine español". Además recordaba que "para una parte de la población el cine español está en entredicho y medio denostado". En este punto hay que retroceder a ese 2003. ¿Habrán aprendido la lección o la reacción hubiera sido diferente si gobernara la derecha?
Lo cierto es que en los últimos años no ha habido política en los Premios Goya, al menos no en forma y cantidad como aquella gala de 2003. En esta edición se ha limitado a la intervención de la directora afgana Sahraa Karimi que tuvo que abandonar su país y que ha pedido a la comunidad internacional que no se reconozca al régimen talibán y a la decisión de Jaume Roures, productor de El buen patrón, de "hacer el 25% de su discurso en catalán".
"Pedro Almodóvar da asco"
Esta frase tal cual la ha dicho en la gala la actriz Cate Blanchett, pero en el mejor de los sentidos hacia el director manchego. La Academia de Cine ha creado este año el Goya Internacional y ha sido concedido a Cate Blanchett, que recibía el premio de "manos" de Pedro Almodóvar y Penélope Cruz. La actriz salía al escenario dando las "gracias" y dejando claro que es lo único que sabe de español, "aunque trabajar con Pedro mejorará mi nivel". La actriz será la protagonista de la próxima película de Pedro Almodóvar, su primer film rodado en inglés. Se trata de Manual par a mujeres de la limpieza. "No podemos siquiera empezar a hablar, porque da asco del talento que tiene".
En un discurso brillante, donde ha pasado del humor a la emoción, ha elogiado "la cultura tan rica" de España y cómo su "influencia llega a todo el mundo". De esta forma ha recordado cómo "cuando estaba en el instituto vi la obra de Buñuel y cambió mi forma de ver el mundo, ahí empezó a atraerme el lenguaje visual del cine español". No sólo tuvo elogios para Pedro Almodóvar sino también para Penélope Cruz, "recibirlo de estas dos personas que son dos grandes comunicadores del cine, su contribución es parte de la leyenda". Terminaba recordando los duros momentos que ha pasado la industria del cine durante la pandemia y la "incertidumbre tan profunda y difícil".
Gala aburrida y anodina
La gala de los Goya tiene un problema ya casi endémico, su ritmo. La Academia y sus académicos, la gente de la industria del cine, ven la gala como su gran noche, y lo es. Pero a veces olvidan que se retransmite por TV, lo que la convierte en un programa de entretenimiento. Es más, aunque nos ciñamos a lo más estricto del objetivo de los Premios Goya, ser el gran escaparate del cine español, tampoco estaría cumpliendo con su propósito. Si la gala es un tostón, es fácil que el espectador haga el trasvase a que el cine español también lo es.
Todo esto es algo que todos los ganadores de los Premios Goya tendrían que tener claro antes de subirse al escenario, sostener el premio y empezar a hacer la lista de la compra de familiares a los que dedicar el premio: mi madre, mi padre, mi hermana, mi amigo, mi amigo especial, mi mujer, mis hijos, el profesor de música de 5º de primaria... Como en todo, hubo excepciones.
A la ya citada Cate Blanchett hay que añadir José Sacristán, Goya de Honor, con toda una carta de amor a su profesión y su familia. Carta de amor también es la que hizo Blanca Portillo tras ganar el Goya de Mejor Actriz. Incluso Javier Bardem, que también habló de amor por sus hijos, su mujer (Penélope Cruz) y su recién fallecida madre, Pilar Bardem.
El homenaje deslucido a Berlanga
La gala ha tenido lugar en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia para conmemorar el centenario de Luis García Berlanga en su tierra. Sin embargo, ese homenaje ha sido muy deslucido, o de pasada si lo prefieren. Tan de pasada que no sabría decir momentos concretos que hayan servido como auténticos homenajes a la obra del director valenciano. Una gala la de este 2022 que se antojaba muy emotiva por ser la del reencuentro, la de la presencialidad, pero que quedó todo en expectativas. Al menos hubo declaraciones de amor, por aquello de haberse celebrado en la ciudad de las flores, de la luz y del amor.