La cronología de la saga Halloween, uno de los bastiones del slasher norteamericano, resulta en sí misma un relato tan apasionante como el de la noche que Michael Myers volvió a casa. La película que estrenó hace tres años el dúo David Gordon Green-Danny McBride reinició la serie respetando un único bastión intocable: el de la película original de 1978 de John Carpenter. Así se podía traer de vuelta a Jamie Lee Curtis, fallecida en una de las más mediocres secuelas, y explotar la vena nostálgica que recorre la espina dorsal del aficionado desde que el mundo es mundo (y la serie Stranger Things descubrió que ahí hay dinero que explotar).
Halloween Kills es la secuela a esa nueva segunda parte de La noche de Halloween, y sucede en la misma noche que aquella. Michael Myers, por supuesto, ya lo sabíamos, sobrevive al incendio en casa de Laurie y continúa su matanza, pero esta vez se va dibujando un objetivo muy concreto. La película de Gordon Green es más tenaz, consciente ya de sus limitados objetivos, y se olvida de reformular nada: estamos ante un slasher en toda su gloria, satisfecho incluso de sus propias incoherencias. Un filme por eso mismo muchísimo más eficaz, tenso, y desde luego sangriento, quizá el que más sin dejamos a un lado el remake de Rob Zombie y su secuela.
Gordon Green, no obstante, sigue buceando en la mitología de la película esencial de 1978 mediante un flashback que completa a su manera los hechos allí acaecidos. La adición no molesta, en tanto está filmada en el mismo glorioso estilo panorámico de Carpenter (que aquí se limita, con en la anterior, a poner la excelente música y cobrar mucho dinero por el invento). La posterior escena de la matanza de bomberos convierte a Michael Myers en una gloria del rock y las posteriores incluso coquetean con la tortura, siempre con un halo de humor cruel sobre los habitantes del pueblo de Haddonfield que, paradójicamente, acercan más la película a los ochenta que cualquier otra cabriola narrativa.
El resultado es un entretenimiento de primer orden si uno sabe a lo que se atiene. Halloween Kills es una película inmisericorde y sucia, que se olvida de los requerimientos "woke" que limitaron el alcance de la primera, y que además sabe beneficiarse del que quizá es uno de sus mayores defectos: Jamie Lee Curtis aparece apartada de la mayoría del metraje, sin hacer prácticamente nada (el homenaje a la primera Halloween 2 es, de todas formas, evidente) y cede el testigo a una serie de personajes que convierten el relato en uno casi coral. Gordon Green y McBride lo explotan verdaderamente bien, quitando asideros de confianza al espectador, y además revelan una vitriólica visión sobre el populismo norteamericano aglutinado tras lo que casi parece un eslógan electoral, "evil dies tonight": la turba y el caos en la comunidad son los verdaderos protagonistas de Halloween Kills… junto a Michael Myers.
El resultado, con toda su incoherencia, fetichismo nostálgico y sí, inclemente goteo de víctimas, es un thriller que demuestra el poder del slasher en toda su ocasionalmente incoherente forma (la película parece editada por el propio Michael Myers). La película recoge las cenizas del pobre falso remake de Gordon Green de hace tres años y, una vez destruido, se mueve mejor en ese registro. Solo lo empañan algunas cursilerías de puesta en escena (los montajes paralelos, los dramáticos subrayados) de los que uno se puede olvidar con relativa facilidad y la molesta necesidad de la película de, en un par de ocasiones, explicarse a sí misma. Lo dicho, Halloween Kills es una película brutal y divertida, y a estas alturas es todo lo que le pedíamos.